Ecuador ha vivido una página más de su rebelde vida política, que muestra la capacidad de sus ciudadanos y la organización de su pueblo por exigir sus derechos hasta imponerse frente al poder, en lo que se ha denominado "Quito: la revuelta de los forajidos"
El nivel de corrupción en este país es el mayor de Latinoamérica. Esto, sumado a la permanente sumisión de la dirigencia política a las presiones internacionales, promovió una inédita crisis de representación.
Con una economía dolarizada, un costo de vida alto y niveles de desocupación similares a los de Argentina, en los últimos tiempos se han profundizado las diferencias sociales. La producción de petróleo, favorecida por el gran aumento del precio del barril de petróleo, contribuyó a la concentración de la riqueza en pocas manos.Todos son elementos de alta combustión y resultantes de años de aplicación del modelo neoliberal.
Además Ecuador ha generado grandes resistencias populares, fundamentalmente aquellas ligadas al movimiento indígena y campesino. Estos sectores otorgaron cierto consenso para la llegada de Gutiérrez al poder. El límite a ese apoyo estuvo dado por las contradicciones propias de la gestión oficial. Gestión que, como las anteriores, se alejó de las demandas populares.
El pueblo de Ecuador ya derrocó a los dos presidentes anteriores, uno de ellos el hasta hace días exiliado Abdalá Bucarán. Este, amigo personal del ex presidente argentino Carlos Menem, logró retornar gracias al guiño de la Corte suprema de Justicia creada y elegida por Gutiérrez. Un hecho más que sumó al desprestigio del renunciante mandatario.
El ex vicepresidente Alfredo Palacios, ahora presidente, tiene un difícil escenario por delante. Aunque a esta altura de los acontecimientos debe saber con certeza lo que sucede cuando un pueblo se expresa tan contundentemente.
Fueron muchas las secuelas que dejaron estas manifestaciones pero el pueblo no gritó en vano. Sabe que no vasta con cambiar el nombre de un presidente.
Eva Reveco
Escenarios Latinoamericanos
