Al evocar sus 93 años de vida, el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONICET) recordó que fue uno de sus fundadores y su primer vicepresidente, impulsor de la compra de “Clementina”, la primera computadora que se instaló en América del Sur y que “representó un ícono de su época”.
Al otorgarle el título de Doctor Honoris Causa, el 11 de mayo del 2008, el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Cuyo destacaba “sus méritos excepcionales en la docencia e investigación, sus aportes teóricos, metodológicos y epistemológicos a la ciencia, su compromiso con el desarrollo nacional, con la defensa de la democracia y con la autonomía universitaria”.
Esa decisión implicó, según el Consejo, “recordar y homenajear los valores, el compromiso y los logros de una generación de reformistas, de mujeres y hombres que se animaron a ser protagonistas de su historia”.
Emocionado el recibir el galardón, el científico a la sazón de 89 años, hizo referencia a la importancia de la filosofía y la historia de las ciencias como dos visiones necesarias y mutuamente complementarias, como una necesidad para superar mediante el trabajo interdisciplinario los numerosos compartimentos y decisiones existentes hoy en las disciplinas científicas.
Entre quienes participaron en ese acto, aún perdura el recuerdo de “alguien de una gran humildad que nos pidió que simplemente le llamáramos compañero”.
Nacido el 20 de enero de 1919 en Azul, provincia de Buenos Aires, García se recibió de maestro normal en Ciencias en 1939, obtuvo una maestría en Meteorología en 1948, en la Universidad de California en Los Angeles y un doctorado en 1953 en la misma universidad.
Tras su retorno al país, impulsó la construcción de la Ciudad Universitaria de la UBA y la organización de la Universidad Nacional del Sur y del Servicio Meteorológico Nacional. Fue por nueve años decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA entre 1957 y 1966.
Emigró en 1966 tras la Noche de los Bastones Largos, en la que fue agredido a bastonazos por las fuerzas de seguridad que invadieron la Universidad pública. Se especializó en epistemología genética durante su estadía en Europa y fue discípulo de Jean Piaget. En 1980 se estableció en México, donde fue docente e investigador en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Autónoma de México (UNAM) hasta su muerte.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en una declaración a raíz de su fallecimiento, definió a García como “un referente indiscutible en el desarrollo de las Ciencias en la Argentina y en América Latina toda”.