Por Loana Isla Lacuey
Agencia Taller. Escenarios
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A más de un mes de los trágicos atentados vividos en Londres, Tony Blair presentó su plan para combatir el terrorismo en Gran Bretaña. Su propuesta consta de 12 medidas, a aplicar en los próximos meses. El plan prevee, entre otras cosas, la deportación de extranjeros que promueven el odio religioso y el terrorismo en el país. Blair propuso conceder poderes al ministro del Interior británico para deportar o negar la entrada a extranjeros que "predican el odio" y un rechazo automático a la entrada de cualquiera que haya participado en “actividades terroristas”.
Entre las medidas a aplicar se encuentra también el cerrar lugares de culto —como son las mezquitas— “que son utilizados para promover el extremismo”. El ministro del Interior también propuso una lista de "conductas inaceptables", según las cuales extranjeros residentes que tienen websites, publican materiales o abusan de sus posiciones como maestros o líderes, pueden ser deportados. Y este delito se extiende a cualquier parte del mundo.
Pero estas propuestas no se aplican solo a ciudadanos extranjeros en Gran Bretaña, sino que los británicos también pueden ser detenidos bajo los mismos cargos. En su conferencia de prensa mensual, el primer ministro sostuvo que la clave era lidiar con los extremistas extranjeros que proveen "la conducción ideológica, a los británicos fanáticos, como los terroristas suicidas". Y anunció: "No tenga ninguna duda de que las reglas de juego están cambiando". Además, Blair decidió hacer sólo un mes de consultas interpartidarias antes de aplicar las propuestas presentadas.
Frente a estas medidas, las reacciones fueron diversas. Por un lado, lograron el respaldo del Jefe de la Policía Metropolitana, Sir Ian Blair, quien dijo que éstas cumplen muchas de las peticiones de nuevos poderes hechas al primer ministro por la Policía. También tuvo el apoyo del ministro de Finanzas, Lord Falconer, quien recalcó que “es importante que haya unidad, no sólo en el consenso político, sino también entre la comunidad musulmana".
Por otro lado, Charles Kennedy, líder del partido Liberal Demócrata, criticó las medidas antiterroristas anunciadas para combatir el extremismo, argumentando que el Gobierno no debería dejar que el humor popular dicte la legislación en el país tras los atentados del 7 de julio en Londres, según informa la cadena BBC.
Las acciones propuestas en el plan enfurecieron a las organizaciones de defensa de las libertades públicas y los derechos humanos y amenazan con romper el consenso entre partidos que se había generado en Gran Bretaña tras los atentados. Así también, líderes musulmanes británicos advirtieron que las medidas demonizan a los musulmanes. El temor es que estas medidas alienan aún más a la comunidad musulmana en Gran Bretaña, que vive bajo alta tensión desde los ataques.
A modo de reflexión sobre este plan antiterrorista, el columnista de The New York Times Thomas L. Friedman escribió una frase que sintetiza lo que está por venir si se ponen, finalmente, en marcha estas medidas: "A partir de hoy seremos todos un poco menos libres".