Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

El lado oscuro de Live8

Se realizó en varias capitales del planeta el Live8, un megaconcierto con la participación de muchos famosos para sensibilizar a la sociedad terráquea sobre la ayuda que deben recibir los países más pobres. ¿Habrá quedado algo más en las mentes que la mirada de Robbie Williams?

10 de julio de 2005, 19:41.

Ya no sos igual

En sus inicios, el rock and roll tuvo un origen proletario y su función era ciento por ciento contracultural. Aunque luego, con el negocio de la música grabada y las abultadas ganancias, los artistas del género abandonaron para siempre sus humildes orígenes (Elvis, por ejemplo, era camionero) para comenzar a vivir una dorada existencia. El rock (que entre los negros significaba el acto sexual) fue, tal vez, el último resabio de las utopías, eclosionando con toda su fuerza, a mediados de los ‘50. Aunque cuando algo explota, nada queda, ni siquiera la bomba misma.

Igualmente la piedra siguió rodando, y hoy el rock es, en parte, sólo una mueca de su revolucionario umbral. Si bien la calidad musical no disminuyó demasiado, si lo hizo su compromiso social. El rock de este milenio sabe mucho de contratos millonarios, fama y plumaje blanco. Será necesario, para este análisis, considerar al pop como género, (aunque de menor impacto y trascendencia), y sino observen a Laura Pausini y piensen qué puede aportar a la toma de posición respecto del G8.

Lo del sábado 3 de julio fue una de las tantas manifestaciones rockeras que se realizaron a favor de una causa noble: sólo basta recordar las giras de Amnesty, el Concierto por Bangladesh de George Harrison (uno de los precursores), Pavarotti y sus amigos, el Tributo al gran Freddie Mercury y la lucha contra el SIDA, etc.  Lo cuestionable del asunto es ¿Hasta qué punto todo esto removió las conciencias primermundistas? Incluso, en el resto del mundo (y aquí nuestra Mendoza será un claro ejemplo) la intención del Live8 no fue tomada con seriedad al momento de retrasmitir la señal desde los distintos puntos cardinales donde se concertaron las protestas, desvirtuando cualquier tipo de propósito. Pero antes de adentrarnos en esta discusión, sería conveniente repasar algunos datos históricos.

Yesterday

Bob Geldof, para muchos era un desconocido hasta que se le ocurrió organizar estas fiestitas. Este irlandés fue líder de la banda Boomtown Rats, luego fue el protagonista de “The Wall” (el mismo que se rapaba las cejas, ¿se acuerdan?), el film conceptual de Rogers Waters y Pink Floyd, dirigida por Alan Parker.

Corría 1984, y conmovido luego de ver un documental sobre el hambre en Etiopía, decide ponerse a trabajar en el asunto. El primer paso fue formar la Band Aid, un conjunto de megaestrellas británicas que lanzaron el simple Do they know it’s Christmas? con el que recaudaron 8 millones de libras esterlinas.

El otro paso fue producir el Live Aid, con el objetivo de ayudar al continente africano. Fueron dos conciertos simultáneos en las ciudades de Filadelfia (EEUU) y Londres (Inglaterra). Entre ambos se estimó una audiencia televisiva de dos millones de personas (todo un record para la época) y el día elegido fue el 13 de julio de 1985. Algunos de los invitados fueron Paul Mc Cartney; Michael Jackson, Queen, David Bowie, Tina Turner, Phill Collins, Madonna, The Rolling Stones , George Michael y U2.

Con ayudita de mis amigos

Durante la jornada del pasado sábado 3, Geldof fecundó algo similar a aquel Live Aid (Ayuda en vivo) que, para esta ocasión, cambió de nombre: Live8 (En vivo 8). Esta vez, la meta fue presionar a los dirigentes políticos del Grupo de los Ocho países más industrializados (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y la colada Rusia) para que tomen medidas contra la pobreza, aprovechando además que durante estos días (6 al 8 de julio) celebraron una cumbre en Gleaneagles, Escocia.

Si bien no fue tan revolucionario como su antecesor (hoy los satélites son comunes, las comunicaciones son similares), el Live8 en lo único que se distinguió totalmente fue en el número de lugares donde se montaron escenarios, llegando esta vez a 9: Berlín, Tokio, Moscú, Cornualles (suroeste de Gran Bretaña), Barrie (Canadá), Versalles (inmediaciones de París) y Canadá fueron las urbes privilegiadas con los conciertos gratuitos.

Entre grandes operativos de seguridad y una impresionante cobertura del periodismo global, se presentaron estrellas de la música, de Hollywood y Microsoft.  El espectáculo gratuito que se realizó en el Hyde Park de Londres fue la vedette: se dieron cita, entre otros, Annie Lennox, Bob Geldof, Coldplay, Dido, Elton John, Madonna, Paul McCartney, Pink Floyd, REM, Robbie Williams, Snoop Dogg, Stereophonics, Sting, Travis, U2, UB40, Velvet Revolver. Mientras que en las demás ciudades algunas de las figuras que se mezclaron fueron: Andrea Bocelli, The Cure, Sheryl Crow, A-ha, Audioslave, Crosby Stills & Nash, Green Day, Duran Duran, Jovanotti, Laura Pausini, Bon Jovi, Dave Matthews Band, Def Leppard, Linkin Park, Stevie Wonder, Bryan Adams, Shakira, Deep Purple, DMC. En Tokio: Bjork, Def Tech, B-2, Pet Shop Boys. También dijeron presente Brad Pitt, Angelina Jolie, Bill Gates, Kofi Annan (secretario general de la ONU) y David Beckhan.

Pescado podrido

Lo que es paradojal en esta situación, es que el sistema en el que anida el buitre del G8, es el mismo que hizo que estas celebridades, que se florearon de blanco, sean lo que son. Salvo Bono, Sting, el propio Geldof y alguno que otro que se merecían realmente participar. No hay que ser hipócrita y no darse cuenta de qué carajo puede aportar para paliar activamente el hambre africano Snoop Dogg o Bon Jovi. Y nada es gratis en este mundo de mierda, porque si ninguno de los famosos cobró por estar presente es porque saben muy bien el prestigio que otorgan este tipo de shows, o de lo contrario, ¿cuándo se la vio a Shakira participar en un festejo de un barrio carenciado? Es fácil desde arriba de un escenario y con millones en la cuenta bancaria decir que Bush y los otros 7 son unos hijos de puta, para luego volver en helicóptero o limusinas blindadas a sus mansiones u hoteles 5 estrellas. Hay cosas que no huelen bien. No hay que negar tampoco que gente como Mc Cartney ha sido un ferviente defensor del medio ambiente. Este tipo de lucha debe ser diaria, no ocasional. Se debe dejar la vida, y sino veamos a Bono que desde hace tiempo viene increpando personalmente a los líderes mundiales con la condonación de la deuda a países pobres.

Mendoza Aid

En nuestra capital mendocina, dos emisoras de FM fueron las encargadas de retrasmitir este compromiso ético y social en solidaridad con el resto del mundo: Montecristo y Red 101. En el caso de la primera, la transmisión del Live8 fue anunciada con bombos y platillos días antes por la propia radio y por algunos diarios: “una producción especial” era el latiguillo más usado. Pero como de costumbre, la producción mendocina sólo se limitó a bajar la señal de la BBC, subrayando a cada rato que “Live8 lo cerrarán Pink Floyd que tocarán juntos después de 20 años” ¿Es esto una toma de conciencia de un medio de comunicación de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica? Repetir hasta el hartazgo la vuelta de los creadores de The Wall. Jamás dieron referencias sobre el antecedente del Live Aid o Bob Geldof. De miles de eventos solidarios que se hacen en Mendoza, jamás se vio participar a Montecristo, salvo en alguno digitado por el multimedio al que pertenece. El único motivo por el cual estas radios trasmitieron el Live8, fue porque los músicos encajaban perfectamente con su perfil, y no por solidarias. Por ejemplo, la Red 101 la única música que pasa es en inglés. Pero esto es a modo de ejemplo, de cómo se vivió en gran parte del mundo.

Desgraciadamente, el espectáculo sobrepasó el objetivo de fondo. El comentario final no fue cuánta ayuda se le destinará a estas naciones en desgracia, sino la pilcha que llevaba Madonna. La idea en sí no es mala, y seguro que en muchos aspectos disentiremos. Pero es una pena que tanto esfuerzo se termine confundiendo con las luces y las pantallas gigantes. Sumergido en tanto glamour, el Live8 terminó siendo otro ladrillo sobre la pared.

Fabián Sepúlveda

fabsep@hotmail.com

DepartamentodeCultura

Contenido relacionado