Se trata de un trabajo que pone el foco en este aspecto novedoso del primer pontífice extraeuropeo, primer latinoamericano y primer jesuita de la historia, quien para la investigadora y docente Gabriela Azzoni “está ejerciendo un nuevo tipo de liderazgo religioso que -sin dejar de lado lo esencial del dogma católico- contempla más las necesidades y demandas de una sociedad caracterizada por la pluralidad de intereses y la diversidad de realidades”.
Azzoni, especialista en Comunicación Política, analiza en su trabajo cómo Jorge Bergoglio está cambiando de a poco el sistema vaticano a partir de un nuevo modo de liderazgo religioso, que se demuestra –en parte- a partir de las conductas comunicativas del Papa argentino: “El Papa está recurriendo a diferentes formas de comunicación: las homilías diarias en Santa Marta, las catequesis en las Audiencias Públicas, los documentos doctrinarios como la reciente encíclica ‘Laudato sii’ sobre el cuidado del medio ambiente, las cartas públicas dirigidas a algunos personajes o las cartas privadas que a veces se dan a conocer, las llamadas telefónicas que Francisco hace personalmente y que muchas veces toman estado público, los tuits que envía a diario y un género poco común para un papa, pero de gran repercusión mundial como es la entrevista”.
“El estilo comunicacional de Francisco integra gestos y palabras. Sus mensajes son significativos e interpelantes para sus interlocutores: muestra y nombra los problemas e invita a todos a involucrarse para construir un mundo más solidario y más justo. Sus palabras carecen de artificios y ostentación, pero sí tienen un gran impacto expresivo, de forma que se trasladan fácilmente a los titulares de los medios de comunicación –analiza la investigadora en su trabajo-. No es un orador grandilocuente; pero ha demostrado una gran capacidad comunicativa: genera empatía y proximidad con las diferentes audiencias”.
Azzoni explica que el papa “también marca la diferencia al demostrar que la comunicación no puede reducirse a tácticas de manipulación propagandística, sino que tiene que basarse en la sinceridad. Sus mensajes permean e interpelan a la sociedad porque Francisco es percibido por creyentes y no creyentes como un hombre coherente. Su coherencia no solo se circunscribe al presente, en el que la correspondencia entre palabras y gestos abunda; también lo avala su trayectoria: lo que Francisco hoy predica y hace es lo que predicaba y hacía Jorge Bergoglio.”
Por otro lado, Francisco ha demostrado tener un gran ascendente sobre los medios de comunicación, lo que para la investigadora de la UNCuyo indica que éstos “ya no marcan la agenda del Pontífice; es el Papa el que establece –predominantemente- las perspectivas, los enfoques, los temas y hasta las formas de titular en algunos casos”.
De igual manera, el Pontífice tiene fuerte influencia –especialmente entre los jóvenes- en el ámbito de la comunicación 2.0: “Sus mensajes simples pero profundos han permitido incrementar considerablemente el número de seguidores de su cuenta de Twitter”.
Y para remarcar la trascendencia de este perfil inédito que tiene Bergoglio al frente del Vaticano, la investigadora destaca “la posición excepcional que tiene el papado puesto que se trata de un liderazgo con dimensión global por su incidencia en la política internacional, por su vocación diplomática y por su ecumenismo”.