Al parecer, tan notoria resultó la salida que los docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales elaboraron un programa de pasantías para los alumnos de segundo y tercer año de Polimodal, con el financiamiento de la Fundación Antorchas. Tal como explicaron las autoridades de la institución, en el proyecto impulsado por la especialista local Maisa Tunik, se seleccionó a 12 de 120 estudiantes postulados, a los que se capacitó con clases teóricas, prácticas de laboratorio y salidas de campo, siempre bajo la tutela de los docentes universitarios que participan de la iniciativa.
"El objetivo de la expedición fue recorrer lugares que ya son conocidos por los paleontólogos y mostrarles a los jóvenes dónde se efectuaron los principales hallazgos", contó Marcelo Luna, uno de los técnicos que fueron con los alumnos a la ciudad de Las Heras, en la provincia de Santa Cruz. Pero además, como informaron fuentes de la universidad, la idea fue conocer "cómo estaban distribuidos los restos de dinosaurios cuando fueron encontrados y cuánta distancia separaba a unos de otros". Al parecer, esto "ayudó a compartir la experiencia vivida por quienes dedican su vida a la localización y la extracción de los restos fósiles que hoy se exponen en el laboratorio".
Vanesa Mansilla, una estudiante de la Escuela de Biología Marina, fue una de las seis estudiantes que realizaron su práctica en el laboratorio de paleovertebrados de la Universidad. Y también fue protagonista de esta recorrida por los yacimientos fósiles cercanos a la localidad, que duró cinco días. Junto con sus tutores Gabriel Casal, Edmundo Ivani y el propio Luna, esta joven y sus compañeros pudieron trabajar sobre las vértebras encontradas en febrero de 2004, correspondientes a un dinosaurio saurópodo que midió aproximadamente 30 metros de largo y llegó a pesar 150 kilos. "En el primer día de campaña hicimos el reconocimiento de la geología del yacimiento, lo cual nos permitió interpretar los afloramientos geológicos y organizarnos con los otros pasantes como grupo de trabajo ", recordó Vanesa.
"En el campo se hizo visible la teoría sobre el origen y evolución de los dinosaurios que nos dictó el profesor Rubén Martínez. La práctica nos permitió aplicar en el yacimiento las técnicas para extraer los restos fósiles que aprendimos en el laboratorio. Es decir preparar el fósil para su traslado a la universidad", contó la estudiante. Del relato incluso se conoció que lograron llegar al fósil a través de piquetas, martillos, cinceles y pinceles, para luego envolverlo con tela de arpillera, yeso y agua. "Una vez que se endurece permite proteger al hueso de posibles golpes en el traslado al laboratorio", apuntó.
En el segundo día, los técnicos les enseñaron a ver en el campo y distinguir entre una roca y el afloramiento de un hueso. "Aprendimos a interpretar la geología del lugar, cosa que se sólo se ve con la experiencia de campo", aclaró Vanesa. La experiencia, en plena estepa patagónica, no pudo evitar las inclemencias del tiempo y el viento se hizo presente durante toda la campaña. "El miércoles hubo que suspender el trabajo debido a las fuertes ráfagas que eran acompañadas de polvo en suspensión. Aunque ese día no se pudo trabajar en la excavación en busca del dinosaurio, fue muy productivo porque aprendimos a interpretar un mapa geológico, otro topográfico y a manejar un G.P.S. (Sistema de Posicionamiento Global) para ubicarnos en el campo", descifró la estudiante.
Al regresar a Comodoro Rivadavia, desde donde partió la expedición, los profesores rescataron la inquietud típica de la adolescencia y el entusiasmo por conocer más sobre la antigua fauna patagónica. Les llamó la atención a los especialistas cómo los futuros paleontólogos se adaptaron a la situación y la disposición a recorrer a pie grandes trayectos con el equipamiento necesario para realizar las excavaciones. "Esto demuestra una vez más que los adolescentes pueden asumir sin problemas el compromiso de llevar adelante un proyecto concreto”.