El paso de las normas y principios propios de la escuela media a los del nivel universitario constituye uno de los cambios más drásticos en la vida de los jóvenes. Y si a eso se le suman los preconceptos, mitos, miedos y prejuicios que deambulan a manera de rumores por la cabeza de los flamantes ingresantes, la adaptación resultará una verdadera proeza. Por lo tanto, se debe ser conciente de las nuevas normas que rigen la vida académica y, a su vez, despojarse de todas aquellas ideas que pueden entorpecer el camino y amenazar la continuidad de quienes recién empiezan.
Muchos jóvenes vacilan respecto de su capacidad intelectual cuando se enfrentan con el nuevo material de estudio. Cuentan la cantidad de páginas de bibliografía obligatoria y se agobian con la sola idea de \"memorizar\" todas aquellas palabras. Así, suele ser común escuchar en los pasillos de la facultad diálogos que repiten una y otra vez la misma frase \"esto no me va entrar, es demasiado\". Es cierto, la cantidad de material de estudio se modifica respecto de lo que se estudiaba en el colegio secundario. ¿Qué hacer entonces?
La cuestión es organizar el tiempo de manera eficaz. Javier Nicoletti, psicólogo, coordinador del Programa de Atención y Orientación al Alumno (PAOA) de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), afirma al respecto que \"no se debe dejar el estudio para último momento. Un parcial no puede estudiarse en una tarde. Digamos, clase dada, clase estudiada. Se trata de procesar la información y no sólo de ingresarla. El estudiante debe entender, elaborar y procesar. Mientras que el estudio en la secundaria es memorístico, en la universidad es por comprensión. Si fuera cuestión de memorizar, es cierto, tienen razón, es imposible recordar cada palabra literalmente\".
Según Ernesto Alonso, profesor de Psicología de la Comunicación Pública de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, la posibilidad de estudiar una gran cantidad de contenidos depende del método de estudio del alumno. \"La idea de no alcanzar a completar la bibliografía es un miedo que ocasiona más estragos de los que debería. Los estudiantes ceden a esa fuerza que los impulsa a creer en su incapacidad. Funciona como un prejuicio: no se realizan las acciones necesarias para demostrar la falsedad de la idea. En vez de mejorar, se cede a la tentación. Es el momento de apelar a la responsabilidad personal y aprender a organizarse\", sostiene Alonso.
Otro de los miedos frecuentes es encontrarse con profesores que no explican todo aquello que debe ser estudiado. El alumno no comprende el sistema que lo obliga a enfrentarse sólo con la bibliografía no expuesta en clase. Si bien cada docente tiene la obligación de explicar los contenidos y objetivos de su cátedra, el alumno no debe pretender que se desarrolle absolutamente todo. \"La clase es orientativa, aporta ideas nuevas y remite a la bibliografía obligatoria\", asegura Alonso. De la misma manera, Nicoletti recalca que \"el alumno debe investigar, profundizar. La clase cumple una función orientativa\". Por último, Alonso apela a la autonomía del estudiante \"el profesor expondrá durante la clase claves de lectura para que luego el alumno se enfrente solo con la bibliografía y la someta a sus propios criterios\".
Otro prejuicio que suele circular en las conversaciones de los universitarios recientes es aquel que afirma que existen ciertas materias filtro. Desde el punto de vista de Alonso, se trata de una creencia que puede ser saludable o perversa según como se interprete. Si hay materias filtro, el alumno se exigirá un mayor esfuerzo en su estudio o, al contrario, se rendirá fácilmente. \"La cuestión es que no debería haber una gran desproporción entre las consideradas supuestamente filtro y las que no\", apunta Alonso, \"es cierto que existen materias que, dada su estrecha relación con la disciplina que se estudia, se encuentran ubicadas en la grilla de largada, otras en el medio y el resto al final. Lo que se debería lograr es que el grado de exigencia sea proporcional en cada nivel\". A su vez, Nicoletti manifiesta que \"se trata de una fantasía que se retroalimenta, aunque no implica que haya materias que sean más complejas que otras y que requieran una mayor dedicación\".
Un miedo que carcome la tranquilidad del ingresante es la posibilidad del fracaso, de haber elegido la carrera incorrecta. Como primera medida, el estudiante debe ser conciente de que una revisión de aquella primera decisión no es un fracaso de ninguna manera. \"El cambio debe ser evaluado en función de su dirección. Cuando el alumno conoce la razón de su nueva decisión se trata de un cambio positivo. Hay situaciones en las que se debe invertir un tiempo necesario para que surja algo que realmente represente el futuro deseado por el estudiante. Se trata de una decisión positiva en tanto implica autonomía, capacidad de iniciativa y de reflexión. Estudiar una carrera no es una mera cuestión de inercia\", sostiene Alonso.
Nicoletti hace referencia al esfuerzo que implica alcanzar una determinada meta: \"se tiene la fantasía del título, pero para conseguirlo es necesario transitar por algunas materias que pueden resultar desagradables. Eso no significa que se debe cambiar de carrera. En todo caso, el supuesto fracaso es un aprendizaje y no se debe vivir como tiempo perdido\".
Por último, los flamantes estudiantes suelen creer que la universidad y el estudio les consumirá todo su tiempo libre. Una vez más reaparece la capacidad de organización y planificación del tiempo. \"Hay chicos que se ahogan en un vaso de agua. Vienen de un déficit muy grande del secundario y se ven en la necesidad de suprimir todas sus actividades para llevar las materias al día. En este caso, se cumple el mito. \"Para evitarlo, el estudiante, entonces, debe ser conciente de que el estudio requerirá una organización basada sobre la disciplina, el esfuerzo y el sacrificio\", afirma Alonso.
Mediante una planificación responsable del tiempo libre, el universitario comprobará que su estudio es absolutamente compatible con su vida social y sus actividades extra curriculares. \"Es posible planificar el estudio. El alumno deberá aprender a valorar su nueva autonomía como universitario. Se trata, al fin y al cabo, de aprender a manejar su libertad\", concluye Nicoletti.