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Clarín-Sábado 15: Buscan evitar la extinción de cuatro lenguas aborígenes en el país

Los expertos trabajaron junto a grupos de wichí, tapiete, mocoví y vilela.

Hablar la lengua se sufre", confesó una anciana tapiete a una antropóloga, para explicar por qué no había enseñado el idioma a sus hijos y nietos. Esa es una de las razones por las que el tapiete y otras lenguas de la Argentina se hallan en riesgo de extinción. Por eso han sido el eje de un activo programa interdisciplinario, que apuntó a dar herramientas a los hablantes para reforzar la práctica de su lengua.
 
Los once lingüistas, antropólogos y etnomusicólogos participantes lo han llamado "Lenguas en peligro, pueblos en peligro". Se inició en 2002 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y se desarrolló como un proyecto del Departamento de Lingüística del Instituto Max Planck, con sede en Leipzig, Alemania.
 
Las cuatro lenguas de la Argentina, habladas en la zona del Gran Chaco, conforman una de las 26 iniciativas incluidas en la gran base de datos del proyecto (http://www.mpi.nl/DOBES). Es una carrera contra el tiempo, ya que a fines de este siglo quizás haya desaparecido cerca de dos tercios de las 6.500 lenguas existentes (ver Las nuevas...).
 
Asentados también en Bolivia y Paraguay, los tapiete viven en la Argentina en dos pequeñas comunidades de Salta que no llegan a sumar 1.500 miembros. El trabajo se hizo en Misión Los Tapietes, cinco manzanas en pleno Tartagal, rodeadas por barrios criollos.
 
Los matrimonios están compuestos en su mayoría por personas de diferente origen étnico. Y en la escuela, los chicos soportan la presión del español. El tapiete ni siquiera tenía escritura. "El poder escribir su lengua refuerza su autoestima y les da legitimidad frente al Estado, la escuela y la sociedad nacional blanca", señala la antropóloga Silvia Hirsch.
 
En el caso del wichí ya existía un sistema elaborado por los anglicanos. "Han aprendido a leer y escribir y los han evangelizado con esa escritura, con mucha influencia del inglés", señala la doctora Lucía Golluscio, quien condujo el proyecto. Como además existe una gran variedad dialectal, el equipo trabajó sobre la de los asentamientos cercanos al río Bermejo, por ser la menos documentada.
 
Tras sufrir desde temprano la colonización y evangelización española, los mocoví terminaron de ser diezmados en violentas represiones durante las primeras décadas del siglo XX. Hoy viven unos 12.200 mocoví en el Chaco y en Santa Fe; en esta última provincia han ido asimilándose a la población criolla, y la trasmisión del idioma se está cortando.
 
El abordaje de la cuarta lengua fue como buscar una aguja en un pajar. Para las leyes del Chaco los vilela están extinguidos, como también su idioma. Pero los expertos hallaron a 45 familias con uno o más integrantes vilela dispersas en el Litoral, y dos ancianos que recuerdan la lengua.
 
Existen pocos documentos para tejer la historia de los vilela, mermados tempranamente en las encomiendas. "Fueron poblaciones incorporadas a la colonia española, a diferencia de otros grupos chaqueños", señala el antropólogo Marcelo Domínguez. Luego fueron sometidos en las reducciones jesuíticas, mientras que otros se integraron a los wichí.
 
Para fines del siglo XIX, los sobrevivientes habían migrado a Resistencia y Corrientes. A mediados del siglo XX estaban dispersos, desarticulados cultural y políticamente, y arrastrando conflictos históricos con otras etnias.
 
Durante el siglo XX desarrollaron estrategias de ocultamiento, y una especie de pasaje a la clandestinidad y la decisión de no trasmitir más las tradiciones ni la lengua. "Funcionó el preconcepto de que era una cultura desaparecida", dice Domínguez.
 
El equipo de la UBA logró ubicar, en Chaco y el Gran Buenos Aires, a dos hermanos de más de 70 años. Después de 40 años habían perdido el hábito de conversar entre sí. El hombre decidió hacer memoria y colaborar "para que quede a los hijos y los nietos, para que se conozca que existen los vilela".
 
"¿Quién tiene el derecho de diagnosticar que una lengua se muere?", plantea Golluscio. La lingüista derriba otros mitos: "Todas las lenguas tienen fonología, gramática y literatura. Todas tienen la misma capacidad comunicativa.
 
Una lengua no es más pobre porque no tenga literatura escrita". En el caso de estas cuatro, los especialistas hallaron una gran riqueza, como las 12 vocales del tapiete, y la gran cantidad de sonidos del wichí, superior al español. "Todas tienen una exquisita aptitud para el detalle de la experiencia sensorial", señala Golluscio.
 
El futuro de estas lenguas es una incógnita. "Pero nosotros no tenemos inserción en la política educativa —aclara Golluscio—. Si no hay continuidad, se vuelve atrás".
 
Las nuevas amenazas
 
Los desastres naturales, las invasiones y las guerras provocan migraciones que desarticulan a las sociedades y desangran sus lenguas. Muchos pueblos vencidos y conquistados, para sobrevivir, resignan su identidad, y con ella su lengua.
 
Pero también existen otras amenazas, según el Instituto Max Planck de Psicolingüística (MPI): la industrialización, ciertos procesos de construcción de la nacionalidad, la globalización, la pér dida de prestigio y la proliferación de la tecnología. Un ejemplo de esto último: el 90% de las lenguas no está representado en Internet.
 
Apenas el 4% de la población mundial habla el 96% de todas las lenguas. Según la UNESCO, con menos de 10.000 hablantes, una lengua está en peligro de extinción. El MPI calcula que a fines del siglo habrán desaparecido unos dos tercios de las 6.500 lenguas existentes.
 
Una de las más amenazadas es el wichita: queda una sola comunidad cerca de Anadarko, Oklahoma (Estados Unidos), conformada por 2.100 personas, pero sólo la hablan 10 ancianos.
 
EXPERIENCIA
El trabajo en las comunidades
 
Para reforzar las lenguas en riesgo, los cuatro equipos realizaron talleres y entrevistas con los hablantes, y convivieron para recoger su idioma en situaciones cotidianas. Se grabó música y videos, registrados en parte por ellos mismos. A pedido de las comunidades, junto con los auxiliares docentes bilingües se elaboraron y editaron textos para la escuela, sobre la historia de la comunidad, y para enseñar la lengua a los niños y a los adolescentes.
 
Se produjeron publicaciones académicas, láminas para usar en el hospital y en educación para la salud, materiales y juegos didácticos. Los tapiete ya tienen una escritura basada en el alfabeto fonético internacional, apta para emplear en cualquier computadora.
Sibila Camps scamps@clarin.com

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