Días pasados "Nature", una publicación de referencia para el mundo científico, trazó un mapa de la investigación en el mundo en el cual Argentina es incluida entre los 19 países que más invierten en investigación y desarrollo. Aunque se halle muy lejos de los Estados Unidos —que invierte el 1,1% de su PBI— y de naciones como Francia, Corea del Sur y Alemania, Argentina destina el 0,3% del PBI. Pero esta posición destacada no debe llevar a confusiones, ya que en la actualidad se mantienen muchas faltas: todavía se encuentran descoordinadas las líneas de investigación y sin suficiente planificación de prioridades; el sistema de becas y de remuneraciones a los investigadores debe mejorarse, tanto para facilitar accesos y promociones como para que se brinde una mayor estabilidad; y, entre otras medidas pendientes, muchos institutos, laboratorios y bibliotecas esperan mejoras de infraestructura y de equipamiento.
Aun así, ha cambiado el clima de trabajo en el país, y esto provoca el regreso de muchos científicos que siguieron su formación y su trabajo en el exterior. Es de esperar, entonces, que cese la larga fuga de cerebros que hizo que se perdiera a científicos formados con enorme esfuerzo social, para lo cual la política científica argentina debe trazar una estrategia a mediano plazo, capaz de integrar la labor de investigación con la producción, multiplicando la inversión pública y también la privada dirigida a la producción de conocimiento.
La ciencia, además, debe ser objeto de una mayor promoción cultural. Desde la escuela primaria deben difundirse los estilos de pensamiento y de trabajo científico, los logros más recientes y los desafíos que están en pie, alentando vocaciones y cultivando el espíritu científico-crítico.
Una larga tradición y una mejora en los niveles de los fondos destinados a investigación y desarrollo hacen que el país sea un referente regional en materia científica. Esto debe utilizarse para que la ciencia sea un motor de desarrollo.
Clarín-Sábado 25: Editorial: Nuestro país, referente científico
Son muy pocos los países en vías de desarrollo que pueden mostrar una tradición científica como la Argentina, con Premios Nobel y varias generaciones de investigadores de reconocida valía. A pesar del prolongado maltrato institucional al que fue sometido, esta tradición ha logrado persistir y puede convertirse en la base del desarrollo cultural y económico de nuestra sociedad.