Aquí, Kirchner anunció otros 121 millones de pesos para financiar el año próximo a las 37 universidades estatales. Los rectores pretendían mucho más: unos mil millones. Pero nuestro problema universitario no es sólo presupuestario. Faltan administradores eficientes, clave sobre todo cuando los recursos no alcanzan. El especialista Juan Carlos Tedesco habla de planificación: dice que es irracional que en Capital y GBA funcionen 10 universidades nacionales. En ninguna parte del mundo es así.
En la UBA se reciben sólo dos de cada diez ingresantes. Veinte mil docentes enseñan gratuitamente. Y el 70% de los que cobra gana menos de $ 400 por mes. Sin ese sacrificio, la UBA no funcionaría. Pero así no funciona bien. No hace falta explicar por qué muchos de los mejores docentes abandonan y por qué otros ponen el piloto automático y no invierten el tiempo para una educación de excelencia.
Summers, que antes de conducir Harvard fue funcionario estatal, dice que en Washington el largo plazo es la semana próxima, mientras que libros que se escriben en la universidad ejercerán influencia en 50 años. La educación es precisamente continuidad, pensar en décadas. Forma parte de la agenda de hoy y también de la de largo plazo. En un siglo que vibra con una monumental explosión de conocimiento, no resideñar la Universidad es caerse del mapa. Y renunciar al mejor recurso estratégico para dar las batallas del futuro.
* Por Ricardo Roa