Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Clarín: Tribuna: La calidad educativa es un horizonte que se aleja

La escuela parece atada a una eterna noria en la que se repiten los mismos discursos políticos, como también los mismos errores. Por Ángela Pradelli. ESCRITORA Y DOCENTE, PREMIO CLARIN DE NOVELA

23 de febrero de 2006, 12:48.

Junio de 2004. Un matrimonio llega a la escuela y pide hablar con la profesora de su hijo. Reclaman por una evaluación que el alumno desaprobó. Exigen que la profesora cambie la nota, que borre la planilla y ponga un siete para que su hijo apruebe. Amenazan a la docente diciéndole que conseguirán la aprobación de su hijo como sea. Intimidan y agreden. Cumplen con su plan y al poco tiempo consiguen la aprobación que buscaban.
 
Un mes después. El ministro de Educación Daniel Filmus afirma a los medios que en la Argentina nunca más se le pedirá a un docente que modifique sus planillas de notas para aprobar a un alumno. El tema se comenta en las salas de profesores. Algunos docentes empiezan a ver una luz. Otros se muestran más cautos. Veremos, dice un profesor, y esa sola palabra atempera en parte la esperanza.
 
Febrero de 2005. Apenas un mes después de egresar, los alumnos rinden en las universidades exámenes sobre los contenidos que vieron en la escuela. El índice de desaprobados es altísimo. Los docentes universitarios dicen que los alumnos no saben los temas básicos. Que la lectura de un texto les resulta un abordaje difícil. Que no comprenden las consignas. Que tienen dificultades para realizar interpretaciones. Los medios repiten la información. Por unos días las escuelas vuelven a ser noticia.
 
Dos meses después. Tiempos en los que ya nadie defiende la reforma educativa implementada once años atrás. Cada tanto algunas de las personas que fueron responsables del fracaso publican una nota, pero es sólo en defensa de su propia gestión. Son hilachas de una voz que ya no logra convencer a una sociedad que asiste a la contundencia de los hechos. El ministro de Educación anuncia que los alumnos del Polimodal rendirán a fin de año evaluaciones integradoras. La idea parece precisa: que los alumnos integren contenidos, estudien y que demuestren saberes y competencias. Evaluaciones integradoras, un tema que se comenta en muchas salas de profesores. Y de nuevo algunos docentes ven una esperanza. Otros se muestran más cautos. Veremos, repite aquel profesor.
 
Noviembre de 2005. Algunos profesores dicen que hay que ser prudentes con estas evaluaciones integradoras porque los mensajes oficiales fueron cambiando durante el año, bajaron el tono y empezaron a contradecirse. Deciden entonces diseñar pruebas fáciles para que sus alumnos aprueben sin problema. A otros docentes en cambio les parece una instancia para empezar a revertir los fracasos por algún lado. Y aunque el trabajo es arduo para ellos, piensan que vale la pena.
 
Un mes después. Otra vez un grupo de padres llega a la escuela. Reclaman a los profesores que sus hijos hayan desaprobado las evaluaciones integradoras. ¿Que por qué los profesores no cambian las notas?, preguntan. ¿Cuántas veces pasa?, pregunta una de las madres. Corregir las planillas, insiste la madre, se hace a menudo en las escuelas. Que llegarán hasta las últimas consecuencias, anticipan los padres y la frase se repite y se repite.
 
Solucionen el problema, piden entonces las autoridades a los profesores. Y aunque las clases ya terminaron, los docentes tienen que volver a evaluar a los alumnos del curso cuyos padres fueron a quejarse. A los otros cursos, no. ¿Es porque sus padres amenazaron con llegar a las últimas consecuencias? Sólo a los alumnos de los cursos cuyos padres amenazan. Las evaluaciones integradoras son tomadas fuera de término. Pero ya no están en juego los saberes y competencias de los alumnos. El cuerpo de profesores se indigna por los hechos. Los docentes involucrados no están solos, reciben el apoyo de sus colegas, pero el peso del maltrato y la injusticia siempre es más fuerte. ¿Qué les dije?, pregunta aquel profesor que recomendaba retacear por ahora la esperanza de un cambio en la educación argentina. Al rendir, la mayoría de los alumnos sabe menos aún que en la primera vuelta. Pero otra vez los padres logran la aprobación para sus hijos.
 
Unos días después. Durante el acto de asunción de Adriana Puiggrós como directora de Cultura y Educación, el gobernador bonaerense, Felipe Solá, afirma que la reforma educativa en la Argentina planteada en los años 90 está agotada y debe ser cambiada. Minutos después, en su discurso, Puiggrós afirma que promoverá una escuela exigente. Promete escuchar y consultar a los docentes y pide a los padres que se involucren con la educación de sus hijos. Queremos que los chicos estén capacitados para entrar en la Universidad, la educación superior y el mundo productivo. La vicegobernadora bonaerense Graciela Giannettasio, presente en el acto, se retira antes de que Solá y Puiggrós den sus discursos.
 
Febrero de 2006. Los alumnos que un mes atrás egresaron del Polimodal rinden los exámenes de ingreso a la Universidad. El porcentaje de desaprobados vuelve a ser altísimo. Los docentes del Polimodal se enteran por los medios. Que los rectores de las universidades están cada vez más preocupados. Que ninguno de los cincuenta aspirantes que rindieron matemática logró aprobar el examen. Que la calificación promedio que alcanzaron fue de 1,50 puntos. El secretario académico de Astronomía, Felipe Wachlin, declara que los chicos salen con conocimientos sin afirmar y poco acostumbrados a la exigencia en la corrección.
 
Con motivo de la sucesión de aplazos masivos Puiggrós convoca a reunión a los rectores de universidades para el martes 14 de febrero. Luciano Sanguinetti, director provincial de Educación Superior y Capacitación, afirma en declaraciones a los medios: "Estamos decididos a trabajar fuertemente para terminar con los aplazos, la confrontación entre Polimodal y Universidad, y para que el tema deje de ser parte de las agendas mediáticas".
 
Veremos, dice una vez más aquel profesor, sorprendido en este momento porque ya no está solo cuando lo dice. Un coro de docentes argentinos cada vez más decepcionados de los discursos políticos repite ahora junto con el profesor aquel. Veremos.

Contenido relacionado