Ya no quieren ser abogados ni economistas, contadores... ni psicólogos o comunicadores sociales, como parecía determinar la histórica inclinación por las carreras tradicionales. Los estudiantes están cambiando a la hora de elegir su futura profesión y como nunca este año cayó la matrícula en algunas carreras tradicionales.
Según el estudio hay menos inscriptos en Derecho (34%), Psicología (26%), Contador (15%), Administración (15%), Agronomía (19%). Entre las excepciones, Medicina se mantuvo estable. Y cada vez más se inclinan hacia varias ramas de la Ingeniería (del 15 al 48%) y Arquitectura (24,4%). Es el mismo caso de Turismo (11,6%) —con la llegada masiva de extranjeros— y hasta Teatro y Danza, entre otras sorpresas.
Así lo revela el estudio —aún incompleto— del Ministerio de Educación al que Clarín accedió en exclusiva. Y que contabiliza qué carreras ganaron o perdieron más inscriptos entre 2005 y 2006 (ver Infografía). Incluye datos de las universidades de Buenos Aires, Córdoba y Rosario, junto a las de San Juan, Nordeste, Patagonia San Juan Bosco, Misiones, Sur, Cuyo y Villa María.
Marta Kisilevsky, directora Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa analizó las posibles causas de los resultados del sondeo que abarcó a universidades con el 50% de la matrícula universitaria nacional. "Verificamos si seguía bajando la inscripción en carreras tradicionales como Derecho y Económicas, que notamos por primera vez en 2004 luego de 30 años de hegemonía. Sólo en el último año hay 8.000 inscriptos menos en Derecho, y 2.400 menos en Contabilidad".
El estudio revela, además, la vuelta a carreras abandonadas en los 80, "por miedo a la desocupación, al fantasma del ingeniero o el arquitecto convertido en taxista —agrega la investigadora—. Otra de las hipótesis que volvimos a corroborar era si seguía creciendo el interés por Ingeniería".
Pese a los datos claros, las causas de la tendencia requerirán un seguimiento adecuado. "En parte se explica por el aumento de la salida laboral: ahora piden ingenieros. Antes, aunque les gustara, era una profesión con la que no se podía ni soñar".
Con este análisis coincide, en parte, la investigadora Ana Fanelli (Conicet y CEDES): "El crecimiento del interés por las ingenierías surge por la reactivación económica del sector industrial. O por la fuerte difusión que hacen los medios, funcionarios y empresarios de la necesidad de ingenieros y de apoyar la reactivación productiva.
Así como desde hace años se insiste en el exceso de profesionales en Derecho o en Económicas: precisamente las que más bajaron", dice Fanelli. Una explicación que dejaría afuera el aumento en Farmacia, Teatro y Danza, "que no parecen ligadas directamente con la esperanza de un empleo seguro".
Sobre el descenso en las carreras que fueron estrellas de los 90 (casi 3.000 inscriptos menos en un año, en Psicología, Ciencias de la Información o Comunicación), en Educación no tienen, aún, hipótesis alguna.
Tampoco Fanelli, para quien haría falta tener más datos que el informe preliminar todavía no responde. Se pregunta, por ejemplo, si el descenso en las matrículas "no serán, en realidad, pases a las universidades privadas, en una época donde vienen creciendo, sobre todo en las grandes ciudades".
Por otra parte, Fanelli se pregunta acerca de cuántos varones y mujeres protagonizan estos cambios. "Porque hay bajas muy importantes en las Ciencias Sociales, carreras que fueron mayoritariamente femeninas. Y vemos, en cambio, que crecieron las ingenierías, donde siempre hubo mayoría masculina. ¿Las mujeres hallaron otros intereses? ¿Dejaron de estudiar? ¿Se atrevieron con carreras menos tradicionales? ¿O hay más varones en la universidad? Son datos que van a ayudarnos a entender más, cuando los tengamos".
La información se completará en los próximos meses e incluiría datos relevantes. Por ejemplo, el descenso en carreras, donde —sin embargo— existe una demanda de profesionales: "como en Enfermería, donde quizá la falta de reconocimiento profesional y económico determinen que no se reactive", analiza Kisilevsky. Con una economía aún crítica y becas en aumento pero aún insuficientes, la tensión entre vocación y salida laboral seguirá siendo —para muchos— la clave que incline la balanza de la elección.
Alejandra Toronchik atoronchik@clarin.com
Cuando la salida laboral pesa más que la vocación
Algunos estudios revelan que en la elección de una carrera hoy pesa más la demanda laboral que la vocación. Este es el caso de Flavio Ferro: "Estudié en el Carlos Pellegrini y hasta 4º año creía que iba a ser Contador. Pero al final parece que voy a ser el primer ingeniero de la familia", comenta este joven de 19 años, en 1º de Ingeniería Informática de la UBA.
Cerca de su compañero, Iván Tassa, sonríe y asiente. "Yo agarré el diario y vi que había más oferta de trabajo en Informática", asegura. Y confía que, a sus 22 años —aún le quedan cinco años de carrera— cree que Ingeniería informática es el futuro.
En tanto, Pablo Rea no está tan convencido. Estudió en el Piaget de San Isidro y recién a último momento se decidió por Ingeniería. "En unos meses te digo si es lo que quería. Todavía no lo sé". Para Rea, Ingeniería estaba en boca de todos y le pareció que es la mejor propuesta.
Diferente es el caso de Gustavo San Sebastián (22): "Desde los 5 años estoy desarmando cosas. Esto es lo que quería seguir y acá estoy", afirma el joven en 5º año de Ingeniería Química. Su novia, Lucila Ferrari, también estudia Ingeniería y se conocieron cursando Análisis Matemático II.
Sus rostros cansados reflejan la exigencia que demanda la carrera, pero aún así están felices, a diferencia de los alumnos de 1º."No pensamos mucho en la salida laboral, pero sabemos que vamos a tener trabajo. Más allá de la situación del país hay muy pocos alumnos que se reciben". Gustavo y Lucila ingresaron en 2001 cuando la mayoría se volcaba a otras especialidades. Hoy creen que tuvieron una visión acertada.
¿Cuántos llegan?
Victoria Tatti vtatti@clarin.com
El propio ministro Filmus reconoce en estas páginas que gran parte de la población no tiene formación técnica y que muchos desocupados no alcanzan la calificación suficiente para trabajos especializados. Esta tendencia se entendería por un desfasaje entre el mercado laboral y el sistema educativo: los 90 con su desindustrialización explicarían una parte. Sin embargo, hay otro dato: las universidades públicas en Argentina siguen siendo para pocos. Entran cada año 300.000 personas; la mitad abandona antes de terminar 1º año, y sólo dos de cada diez recibirán finalmente su diploma.
Profesión y futuro
Daniel Filmus.
Empieza a cambiar la tendencia en la matrícula universitaria y esto expresa una transformación en la manera en que los argentinos visualizamos el futuro luego de la crisis. Más aún porque es la mirada de jóvenes que deciden formarse y construir su porvenir individual en el marco del porvenir colectivo. Crece la matrícula en las carreras asociadas a la producción, el desarrollo científico y tecnológico y el turismo, mientras que en las humanidades y las profesiones tradicionales más asociadas a los servicios, los aspirantes disminuyen. La apuesta a la producción y la ciencia vuelve a ser atractiva para nuestros jóvenes, después de décadas en que el fantasma del "ingeniero taxista" los disuadía de hacer un esfuerzo que intuían inútil. Además, las industrias recuperadas enfrentan hoy un nuevo fantasma: el del "ingeniero/técnico ausente", fruto de los años en que las políticas de apertura económica desestimularon la industria nacional y desatendieron la formación profesional.
La recuperación económica encuentra un cuello de botella en la falta de capacitación técnica de una parte importante de la población. Aún coexisten una gran masa de desocupados sin calificación suficiente y una demanda laboral especializada que no se cubre.
Para cerrar esta brecha, el Ministerio impulsa programas para estimular las vocaciones orientadas a las áreas prioritarias para el desarrollo. El Estado está comprometido en activar y promover la formación de personas altamente calificadas con programas de becas, de mejoramiento de las carreras de Ingeniería e iniciativas con cámaras empresarias para formar técnicos. Los frutos comienzan a verse.
Habrá testeos gratuitos de VIH y sífilis en la UNCUYO
28 de noviembre de 2024