El fenómeno se repite en la mayoría de las universidades estatales del país, aunque en Mendoza supera la media nacional, que es de 57%. Sólo hay mayoría de varones en las carreras de Ingeniería y Seguridad Pública.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer, hoy 8 de marzo, hace que la vorágine de discursos cotidiana ceda lugar a algunos que se refieren a la condición del género. Un género que desde tiempos inmemoriales le ha dado batalla al imaginario social dominado por una ideología paternalista y machista que le ha impedido ejercer con plenitud sus derechos.
Aunque sigue reproduciéndose esa mentalidad en diferentes ámbitos, las mujeres han logrado avanzar en el ejercicio de su libertad.
Y la han ejercido con prestancia. Un ejemplo claro de esto es la mayor cantidad de mujeres que egresa de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), un fenómeno que se repite en todas las universidades estatales del país, de acuerdo a datos estadísticos que maneja la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación.
Según el Anuario Estadístico 2006, el último elaborado por esta secretaría, durante ese año 63% de los estudiantes de la UNCuyo eran mujeres, mientras que pertenecía a este género 62,9% de los egresados. Esto está inclusive por encima de la media nacional que fue de 57% en el caso de las estudiantes, mientras que de las universidades públicas egresaron un 60,4% de mujeres.
La secretaria académica de la UNCuyo, profesora Estela Zalba, explicó que entre los aspirantes a ingresar este año 60% son mujeres. Queda claro que efectivamente se ha producido lo que se denomina la “feminización” de los estudios universitarios.
Sin embargo, de esto cabe hacer otra lectura. Hay carreras que despiertan el interés mayoritario de las mujeres como así también hay carreras que son tradicionalmente masculinas.
Entre los aspirantes a la mencionada universidad hay mayor concentración de chicas en casi todas las facultades pero hay algunas que marcan una tendencia tajante. Tal es el caso de Educación Elemental (95%), Enfermería (83%), Odontología (80%) y Tecnicaturas de asistencia en salud (77%). Sólo hay mayoría de varones en Ingeniería (81%) y Seguridad Pública (71%).
Esta división tan marcada en la inclinación de los sexos por ciertas disciplinas puede corroborarse en la distribución de estudiantes en las carreras de la Universidad Tecnológica Nacional de Mendoza, donde según explicó la ingeniera Claudia Correa, secretaria de gestión, la matrícula es preponderantemente masculina y no sufre grandes alteraciones dado que se trata de carreras duras.
En general, las ingenierías presentan más de 95% de estudiantes varones mientras que sólo en algunas de ellas el porcentaje disminuye a alrededor de 65%. Sin embargo, la profesional observó que “hace 20 años en un grupo de 60 varones se podían encontrar 4 mujeres”; hoy, ellas ocupan más espacio, se han animado a insertarse en esta rama.
En la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Juan Agustín Maza, 69% de los egresados son mujeres, y allí incluso lo son 63% de los docentes, según detalló su decana, Gabriela Giornelli.
Esta separación obedecería, según explicó la investigadora del Conicet Alejandra Ciriza, a una afinidad electiva que guarda relación con lo que los procesos sociales hacen que los sujetos hagan, esto es, normalizar algo socialmente determinado e internalizado. Históricamente, a través de la división sexual del trabajo se ha asignado al hombre el trabajo asalariado y a la mujer el trabajo doméstico.
A partir de esto, la elección de los estudios queda determinada por esa “inclinación natural” por ciertas tareas que están generalmente relacionadas con el cuidado del otro y la docencia. Las ramas que prefieren son las de la Salud, pero generalmente en lugares subordinados (instrumentistas, obstetras, enfermeras), Educación, que se relaciona con el concepto de que la vía privilegiada para esto es la madre, el ser femenino y, en el último tiempo, el Trabajo Social, relacionado con una especial sensibilidad hacia los otros.
Asimismo, se registra un avance de las mujeres en carreras tradicionalmente masculinas, como es el caso de Ciencias Económicas que en la UNCuyo este año tiene un 60% de chicas que aspiran a su estudio.
Para la profesora Zalba, ya no puede hablarse tanto de carreras para hombres o para mujeres como sucedía hace cuarenta años. Esta ruptura de estereotipos y supuestos ha beneficiado a ambos sexos, ya que los chicos se sienten más libres a la hora de elegir.
Para Ciriza, esto también guarda relación con el hecho de que las mujeres tienden a ocupar los lugares que los hombres dejan vacíos y en la sociedad pos-menemista la educación está devaluada. Esto también puede explicar en parte algo que muchos estudiosos del tema aseguran: las mujeres no reciben la misma remuneración que los hombres por la misma labor.
Los trabajos a los que pueden acceder quizá están desvalorizados. A ellas les cuesta mucho acceder a cargos jerárquicos, se les exige más preparación que a los hombres y, cuando lo logran, generalmente encuentran múltiples obstáculos y presiones extra.
Otro punto a destacar entre las estudiantes mujeres es el muy buen rendimiento académico que suelen tener. Zalba explicó que los docentes generalmente observan que las mujeres son más cumplidoras, más empeñosas y más organizadas.
En definitiva, se trata de haber alcanzado en este sentido un ejercicio más pleno de la ciudadanía, un planteo clásico del siglo XVIII, que refería a la mujer como ser racional y por ende con derecho a la educación.