Algunos
colegios privados han decidido tomar los globales a fin de año, aunque
considerándolos como una nota más del tercer trimestre. No buscan lesionar los
contenidos fijados por
La
decisión de los directivos de algunos colegios privados, de tomar los exámenes
globales de fin de año a todo el alumnado, pero considerándolos como si fuera
una nota más del tercer trimestre, vuelve a dejar en evidencia la falta de
políticas e instrucciones claras de parte de
A
lo largo de su gestión, la actual conducción educativa ha realizado cambios
imprevistos e importantes en su área de acción y, en algunos casos, en contra
de lo que consideraban quienes integran el Consejo General de Educación, un
organismo de consulta que suele ser convocado a nivel oficial para conocer su
opinión sobre determinados temas.
A
principios de año, el Gobierno anunció la ampliación del plazo, hasta mediados
de abril, para rendir materias pendientes a los alumnos de octavo y noveno
años. Hasta esa fecha, los educandos pudieron cursar con más de dos materias
previas y recibieron apoyo académico durante cuatro semanas, con el objetivo de
que pudieran ingresar al primero del polimodal y engrosar así el porcentaje de
promoción a la secundaria.
Con
posterioridad, no quedó en claro lo que sucedió con una directiva que disponía
elevar la nota mínima a un 4, para “elevar la autoestima de los alumnos”, según
se indicó.
Y,
en el caso de los globales, existían algunas deficiencias técnicas en la
normativa curricular, que derivó en la convocatoria al Consejo General de
Educación para conocer la opinión de los representantes de
Sin
embargo, las autoridades educativas insistieron con su posición, basándose en
el hecho de que las decisiones del Consejo no son vinculantes “porque de lo
contrario no deberíamos tener un gobernador y una directora de Escuelas y que
sea el Consejo el que tome las medidas”. Una actitud incomprensible si partimos
de la base que había sido el propio Gobierno el que los había convocado.
Algunos
colegios privados, que en una actitud lógica y coherente habían definido su
proyecto pedagógico anual, decidieron tomar igual los globales, lo que provocó
el reclamo de algunos padres, incomprensible si tenemos en cuenta que la
actitud va en contra de lo que constituye una mejor educación para sus hijos.
De
todos modos y a los efectos de no salirse de lo que establece
En
ese marco, si todos los establecimientos educacionales se rigen y aceptan
-algunas veces a regañadientes- lo que fijan las autoridades educativas de
Y
la respuesta es simple: existen enormes diferencias en lo que a disciplina se
refiere entre los colegios estatales y los privados.
En
estos últimos hay reglas de conducta que deben cumplirse, lo que termina en
definitiva sumando a favor de la calidad educativa. En los estatales, en la
gran mayoría de los casos esas normas no se respetan y, en el afán de mantener
una política de contención del alumno, se permiten agresiones o falta de
respeto del alumno o de los padres hacia los docentes, sin que exista ningún
tipo de sanción.
La
ley 1420, piedra basal del sistema educativo nacional, fue sancionada en 1884,
luego de uno de los debates más intensos y de largo alcance de la historia
argentina, que llegó a dividir incluso a la generación del ’80. Estableció la
instrucción primaria, obligatoria, gratuita y gradual, para favorecer el
desarrollo moral, intelectual y físico de los niños -en aquel momento- de entre
6 y 14 años de edad.
Establecía,
entonces, igualdad de posibilidades para todos. En los contenidos, esas
posibilidades siguen existiendo, porque no hay una educación para unos y otra
para el resto. La gran diferencia es que uno -los privados- respeta y hace
respetar las normas de conducta; una materia pendiente en muchos colegios del
Estado.