El desarrollo turístico en zonas aledañas a embalses y grandes espejos de agua trae problemas ambientales relacionados a las descargas de aguas residuales domésticas que aportan contaminantes que, entre otras cosas, aceleran el proceso natural conocido como eutrofización, que es la abundancia anormalmente alta de nutrientes en el agua.
Este proceso se da por el contacto directo del agua con los suelos, produciendo en algunos casos disoluciones de estas sustancias que pueden o no ser perjudiciales para el hombre, los animales o el riego. El problema se genera cuando los embalses reciben la descarga de aguas residuales, un tipo de contaminación producida por el desarrollo de viviendas individuales o conjuntos habitacionales construidos en las inmediaciones para la explotación turística.
Estos edificios requieren del uso de agua para bebida, cocción, higiene personal, limpieza, etcétera. Luego de su uso se convierten en aguas residuales cuyos principales contaminantes son: materia orgánica, grasas, aceites y microorganismos que, si son vertidos en forma directa o indirecta sobre cursos de agua naturales, pueden ser muy perjudiciales para el hombre, teniendo en cuenta que, en algunos casos, se trata de fuentes de agua que después de un tratamiento son distribuidas por redes urbanas para su consumo.
En las aguas residuales domésticas son abundantes el nitrógeno y el fósforo, nutrientes que aceleran la eutrofización a partir del desarrollo de algas. Como no son eliminados fácilmente es necesario un tratamiento que pueda reducir el aporte de estos contaminantes a suelo y a las aguas subsuperficiales o superficiales.
Por esta razón, un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo construyeron una planta experimental de tratamiento de aguas residuales domésticas tomando como caso de estudio el embalse de Potrerillos, ubicado en la precordillera de Mendoza que abastece a gran parte de la provincia, y donde se han desarrollado gran cantidad de emprendimientos turísticos no del todo controlados.
El sistema consiste en un reactor biológico aerobio, que se combina con un humedal de flujo subsuperficial para la remoción de la materia orgánica, organismos vivos y nutrientes (nitrógeno y fósforo). Las aguas residuales así tratadas serían dispuestas en el suelo pero sin perjudicar las aguas subterráneas ni las del embalse.
“El tipo de tratamiento que se investiga es apropiado para viviendas individuales o pequeños conjuntos habitacionales”, explicó Jorge Fernández Llano, director del proyecto. “Requieren de un terreno adicional a la propiedad en donde se instala el reactor y el humedal. La superficie requerida está en función del volumen de agua a tratar, el cual depende a su vez de la cantidad de personas que usan la o las viviendas”, detalló.
Si bien este tipo de tratamientos se usa en otras partes del mundo, los investigadores quieren conocer cómo se comporta aplicado a una situación particular como es Potrerillos, ya que tanto los microorganismos como las especies de plantas utilizadas en el humedal dependen directamente de la temperatura y de las condiciones ambientales.
“Desde el punto de vista de variabilidad y estacionalidad de las actividades turísticas este sistema puede resultar muy conveniente, ya que permitirá una descarga apta para infiltración o riego, sin peligro de que el nitrógeno y fósforo lleguen al agua del embalse y con ello el riesgo de eutrofización”, arriesga Fernández Llano optimista sobre los resultados del proyecto. Cabe resaltar además que en Mendoza no existe este tipo de tratamiento, ni siquiera en pequeñas comunidades rurales.
“Este tratamiento se adapta para todos los casos pero especialmente aquellos en que no existe un sistema comunitario de recolección de aguas residuales. Se busca la reducción del aporte de nutrientes que puedan llegar a las aguas del dique. En otros casos, la presencia de nutrientes constituye una ventaja y no un perjuicio, como en este caso”, completó el director de la investigación, quien confía en que luego pueda ser transferida la experiencia a empresas interesadas en inversión turística, así como a organismos de gobierno y control que contarán así con una herramienta para atenuar los impactos generados por el desarrollo turístico en zonas costeras a embalses o pedemontanas.