La Distinción “María Elisa Norton Farmache” (click aquí para ver la Ordenanza) fue instituida, en su homenaje, el 27 de marzo pasado por ordenanza del Consejo Superior, para “aquellos alumnos que hayan realizado un esfuerzo excepcional en pro de la obtención de su título como consecuencia de situaciones excepcionales de adversidad -sean de índole social, económica o de salud- y manifiesten una trayectoria académica destacable”.
Precisamente, la Resolución del Consejo Superior del 12 de agosto (click aquí para descargarla), que le otorga la distinción póstuma, destaca que María Elisa ingresó a la carrera de Medicina en el 2001 y que su actividad se desarrolló normalmente hasta 2004 en que terminó cuarto año. Pero “a partir de esa fecha, aparecieron síntomas de una enfermedad terminal y, a pesar de las diversas intervenciones quirúrgicas y tratamientos a los que debió ser sometida, nunca abandonó sus estudios y fue una alumna con muy buen rendimiento académico”.
Con esa misma actitud, llegó hasta la instancia del último examen, “que aprobó en la parte escrita y que, no obstante, no logró aprobar la parte práctica, a la que llegó con una dificultad motriz que le impidió superarlo”.
El texto también refiere que “en su paso por las aulas de la Facultad consiguió ganarse el cariño y la admiración no sólo de sus pares sino también del personal docentes y de apoyo académico”.
El vicerrector a cargo del Rectorado, José Guillermo Rodríguez, quien presidió el acto, fue el encargado de entregar el título de la distinción y la medalla recordatoria a María Teresa Farmache, con quien se confundió en un abrazo en medio del sostenido aplauso de los presentes.
Al abrir la sesión, el Vicerrector había destacado el “carácter especial” del acto con la numerosa presencia de familiares, compañeros y amigos, “lo que pone de manifiesto que la Universidad está abierta a todas sus inquietudes”.
Luego de la entrega de la distinción, la señora Farmache dirigió a los presentes unas emocionadas palabras, en las que evocó y rememoró los avatares de la larga enfermedad por la que atravesó su hija y su voluntad indomable y espíritu de alegría con que la afrontó, “hasta rendir la última materia tres días antes de la última operación, sin decir nada”.
Es que “ella estaba convencida de que estudio y la capacitación son el origen del mérito”, subrayó.
Para finalizar, la madre leyó una comunicación que le hizo llegar una compañera de María Elisa en la que agradece el ejemplo y la influencia que tuvo en su vida personal, aun sin tratarla personalmente, la actitud valiente ante la vida de aquélla.
También leyó la carta que el doctor Roberto Herrera, jefe del Servicio de Neurocirugía de la Clínica Adventista en la que María Elisa hizo sus prácticas, dirigió al decano de la Facultad de la Ciencias Médicas, Roberto Vallés. En ella, el profesional expone diversos argumentos sobre los cuales fundamentó la solicitud de que la Universidad le otorgue a ella el título de médica, en mérito a su trayectoria académica y de vida, y que no pudo alcanzar antes de su muerte “por sólo unos centésimos”.