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Clarín: Una terraza-jardín para estudiar música

El anteproyecto para la escuela de música de la Universidad de Cuyo es un edificio de una sola planta, inmerso en el verde.

Un diseño moderno y contundente pero a la vez sencillo distingue el anteproyecto para una escuela de música, en Mendoza. Sobre un terreno con una suave pendiente, al pie de los primeros cerros de la precordillera, los ganadores del primer premio de un concurso convocado por la Universidad de Cuyo crearon un edificio sintético que resuelve la mayoría de sus actividades en una sóla planta. De hecho, estas características fueron especialmente destacadas por el jurado del concurso.
 
El edificio, un prisma revestido con paneles de hormigón, contendrá las principales actividades de la escuela: salas de grabación y de lectura musical, laboratorios de instrumentos, un buffet, un salón de usos múltiples, un depósito de instrumentos y dos auditorios, uno de ellos con acceso directo desde el campus. Toda la planta está horadada por espacios verdes que aportan luz a las diferentes áreas del conjunto. Además, estas aberturas "permiten agrupar y ordenar el programa por familias de instrumentos, distribuir los servicios estratégicamente y localizar el auditorio de manera que pueda ser utilizado por toda la comunidad universitaria", explican los autores.  
El edificio se complementa con una estructura en L, ubicada al nivel de la terraza, de casi 1.000 m2. En ella se alojarán boxes de estudio, la dirección, la administración y la biblioteca. "Esta tipología de cinta alargada permite resolver la sucesión de pequeños boxes, los espacios de espera y algunas unidades de estudio para vientos —detallan—. En un extremo remata con la biblioteca y en el otro con el volumen del auditorio". Absolutamente vidriada y recubierta con parasoles, también aprovecha la iluminación natural de la zona.
 
Quizá el área más destacada del proyecto sea su gran terraza, de 4.000 metros cuadrados. "Es en verdad una terraza-jardín que, por un lado, articula la continuidad entre la circulación vehicular, los accesos, el parque y la plaza de las facultades. Por otro lado fue pensada como un espacio flexible que permite andar sobre él, plantar árboles y poblarse de acontecimientos no programados", explica los autores. Básicamente se trata de un montaje de dos tramas de vigas en dirección ortogonal, orientadas al eje Norte - Sur. Además, la cubierta del auditorio más grande, que sobresale en una de las esquinas de la terraza-jardín, se transforma en una gradería que resuelve un auditorio a cielo abierto.
 
"La incorporación en la terraza de especies vegetales de bajo consumo hídrico tiene un carácter tectónico más que decorativo, porque participarán activamente en el acondicionamiento y control ambiental y climático del edificio", destacan.
 
Las dimensiones de las aulas y las salas se proyectaron en función de las proporciones ideales para cada requerimiento de acústica, según el nivel sonoro. "Para cumplir con las exigencias de aislamiento se colocará un sistema de muros tabiques de bloques de hormigón rellenos de arena y paneles multicapas de material liviano", explican.
 
Propuesta sustentable. Otro aspecto destacado por el jurado fue el programa que propuesto para aprovechar los recursos naturales. Los proyectistas organizaron los espacios de manera tal que el edificio pueda recibir calor solar, ventilación e iluminación natural. Básicamente, los componentes fundamentales de esta idea son una cubierta - terraza permeable a la ganancia directa del sol. "Se potenció a partir de un sistema de patios interiores que otorgan luz natural y conjugan la vegetación en la planta baja y en la terraza".
 
En la fachada Norte, que está recorrida por parasoles horizontales, se proyectó una ventana alta, alargada y protegida por un voladizo; esto permite la ventilación natural en los boxes de estudio en pleno verano. En el lado Este, los parasoles son verticales. Y para simplificar el proyecto, el lado Oeste fue resuelto con un muro ciego por la intensidad del sol en verano.
 
Con premisas simples y un diseño moderno y pragmático, la escuela buscará generar un hito en el campus universitario.
 
Un equipo heterogéneo
 
Todos nacidos en la provincia de Mendoza, los miembros del equipo comparten la idea de combinar los criterios de la problemática ambiental con el diseño de una arquitectura actual. Quizá esta escuela de música deje en claro buena parte de su filosofía.
 
El arquitecto Daniel Geraldi y el ingeniero Alfredo Esteves lideran el equipo, básicamente apoyados en su labor como docentes e investigadores. Ambos, con 44 y 48 años respectivamente, han obtenido premios y menciones asesorando y dirigiendo a estudiantes en concursos de arquitectura sustentable. Como investigadores tienen en común más de 40 publicaciones nacionales e internacionales.
 
Y la nueva generación está representada por los arquitectos Federico Sampieri (31), también docente, Gustavo Barea (25), Federico Inchauspe (27), Jimena Gómez Piovano (24) y Emilio Cugnini (24). Todos han sido alumnos de Geraldi y Esteves en la Universidad de Mendoza. Conocen bien el terreno sobre el que trabajaron, saben de sus posibilidades y también de sus necesidades. Se definen como un grupo que "busca desarrollar la capacidad de maniobrar el espacio, el tiempo y la utilización eficiente de los recursos, combinándose para promover ideas y proyectos personales y en común".
 
Esta semana firmarán el contrato para desarrollar el proyecto y durante el transcurso de 2006 comenzará la construcción de esta escuela. La Universidad Nacional de Cuyo aportará $4.5 millones para concretar la primera mitad de la obra.
 
Todos los premiados
 
1ø PREMIO Arqs. Daniel Gelardi, Gustavo Barea, Federico Inchauspe, Federico Sampieri. Ing. Alfredo Estevez. Y Emilio Cugnini y Jimena Gómez Piovano. Asesores: Ing. Pablo Gantuz y María Isabel Legarreta.
2ø PREMIO Arqs. Mauricio Aguirre y Hugo Muñoz. Colaborador: Daniel Mendoza.
3ø PREMIO Arq. Mauro Romero. Colab.: Rosa María Menaj, Marcela Levy y Alejandro Romero. Asesores: Ings. Nerio Sierra y Carlos Fenzi y Roberto del Zerro.
SILVIA GOMEZ. sgomez@clarin.com

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