El trabajo de un artista es algo que cuesta realizarse en la provincia, ya que el dinero nunca es suficiente, y los incentivos para esta área son escasos. Mendoza se caracteriza por no fomentar buenas obras y relegar la actividad artística a un tercer o cuarto plano. Además cada vez que se destinan subsidios a este rubro, son los mismos “dinosaurios” de siempre los que hacen del arte un acto proselitista.
“Hacer arte” en esta ciudad es una misión (prácticamente) imposible, ya que cuando la imaginación vuela y se quiere realizar un espectáculo a gran escala es inalcanzable recaudar lo necesario. Esto ha llevado a que los sensibles creadores tengan la obligada necesidad de conseguirse un “mecena”, es decir, alguien que financie sus descabelladas propuestas. Generalmente estos “mecenas de hoy” son empresas y se conocen como “sponsors”, los mismos que arruinan todo al colocar sus coloridas banderas de “compre más barato” detrás del espectáculo de turno banalizando y reduciendo a la obra de arte a un producto de consumo.
Está claro que carecemos de una “política cultural integradora”, pero el azar y la desesperación nos dieron un alivio.
En las vísperas del cumpleaños 150 de la ciudad de Godoy cruz, dicha comuna organizó una serie de festejos en honor a su aniversario - todos sabemos que cuando esto sucede los fondos están y las cosas deben salir cuanto antes-. “He aquí la moldura en espejo”. Un grupo de selectos artistas mendocinos reconocidos en el ambiente por su virtuosismo, creatividad y por manejarse siempre en el under, llegó a las puertas del cielo, ya que le encomendaron la misión de realizar el acto inaugural de los festejos tombinos.
Federico Vuegen, un joven bailarín de tango dedicado exclusivamente a su profesión, se puso el proyecto al hombro, y junto a su pareja, Soledad Lencinas, aprovecharon la oportunidad y montaron un espectáculo teatral de humor y tango, que además de cumplir con los requisitos de hacer honor al departamento de Godoy cruz (ya que la columna vertebral del espectáculo era una historia desarrollada en el departamento) era de una calidad artística impecable, combinaron los elementos de una manera tan precisa que la gente (a teatro lleno) vivenció una auténtica catarsis.
La atención se desplazaba de los textos de Alberto Bistué a la música del Quinteto Contramarca, materializándose en la danza de los bailarines con total armonía y enlace.
Lo más llamativo de este evento fue que el mismo gobierno, que nunca da en la tecla a la hora de realizar manifestaciones culturales de buena calidad, les diera la oportunidad a estos talentosos jóvenes. Alguna vez tenía que pasar, ya es hora que los organismos oficiales se den cuenta del valor del dicho popular “zapatero a su zapatos”. Sería conveniente que ellos se encarguen de los problemas políticos que no son pocos, que en Mendoza sobran artistas para organizar espectáculos dignos.
Emilio Alfano
Departamento de Cultura