Ya se concretó la elección de los consejeros que representan a profesores, graduados y estudiantes, quienes en una primera etapa deberán elegir al decano de cada casa de estudios.
Se trata de un proceso importante, ya que en estas sucesivas elecciones de decanos y rector está en juego el perfil político, educativo y científico que tendrá por lo menos en los próximos cuatro años la más importante universidad pública del país.
En los primeros pasos de este ciclo de renovación de autoridades se han advertido faltas de propuestas serias, capaces de remover los aspectos más deficitarios que hoy están presentes en la UBA.
A problemas derivados de la administración de una masa de alrededor de 300 mil estudiantes y decenas de miles de empleados administrativos y docentes, se le agrega la ausencia de una evaluación de los actuales planes de estudios de las carreras, así como del Ciclo Básico Común.
Desactualizaciones, superposiciones de contenidos y, sobre todo, desdibujamiento de carreras científico-técnicas imprescindibles para el desarrollo económico y social, son problemas académicos que lamentablemente no están en el centro del debate de la comunidad universitaria.
Tampoco parece ser objeto de elaboración de propuestas la situación de los profesores, quienes en su enorme mayoría carecen de dedicaciones exclusivas capaces de sostener una formación rigurosa, un ejercicio de la enseñanza de calidad y, además, una razonable producción de conocimiento.
El ciclo abierto de renovación de autoridades debe estar acompañado por la articulación de propuestas capaces de orientar a la universidad pública hacia la reconstrucción de su perfil académico y hacia la producción de los científicos, técnicos y profesionales que nuestra sociedad requiere para su desarrollo.
La renovación de autoridades en la UBA debe estar acompañada por la articulación de propuestas para la reconstrucción de su perfil académico y la producción de los científicos, técnicos y profesionales que la sociedad requiere.