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Clarín: Según un informe de la UCA, en 8 de cada 10 hogares pobres crecen los problemas alimentarios

Ayer, la Universidad Católica presentó una investigación que desnuda la triste situación económica de millones de argentinos. El 40 por ciento de las familias pobres del conurbano no cubre las necesidades básicas de vestimenta y calzado.

10 de noviembre de 2004, 11:26.

Un nuevo estudio puso en cifras la descarnada realidad socioeconómica que viven hoy millones de personas en nuestro país. Se trata del Barómetro de la Deuda Social Argentina, una investigación que se realizó a lo largo de tres años en los principales centros urbanos del país basándose en 1100 casos domiciliarios sobre hogares de sectores indigentes, pobres y vulnerables en la ciudad de Buenos Aires, el GBA, Córdoba, Mendoza, Salta, Resistencia, Bahía Blanca y Neuquen-Plottier. Sus conclusiones se dieron a conocer ayer como parte de un proyecto liderado por el Departamento de Investigación de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Entre otros puntos, la encuesta desnudó que el 80 por ciento de los hogares pobres debió disminuir su dieta alimenticia por problemas económicos. La crudeza de esta situación no resulta demasiado esperanzadora y afecta severamente la psiquis de estos sectores. Casi el 50 por ciento de la población adulta de los sectores populares reconoce la existencia de prácticas de segregación social. No es para menos, en 4 de cada 10 hogares más vulnerables del Área Metropolitana del Gran Buenos Aires sus habitantes no tienen vestimenta ni calzado adecuado.

“El proyecto tiene el propósito de aportar un instrumento nuevo para la observación y el análisis de la realidad social argentina, cuya originalidad radica en tomar como punto de partida la definición de la deuda social como déficit de desarrollo humano\", explicaron las autoridades de la UCA. El trabajo, que se repetirá este mes para ver su evolución, abarca las dimensiones de la subsistencia; la integración social; las posibilidades de recreación y uso del tiempo libre; las aptitudes socio-cognitivas, y el desarrollo moral y la autorrealización.

Según los autores del informe, las principales causas del aumento de la indigencia y la pobreza están estrechamente relacionadas con el déficit de oportunidades de empleo, el aumento de la precariedad laboral y la impotencia de las políticas sociales. “Las fases de crecimiento económico han servido de poco para revertir la tendencia a la exclusión social”, sentencia el informe. Remarcando la desigualdad en la distribución del ingreso, como uno de los rasgos más violentos y perversos de la deuda social. Las oportunidades de empleo decente son mínimas y se encuentran socialmente segmentadas. Mientras que una tercera parte de las personas activas de las clases medias accede a un trabajo de calidad, en los sectores populares esa proporción se reduce aproximadamente a la mitad.

En relación a otro tipo de factores socioeconómicos, el informe pone de relieve que la cercanía a basurales, el hacinamiento y la falta de agua corriente o de baño con descarga de agua en la vivienda, constituyen carencias en aspectos básicos del nivel de vida de más del 30 por ciento de los hogares de los sectores más castigados. Esta situación no se observa entre las clases medias, y es más marcada en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires que en el resto de las principales ciudades del interior. Durante los seis meses previos a la encuesta, uno de cada cinco hogares de los estratos sociales más vulnerables ha sufrido hambre en varias ocasiones. Sólo el 35 por ciento de los hogares de sectores populares cuenta con obra social o capacidad para atenderse en un consultorio privado. En las clases medias, el 85 por ciento de los hogares tiene esa posibilidad.

La educación es otro factor que oscurece el futuro de los pobres argentinos. El 15 por ciento de los padres de familia consultados no terminaron la escuela primaria o son analfabetos. Los mayores de 50 años, cualquiera sea su lugar de residencia, no alcanzaron casi mayoritariamente a completar la educación secundaria. Más de la mitad de las personas pertenecientes a estratos vulnerables revelaron dificultades de comprensión verbal de problemas sencillos.

Pero, ¿quién puede revertir esta situación? En la visión de los más afectados, se pone de relieve un piso de desconfianza muy alto, socialmente diferenciado y dispar según el tipo de institución. Las de tipo corporativo (sindicatos, grupos piqueteros) muestran el nivel más bajo: 9 por ciento en la clase media y 19.6 por ciento en el estrato más bajo. Valores algo mayores se observan en relación con las instituciones formales (Congreso, partidos políticos, Gobierno Nacional y Fuerzas Armadas), con un 31 y un 23 por ciento, respectivamente, en los estratos medio y muy bajo. Las instituciones de la sociedad civil generan un nivel de confianza de alrededor de 90 por ciento en todos los estratos sociales. Una vez más, todo parece indicar que para la gente, las respuestas siguen estando en manos de la gente.

Fuente: Universia, http://www.universia.com.ar

UCA, http:// http://www2.uca.edu.ar/

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