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Clarín-Sábado 15: Debate: UBA: la violencia no da votos

Hilda Sábato Historiadora, docente titular UBA

18 de abril de 2006, 13:34.

A veintidós años de recuperada la autonomía universitaria, esta elección de rector de la UBA debería ser un proceso institucional normal. Sin embargo, ha estado signado por la violencia. Según el Estatuto Universitario, el mecanismo tiene varias etapas en las que los claustros —profesores, graduados y alumnos— eligen sus representantes, hasta llegar a conformar la Asamblea, que designa al rector. Desde hace meses la comunidad universitaria viene participando normalmente de este proceso.
 
Pero llegó el momento de la Asamblea y estalló el conflicto. Hubo, primero, una publicitada impugnación a un candidato. Luego, un puñado de estudiantes —de agrupaciones con escasos éxitos electorales— decidió impedir la Asamblea donde se presentaría esa candidatura, con la complacencia de algunos profesores y graduados. Bloquearon el acceso al lugar de sesiones y, bajo amenaza de violencia, lograron la suspensión de la reunión.
 
Para justificar esa acción se han formulado varios argumentos. Se ha acusado al candidato Alterini de haber tenido cargos durante la dictadura. Pero, si fuera sospechoso de algún acto criminal, ¿no debería ser acusado ante la justicia? Si la objeción es política, la Asamblea ¿no constituye precisamente el ámbito para debatirla? Impedir su realización no es la mejor manera de derrotar a un candidato objetado.
 
Se ha dicho que la Asamblea es ilegítima porque no todos los profesores están representados, ya que sólo los designados por concurso público forman el claustro. ¿Por qué un alto porcentaje de profesores no cumple esa condición? La respuesta es obvia: no se han hecho suficientes concursos. Quienes usan este argumento y desde hace tiempo ocupan lugares importantes en la gestión de sus facultades ¿por qué no los hicieron? Impugnar una norma es más fácil que cumplirla. Hoy los interinos votan como integrantes del claustro de graduados; es deber de las autoridades realizar los concursos para incorporarlos como profesores.
 
Estos argumentos no alcanzan para justificar lo injustificable: el uso de la fuerza por parte de un sector que desplegó esa estrategia a partir del momento en que descubrió que está en minoría en la Asamblea. Y que se propuso "ganar" amparado en la violencia. Mientras tanto, sin propuestas y sin debate, pierde la Universidad y perdemos todos.

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