Las manifestaciones ocurridas en los últimos días en Ecuador, donde las bocinas de los autos, por lo general costosos y las manos de las amas de casa ocupadas por cacerolas, hacen ver una vez más que la clase media latinoamericana salió a la calle.
Las coincidencias con nuestro país parecen exageradas. La gente que se manifiesta muestra su indignación con la lucha por el poder. Tal situación demuestra el vacío existente con la organización de las movilizaciones por parte del partido opositor, en este caso la Izquierda Democrática, que ha perdido el nivel de convocatoria.
A esto se le suma que no está clara la dirección de la lucha de la clase media. Si bien demuestran su desacuerdo con el actual gobierno no existe un planteamiento loable de cómo alcanzar sus metas. Sólo se llenan las calles de Quito al grito de “Lucio fuera” y “que se vayan todos”. Consignas hasta imitadas de las gargantas argentinas.
La corrupción, el manoseo de leyes, las promesas incumplidas y la falta de respuestas son los detonantes que hacen que en 2001 y 2005 el pueblo pida un cambio.
Hasta en ambos países se dictó un toque de queda que fue a las pocas horas dejado sin efecto. Todas muestras que dejan clara evidencia de la falta de legitimidad de lo gobiernos.
La represión tampoco se hizo esperar en ninguno de los dos países. En Ecuador ya dejó un muerto y varios heridos. En Argentina la represión efectuada contra los manifestantes en Plaza de Mayo fue brutal con desastrosos resultados.
El otro dato curioso es que ambos presidentes prefirieron abandonar sus puestos a bordo de un pintoresco helicóptero.
Gabriela Guilló
Escenarios Latinoamericanos