Hoy se incorpora a Los Andes una nueva sección específicamente dedicada a la divulgación científica, a partir de servicios periodísticos especializados. Una necesidad de los lectores y una tendencia cada vez más acentuada en los medios.
Los científicos suelen representarse como extraños y concentrados personajes que desprecian su aspecto personal, para sumergirse en sombríos laboratorios o bibliotecas.
Aunque cierta literatura y cierto cine han estereotipado estas imágenes, no nos acordamos de ellos de otra forma, hasta que un premio Nobel, un gran descubrimiento o una queja por bajos presupuestos para investigar los convierten en noticia.
Es que la ciencia no es para todos, convenimos. Sabemos, aunque sea por intuición, que el saber científico es distinto al que nos provee el sentido común en la vida cotidiana. Ellos están obligados a demostrar lo que afirman con hechos o datos de la realidad. Y después deben elaborar una conclusión con categoría universal. Por ejemplo, la Ley de la Gravedad.
Informar, formar, explicar, entretener. He allí -por otra parte- algunos de los propósitos del periodismo gráfico moderno. Si queremos ser más complejos: arrojar luz para la solución de los problemas de una sociedad; aportar conocimientos para decodificar el discurso dirigente, plagado de intereses casi siempre escondidos.
En los últimos tiempos, los medios se han convertido en un poderoso instrumento de divulgación científica. Acorde con esta tendencia y las necesidades de sus lectores, Los Andes incorpora hoy una nueva sección de ciencia, que con un lenguaje amigable pone al alcance de todos los últimos avances de algunos de los grandes centros de investigación del mundo.
Vale mencionar que la publicación de información científica no es una novedad para este periódico. En los últimos tiempos, científicos locales, nacionales e internacionales han ganado crecientes espacios. La diferencia, esta vez, es que se trata de una página fija, sumada a la rica edición de cada domingo.
Para empezar la serie hemos elegido el ensayo de una universidad mexicana, en el que se intenta establecer relaciones entre las creencias religiosas y la buena salud, a la que da crédito la prestigiosa revista británica Nature.
Que lo disfruten.
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22 de noviembre de 2024