Garay Veliz —que nació en Chile hace 40 años, pero vive en la Argentina hace 25— sintió que el mundo se le venía abajo. Pero, lejos de desanimarse, presentó un amparo en el que solicitó que se declarase inconstitucional el artículo 57 de la ley provincial (Ver "Qué dice...") que impide que docentes extranjeros trabajen en las escuelas bonaerenses. Y la Justicia le acaba de dar la razón: el Juzgado en lo Criminal y Correccional Nº 1 de Mar del Plata resolvió que lo dispuesto por el estatuto docente es "inaplicable por inconstitucional".
Con la sentencia en la mano, Garay Veliz pudo conservar su puesto como profesor de Economía en tres escuelas marplatenses, donde había logrado entrar gracias a que el mismo Juzgado había dictaminado hace 21 meses una medida cautelar, que obligó al Consejo Escolar a inscribirlo en el registro de postulantes.
"Me parecía terrible que un límite geográfico fuera más fuerte que la idoneidad y de una persona. Luché por mis derechos", dice Ulises a Clarín, con voz casi imperceptible, con una clara tonada trasandina.
Casado con la marplatense Marisa Rodríguez y padre de tres nenas, Garay Veliz dice que el fallo no significa una revancha para él. "Me siento argentino, quiero a este país y si recurrí a la Justicia fue justamente porque no quiero volver a Chile".
La letra del Estatuto
Las restricciones que plantea el Estatuto del Docente para el ingreso al magisterio son similares a las de cualquier régimen de empleo público. "Es un requisito contemplado en la Constitución que se aplica en todas las provincias argentinas y en Capital Federal", explicó a Clarín, el responsable del área Legal y Técnica de la dirección de Escuelas, Carmen Romero.
El gobierno anticipó que prevé evaluar modificaciones. Y que la prohibición del ejercicio de extranjeros no estaría entre ellas. En 20 años el régimen docente tuvo retoques: se cambió el tope de edad para el ingreso de 45 a 50 años.
Santiago Fioriti. MAR DEL PLATA. ESPECIAL mardelplata@clarin.com
Clarín-Sábado 8: Un docente chileno podrá enseñar en la Argentina
Pintó casas, fue árbitro de fútbol, trabajó de mozo y también pasó por épocas de desocupado. A los 36 años, Ulises Garay Veliz decidió largar todo y se anotó en la Universidad. Y no le fue nada mal: en tres años se recibió con un promedio de 9,50 como profesor de Economía y Gestión. Pero cuando se fue a inscribir al Consejo Escolar para dar clases en secundarios, escuchó una frase que lo dejó sin palabras: "Disculpe, pero no podemos anotar a extranjeros", oyó.