Los beneficios de la lactancia natural son muy conocidos. A nivel general destacan el vínculo afectivo del binomio bebé-madre, así como una correcta nutrición y aportes inmunológicos al recién nacido. En el área odontológica favorece el buen desarrollo de los maxilares y músculos faciales y de la masticación. El niño hace esfuerzo muscular para extraer la leche del pezón, una “gimnasia” que estimula de esta forma el buen desarrollo del sistema muscular. El bebé no succiona el pecho, lo “ordeña” con su boca al precio de un enorme esfuerzo muscular, luego del cual se duerme. Se comprende la diferencia que hay con la succión del biberón que se realiza sin esfuerzo.
“Sabemos que el maxilar inferior, la mandíbula, está retrasada en el recién nacido y su desarrollo es menor que en el adulto. Esa mandíbula se tiene que ir adelantando, entonces la acción muscular al mamar también ayuda al desarrollo y la ubicación correcta de la misma” explica Laura Giromini, quien dirige junto a la licenciada Alicia Berardini un equipo de investigación en la facultad de Odontología que confirmó -como resultado de la investigación- la relación existente entre los antecedentes de lactancia artificial y la deglución disfuncional.
Usar una mamadera, un elemento extraño para el bebé, con una tetina donde fluye más fácilmente la leche, no permite “esa gimnasia que provoca exprimir la leche del pezón, con el esfuerzo muscular que ello implica. Por eso promovemos la lactancia natural”, agrega la odontóloga.
Es decir, con la alimentación mediante biberón, la estimulación de la musculatura es mínima y por ello, a menudo el bebé no termina de satisfacer su necesidad de succión. En muchos casos, utiliza objetos (chupete, manta) o dedos, lengua, mano y uñas, para quedar totalmente satisfecho (hábito de succión no nutritiva). Lo cual podría ser, a largo plazo, doblemente perjudicial para la instalación de un patrón deglutorio adecuado.
El proceso deglutorio normal también se puede ver alterado por factores hereditarios (de estructura o función) y/o adquiridos tales como: variedad y consistencia de la alimentación post lactante, respiración bucal, etc.
Un bebé que mama, refuerza y mantiene el circuito de respiración nasal-fisiológico ya que puede succionar, deglutir y respirar (por la nariz) con una correcta sincronización, sin posibilidad de respirar por la boca.
“En nuestro estudio hemos visto que muchas mamás tienen temor a no alimentar correctamente a su bebé en cuanto a la cantidad de leche, y agregan leche artificial en los primeros meses de vida volcándose así a una alimentación mixta. Por ello, es importante concientizar a la mamá de los beneficios de lactancia natural para evitar así el uso de la leche artificial en los primeros meses de vida del bebé”, dice Laura Giromini.
Las investigadoras observan también que, a veces, se prolonga el uso de la mamadera más allá de la edad en la que el niño tiene que empezar a usar vasos. “Además, cuando aparecen los primeros dientes y las primeras muelitas de leche, el niño tiene que empezar a comer alimentos de mayor consistencia. Este hecho también es importante porque la masticación, triturar el alimento, es una acción que favorece el buen desarrollo de los maxilares”, explica Giromini.
Según detalla, si un bebé sigue tomando leche con mamadera, la ubicación de la lengua queda en una posición baja y no se produce la esperada transición de la deglución infantil a la deglución madura. “Llamamos deglución al reflejo de tragar: el bebé cuando toma la mamadera o la teta tiene una deglución infantil: ubica la lengua abajo en forma acanalada y exprime. Pero cuando empieza a masticar, la ubicación de la lengua cambia: tiene que ir hacia arriba y ubicar la punta detrás de los incisivos superiores”, completa la docente e investigadora.
Entonces, cuando la lactancia artificial se prolonga, el niño va a mantener una posición incorrecta de la lengua, una posición baja que no ejerce el estímulo necesario en el maxilar superior. “Eso altera los puntos de empuje y favorece que el paladar quede angosto, y si la lengua se interpone entre los dos maxilares aparece lo que llamamos ‘mordida abierta’ o sea el paciente cierra la boca pero los dientes de abajo no contactan con los de arriba”, grafica la odontóloga.
Podemos advertir entonces la relevancia de la lactancia artificial como antecedente de riesgo en niños con diagnóstico de deglución disfuncional.
Frente a esta situación la solución es el tratamiento de ortodoncia-ortopedia maxilar acompañado de terapia miofuncional con fonoaudiólogas y terapeutas del lenguaje para corregir la función. La correcta deglución es ubicar la lengua arriba en el paladar, cerrar los labios y no hacer muecas en la parte anterior para hacer la presión. “La lengua se encarga de empujar el alimento, el bolo alimenticio, hacia la faringe para tragar”, completa Giromini, para quien no hay dudas de que la deglución disfuncional o atípica está muy relacionada con la lactancia artificial. A lo que se suman otras causas, como el uso prolongado del chupete o la respiración bucal: cuando el niño tiene algún problema en sus vías áreas superiores que impiden que el aire entre por nariz provocando que el aire entre por la boca.
La investigación se realizó en pacientes de 4 a 13 años que asistieron a la Clínica Integrada, Carrera de Especialista en Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial, de la facultad de Odontología de la UNCuyo en los años 2014-2015. Los pacientes seleccionados fueron diagnosticados por profesionales con deglución disfuncional.
“En este estudio el grupo de pacientes con lactancia natural se consideró hasta los 6 meses, pero entendemos que debe prolongarse hasta el año de vida”, explicó Giromini.
De todos los pacientes con alteración en la deglución, el 43% pertenecía al grupo de niños con alimentación mixta (excluyendo 2 que nunca tomaron leche materna).
“Evitar lactancia artificial siempre que sea posible y promover la lactancia natural los primeros doce meses de vida es el primer paso en la prevención de problemas de deglución y disminuir así el riesgo de instalación de hábitos de succión no nutritiva, dado que estos hábitos pueden modificar la posición de los dientes y la relación o la forma que guardan las arcadas dentarias”, cierra la investigadora.
Integran el equipo de investigadores: Laura Giromini (directora), Alicia Berardini (co-directora), Mariana Emilia García (docente adjunta), Norma Ester Torlaschi (docente adjunta), Carina Morales Bonil (docente ad honorem), Gonzalo Gandía (estudiante de Odontología), Gabriela Lázzaro (estudiante Terapia del lenguaje), Yésica Von Zedwitz (estudiante Terapia del lenguaje). Además, trabajaron como asesoras científicas Norma Rivas y Graciela Lorenz.