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Edición Limitada

El sábado 9 de julio llegó al revistero la flamante edición de la legendaria revista Caras y Caretas al comando del historiador Felipe Pigna. Calida recepción para una publicación con tibias críticas, pero con buenas pretensiones revisionistas.

24 de julio de 2005, 23:38.

En un quiosco de diarios y revistas de la Avenida San Martín, su dueño sabelotodo discute tozudamente con un circunstancial comprador sesentón:

- Quiosquero: Usted  busca revista “Caras. 

- Comprador: No, busco “Caras y Caretas”, la revista de Felipe Pigna”

- Quiosquero: ¡Esa revista es de cuando mi viejo era un pibe! Usted busca ésta.

[Le extiende la revista “Caras”, donde en la tapa una de las Trillizas de Oro hojea aterrorizada un matutino inglés sobre los ataques terroristas a Inglaterra. (!!!)]

- Comprador: No, esa no.

- Quiosquero: bueno,  ¡acá a Mendoza no la trajeron!… (Como si su quiosco fuera el único en toda la provincia, porque para él, como buen ser urbano, la vida termina en los zanjones)

Esta situación de seguro mermará pronto, y los canillitas se irán acostumbrando a este nombre, porque al parecer fue muy buena la recepción, al punto de tener que hacer una tercera edición de este número 2.188.

El ombligo nacional

Un excelente papel de impresión es lo que primero asombra, tanto en las tapas como en su interior, las páginas son todas laminadas y a color. Nada debe envidiarle a las revistas de aerolíneas y de tarjetas de crédito. Su lomo es encuadernado y resulta muy apta para coleccionistas (¿caprichos del “histórico” director?) ya que con este formato se puede guardar en una biblioteca y luego buscar ágilmente lo que uno precisa.

La ilustración de la tapa es un dibujo, no como las de los antiguos dibujantes de mano alzada, sino mediante el mouse óptico. Y muestra una escena, caracterizada en el medioevo: están La Libertad con una bola de cristal donde aparece la Argentina, y a su alrededor se aglutinan ferozmente Macri, López Murphy, Duhalde, Carrió y Alfonsín, mientras que el Presidente Kirchner se muestra relajado y sonriente.

En la parte superior de la tapa, figura grande y con una sutil tipografía, el nombre de la publicación y, abajo, en letras muy pequeñas, se lee: “La revista de la patria”.  Un slogan poco claro, que no deja de ser un mal hábito del nudo porteño que siempre alimenta la hidrocefalia creyendo tener el discurso nacional. Si en algún momento Caras y Catetas fue, por voto popular, “La revista nacional” era porque no había muchas más. Hoy por hoy, hasta el más pequeño barrio tiene su publicación en papel, y ni hablar de Internet. El cáncer del centralismo que vocifera en nombre de la Argentina sus creaciones es tan poderoso que parece imposible su extirpación, incluso en los sectores opositores a él.  Por lo que se debería re-pensar éste concepto y hacer honor a la segunda leyenda que dice: “Como repartir la riqueza en la Argentina”. Una posible respuesta: federalizando de verdad. Además, una revista a  $ 7,90 dista mucho de ser patriótica. Cuesta imaginarse a French y Berutti vendiendo sus escarapelas por un peso, más el alfiler de regalo ¿no?

De cualquier manera, es el primer ejemplar de esta nueva era, y seguramente más adelante, se vislumbrará aún mejor el perfil escogido. Todo esto, sobre una fotografía de fondo con un cielo muy celeste y muchas nubes (¿Homenaje del Director a su querido Belgrano?)

Mirada interior

La comparación con las ediciones de finales del siglo XIX es inevitable: en cuanto al tratamiento de la información, la antigua edición al salir semanalmente, refería a temas más “frescos”, en cambio esta última, trata contenidos más amplios como la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final o la política exterior argentina. Otras, en cambio, tienen una resonancia más próxima, como el caso de Romina Tejerina. La cobertura cultural es completísima en tanto que ofrece espacio al teatro, pintura, música y literatura. También tiene su lugar fijo la tecnología, el deporte y el sexo, mientras que en dos carillas se publican poemas y cuentos.

Pero sin dudas, es el tinte de la historia, el que tiñe cada párrafo dejando en clara la fórmula de Felipe Pigna de mirar  hacia atrás y repensar el país.  Desde las notas más extensas como en “Argentina 2010 o el futuro mistongo”, donde se hace un minucioso repaso de la vida política y sus proyecciones hacia el Bicentenario (el leitmotiv a secas de Caras y Caretas), hasta las más pequeñas, como la dedicada a Niní Marshall. En esta misma línea, algunos textos son decididamente históricos como uno dedicado al origen de algunas comidas, otro trata el proceso de imposición de los modelos de familia de la TV argentina o un lujoso informe de un crimen de repercusión nacional. También se destaca la sección “La conversación”; donde el Director entrevista a un protagonista de la historia argentina (en este caso a Jorge Antonio, un cercano funcionario de Perón) o el reportaje simulado a un prócer nacional, basado en cartas y escritos de este a modo de respuestas, que en este caso es a Belgrano, una de las personalidades históricas preferidas de Pigna.

Es impecable el cruce de los estilos de diagramación moderno y antiguo, como los recursos tipográficos combinando fileteados y líneas rectas, con el fin de producir un producto moderno, pero clásico a la vez. Fiel a sus orígenes, todas las notas están pigmentadas de ilustraciones y caricaturas, apoyándose en la figura femenina de La Libertad para legitimar su discurso nacional. Hay además, un archivo fotográfico muy bueno, casi inédito, donde se ha hecho uso para ilustrar las notas, aunque lamentablemente, en muchos casos no hay un epígrafe que refiera quien es él de la foto, como ocurre con una del jugador de River “Charro” Moreno (décadas del ‘30 y ‘40), que, para muchos, junto a Distéfano y Maradona,  es uno de los mejores futbolistas criollos.

Este volumen trae un CD-ROM  de regalo, que contiene un excelente multimedia que combina sonido e imagen simulando una vieja película con sonido vitaphone (muda pero con música) con un viejo jazz y  muestra, de a una, las 50 primeras tapas de la primera edición de la revista. Además también se pueden abrir individualmente con un programa de imagen, e imprimirlas sin problemas, puesto que tienen una excelente resolución.

Un camino largo

Caras y Caretas llega, no solo a buen puerto, sino también a buen tiempo, ya que el vaciamiento de contenidos de esta naturaleza en los 90 fue avasallante y era necesaria una mirada en retrospectiva. Esperemos, haga honor a su nuevo cumpleaños, y declare la independencia  de  los designios del mercado y las presiones políticas. Tal ves hay poca critica, ante la crítika vida nacional.  El intento es valido, desde nuestra óptica provinciana, sólo son cuestionables los  malos aires centralistas. Que no se cumpla lo que canta León Gieco en las décimas de Mauricio Berbel: “Federalismo mentira desde que tengo memoria, allá se cuenta la historia, acá se escribe con sangre.” Que las provincias sean unidas… lejos de la plata.

Fabián Sepúlveda

fabsep@hotmail.com

Departamento de Cultura

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