Me acuerdo que todo aconteció a partir de las doce del mediodía, una avalancha de más de 300 alumnos avanzaron hacia la rectoría. Los profesores que estaban en las clases tuvieron que salir saltando por las ventanas para escabullirse. Fue entonces cuando muchos aprovecharon: agarraron carpetas, expedientes, cuadros y muebles y los tiraron a la calle. Ese fue el acto inicial, violento. Después vinieron las deliberaciones sobre el futuro de la universidad (...)