Los sucesos ocurridos recientemente en Bolivia nos remontan al año 2003. Desde el mes de septiembre los campesinos de la zona del lago Titicaca bloquean carreteras en contra de la exportación del gas natural a EEUU y de la puesta en marcha de un plan de desarrollo rural. Hubo entonces fuertes enfrentamientos entre fuerzas del orden y campesinos; el saldo fue la muerte de un soldado y cuatro civiles. Esto llevó a que la Central Obrera Boliviana (COB) convoque a una huelga general para exigir la dimisión del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. A partir de este momento se intentó negociar, sin éxito, con la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos.
En Octubre del mismo año, los cultivadores de hoja de coca, se sumaron a las protestas y a los bloqueos de carreteras. Se incrementó el número de muertes y heridos a raíz de los despliegues militares que el Gobierno ordenó. La Organización de Estados Americanos (OEA) y el Gobierno de Estados Unidos dieron su respaldo a Sánchez de Lozada, al tiempo que el presidente boliviano anunció la próxima celebración de un referéndum sobre la exportación de gas, tras un acuerdo con la coalición gubernamental.
También se ubica aquí la renuncia de Sánchez de Lozada - abandonando al país en medio de una sangrienta revuelta popular que dejó alrededor de 80 muertos- y la proclamación del entonces vicepresidente. De esta manera es nombrado el ingeniero químico Álvaro Ríos Roca como ministro de Minería e Hidrocarburos; mientras que el Banco Mundial afirmó que Bolivia debía seguir adelante con el proyecto de exportación de gas.
En diciembre del año 2004 el gobierno anunció un alza en el precio de los combustibles, que fue rechazado por la población. Días después, como líder de la oposición, el diputado y dirigente cocalero Evo Morales reclamó comicios anticipados. Las encuestas reflejan que Mesa era popular, pero su margen de maniobra estaba muy restringido por el Congreso, controlado por los partidos tradicionales y por movimientos regionales y sociales cada vez más organizados y críticos.
Para marzo del 2005, el presidente Carlos Mesa anunció que presentaría su renuncia ante el Congreso y señaló a Morales y al dirigente vecinal Abel Mamani como los responsables de un clima de incertidumbre en el país, por la incitación a paros y bloqueos.
En mayo decayó la popularidad de Mesa con la sucesión de nuevas marchas populares en demanda de la nacionalización de los hidrocarburos. Obreros, comerciantes, campesinos y vecinos reclamaron la medida en La Paz y el cercano municipio de El Alto, y condenaron las presiones de las transnacionales y las resistencias del gobierno a la recuperación del gas y el petróleo.
En junio, La Paz quedó expuesta a un inminente desabastecimiento de pan, carne y combustibles, por efecto de las protestas sociales en demanda de una Asamblea Constituyente y de la nacionalización de los hidrocarburos. Un grupo de manifestantes pidió a gritos ante el Estado Mayor del Ejército, que el general Marcelo Antezana derroque al presidente, lo que fue rechazado por el oficial y por diversos sectores.
El Movimiento al Socialismo (MAS) se sumó al proyecto de adelantar las elecciones como salida a la crisis social y política, aunque advirtió que al mismo tiempo debían atenderse las demandas populares.
Ya el 6 de junio ante el cerco de protestas sociales -protestas encabezadas por organizaciones indígenas- y tras un año y siete meses en el poder, el presidente de Bolivia, Carlos Mesa, anunciaba: "Hasta aquí he llegado".
El primero en la línea de sucesión presidencial, el resistido titular del Congreso, Hormando Vaca Díez, anunció que renunciaba en forma irrevocable si el Parlamento aceptaba la dimisión de Mesa. Su decisión fue seguida por la del presidente de la Cámara de Diputados, Mario Cossío –segundo en la línea de sucesión–. Finalmente, se designa al titular de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez, como nuevo presidente después de que el Congreso aceptase la renuncia de Carlos Mesa.
Presiones, protestas y demandas sociales, así como las amenazas de bloqueo de carreteras contra las empresas petroleras y las privatizadas de servicios públicos, son algunos de los motivos que llevaron a la renuncia de dos presidentes en Bolivia.
Los movimientos sociales indicaron que el objetivo perseguido durante semanas de lucha no fue la renuncia de Mesa ni el adelanto de elecciones, la lucha fue por la nacionalización de los hidrocarburos y una constituyente con contenido popular. Según Indymedia, la mayor parte de las organizaciones y movimientos sociales tienen la figura clara "queremos gobernarnos nosotros mismos y recuperar nuestros recursos". Si el parlamento, el presidente e incluso el ejército no escuchan esta voz y continúan subordinados a las transnacionales y al gobierno norteamericano, seguro que las movilizaciones continuarán
Andrea Cazorla
Departamento de Sociedad y Movimientos Sociales