La idea surgió de un grupo interdisciplinario de docentes de las carreras de Arquitectura, Ciencias de la Educación, Ingeniería, Sociología y Trabajo Social de la Universidad junto con referentes y talleristas del Municipio.
“Piedras en común, identidad y encuentro” es un proyecto diseñado para crear un lugar de reunión de los vecinos, que permita promover los derechos de niños, adolescentes y mujeres, a través de actividades lúdicas, educativas y recreativas.
La obra, que se ubica en el sector C del asentamiento Piedras Blancas en Godoy Cruz, se construyó con una visión netamente sustentable que se inició con la proyección del arquitecto Martín Salazar, siguió el arquitecto Gonzalo Ruiz y actualmente con la dirección técnica de Horacio Sicilia. En todo momento se sumó la colaboración responsable de la comunidad en interacción con el equipo universitario.
El emplazamiento tiene unos 500 habitantes distribuidos en tres sectores; el A, que es urbano, y el B y C que son rurales. Esa diferencia socioeconómica marca fuertes contrastes culturales y hace que entre los sectores existan patrones de comportamiento e identidades propias y particulares, hecho que influye en el proceso de ejecución de un proyecto.
Teniendo en cuenta esa realidad, el equipo universitario se abocó al desarrollo de un trabajo abarcador para favorecer a toda la población sin excluir ningún sector y si bien el SUM se levanta en el C, alberga a toda comunidad para consolidar vínculos y favorecer el intercambio de tareas entre los sectores.
Por ser un espacio sin servicios, las actividades económicas son limitadas y diferentes según los sectores. En el A, existe hacinamiento, mayor densidad poblacional y más precariedad habitacional, lo que refleja una situación laboral inestable e informal y con mucha rotación.
En tanto que el B y C, tienen particularidades inversas, con trabajos más estables y definidos. Las mujeres se dedican al servicio doméstico y al cuidado de sus hogares, hay unos pocos comerciantes, varios changarines y trabajadores de la construcción. Y sorprende la figura de los recolectores urbanos, que habita en los tres sectores.
El asentamiento se instaló hace varios años lo que promueve una lógica de apropiación que no comprende la función del espacio público. Para resolver ese conflicto el equipo trabajó mucho con los vecinos la idea del lugar compartido, idea que prosperó con el tiempo.
Durante los primeros años el equipo universitario tuvo que sortear la desconfianza de la comunidad y también paliar la dificultad de construir un espacio de arquitectura sustentable, con materiales desconocidos y una técnica que era distinta y extraña. En ese aspecto, la presencia y persistencia de la Universidad se ganó el respeto de los vecinos.
El proyecto concluyó con éxito, inclusive ha servido de modelo a distintas personas y agrupaciones sociales que se sumaron a la tarea como fue el caso de “Ellas hacen”, un programa Nacional que administra la Municipalidad de la Capital, que trabajó en la obra durante tres encuentros.
Finalizada la obra se cierra una primera etapa que continuará con otra etapa, vinculada con el uso concreto del SUM y el trabajo con la comunidad. Entre las actividades que se pusieron en marcha se destaca la instalación de un merendero que funciona todos los sábados.
El proyecto también prevé trabajar, fundamentalmente, en el fortalecimiento de los derechos de los niños y adolescentes, a través de la participación y la construcción de la identidad colectiva partiendo del uso del espacio público.
Otro nicho importante son las mujeres, con las que se trabaja en el reconocimiento de la autovaloración y el respeto, se estimula el crecimiento de la coparticipación y se insiste en las ventajas del cotrabajo y el desarrollo autogestivo a través de la economía doméstica y la integración de la comunidad.
Uno de los integrantes del proyecto, el profesor de Técnicas Estadísticas para la Investigación Social, Mariano Peroni, se refirió a los distintos pasos del proceso y puso en valor el compromiso de todos los actores que fueron los verdaderos protagonistas. Dijo que fue el resultado de un trabajo común que todos sostienen y consolidan de manera permanente.
Por su parte Cecilia Antón, otra de las responsables, ponderó la tarea desinteresada de hombres y mujeres que apuestan a una construcción cooperativa y solidaria, dijo: “La mejor difusión es la red social de las personas que han pasado por el proyecto. El capital social es el mejor capital”.
Un proyecto que legitima la carrera
Durante la ejecución la cátedra de “Técnicas Estadísticas para la Investigación Social” de la carrera de Sociología, de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales decidió triangular lo metodológico, la técnica de estadística y el trabajo de investigación para que los estudiantes vivieran el proceso de inicio a fin. Mientras evolucionaba el proyecto se fueron sumando cátedras de diferentes carreras, en un recorrido complejo y dinámico.
Cecilia Antón, Mariano Peroni, Viviana Pérez, Anabela Sánchez, Horacio Sicilia, Carolina Jofré, Víctor Lescano, Diego Andrade, Marcos Malgoglio, son algunos de los que componen el equipo que todos los sábados por la mañana, junto con la comunidad de Piedras Blancas y otras instituciones, hacen posible la construcción de este espacio integrador.
Mariano Peroni, docente adscripto de la Cátedra, corresponsable de la génesis del proyecto, comentó que uno de los logros más valiosos es que los estudiantes comenzaron a trabajar en campo aplicando métodos estadísticos, hecho que potencia el aprendizaje activo. Y explicó, además, que la Facultad, en apoyo a la iniciativa, diseñó un cambio curricular que fue incorporado al programa.
La obra, construida con una visión netamente sustentable, es un logro que deviene de la aprobación de un proyecto que recibió diferentes aportes. Este tramo final lo financió el Área de Desarrollo Territorial de la Universidad que le dio continuidad a un trabajo que comenzó en 2014 con el apoyo del área de Articulación Social y Educativa de la Universidad.