La Resolución Nº 168 del Consejo Superior, de fecha 16 de junio, refrenda la participación de la UNCuyo en ese programa, sobre la base de los informes favorables presentados por la Secretaría de Relaciones Institucionales, la Dirección de Asuntos Jurídicos del Rectorado y la Comisión de Docencia y Concursos del Consejo.
Las otras instituciones involucradas son los gobiernos de las Provincias de Mendoza, San Juan, Catamarca, La Rioja, Salta, Tucumán y Tierra del Fuego; las Universidades Nacionales Tecnológica, de San Juan, de Tucumán, de Salta, de San Luis, de La Plata y Provincial de La Punta (San Luis), y el Servicio Geológico Minero, Comisión Nacional de Actividades Espaciales, Instituto Nacional de Prevención Sísmica, Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las FF.AA e Instituto Geográfico Militar.
En representación del FONCYT suscribió el convenio -en agosto de 2005- su director, Armando Bertranou; en representación de la UNCuyo, el decano de la Facultad de Ingeniería, Eduardo Manfredi, y por el Gobierno de Mendoza, el asesor ingeniero Andrés Grau.
Entre sus cláusulas, se establece la financiación conjunta de proyectos de investigación científica y/o tecnológica en las áreas acordadas, correspondiendo al FONCYT financiar el mismo monto que el aportado por los cofinanciadores.
Igualmente, se establece que los proyectos que se presenten en el tiempo y con las formas previstas para cada convocatoria serán evaluados en su calidad y pertinencia. La evaluación de la calidad estará a cargo de la Agencia. Una vez superada esa evaluación, los proyectos serán puestos a consideración de una Comisión Mixta “ad-hoc” integrada por seis miembros: tres por la Agencia y tres por las partes. Los miembros de esta Comisión no podrán ser integrantes de grupos de investigación proponentes de proyectos.
Fundamentación
La característica principal del problema sísmico -señala la fundamentación del convenio- es que las grandes pérdidas de vidas y las pérdidas económicas no dependen solamente del fenómeno físico en sí, sino también de la interacción de este fenómeno con la vulnerabilidad del ambiente antropizado.
Puesto en forma de ecuación puede definirse el riesgo sísmico como el producto de dos componentes: la peligrosidad y la vulnerabilidad sísmicas. De esta manera, para disminuir el riesgo es necesario el conocimiento de la peligrosidad a través de la evaluación del fenómeno natural y la identificación y disminución de las vulnerabilidades.
Según el documento, urge que se reduzca la brecha entre lo que se conoce y lo que se debería conocer acerca del fenómeno sísmico, y sus consecuencias en lo físico, económico, social y ambiental.
En relación con la peligrosidad sísmica de la República Argentina, se hace notar que el número estimado de muertos por sismos en Argentina, desde mediados del siglo XIX hasta el presente, es mucho mayor que 20.000 (posiblemente cercano a 30.000), más del doble de los muertos por sismos en Chile, siendo que en este país los grandes sismos son mucho más frecuentes y con magnitudes en general mayores que en la Argentina.
Esto indica características especiales de los sismos intracontinentales destructivos y su relación con la vulnerabilidad del ambiente creado por el hombre en Argentina.
En relación con los aspectos físicos (estructura e infraestructura urbanas), en nuestro país se han realizado dos microzonificaciones sísmicas: San Juan y Mendoza. En ellas se evaluó la vulnerabilidad de las construcciones existentes a nivel global y se desarrollaron mapas de vulnerabilidad potencial en función del nivel de daño esperado ante la ocurrencia de un terremoto destructivo (principios de 1980). También se tienen datos preliminares del porcentaje de viviendas sismorresistentes y no sismorresistentes en las ciudades de Salta y Jujuy.
Lo que falta
Fuera de lo anteriormente descrito, existe un vacío importante en relación con el conocimiento del grado de vulnerabilidad de las construcciones existentes. Más aún: a nivel reglamentario no existe en el país ningún lineamiento que permita evaluar la vulnerabilidad de las construcciones en detalle, ni las medidas de readecuación sísmica consecuentes.
Es grave, también, la carencia de espacios donde se ensayen y perfeccionen planes de acción ante desastres sísmicos. También son mínimos o muy dispersos los esfuerzos tendientes a modelar el efecto de los episodios sísmicos en escenarios de emergencias urbanas.
Tampoco existen soluciones tecnológicas y proyectuales adecuadas para dar respuesta al problema habitacional de los sectores sociales con mayores niveles de marginalidad, los que resultan ser más vulnerables a los efectos del sismo no sólo por la falta de recursos materiales sino por la falta de dichas soluciones.
Existen asimismo escasas experiencias en cuanto al desarrollo de metodologías de evaluación de la vulnerabilidad sísmica a escala urbana.
Son también escasos los aportes al desarrollo de programas de investigación relacionados con el estudio del desempeño de nuevos materiales, componentes estructurales y sistemas constructivos no tradicionales orientados a generar aplicaciones sísmicamente más eficientes.
Líneas de investigación
De acuerdo con lo anterior, resulta necesario proponer algunas líneas de investigación que propenden a mejorar el conocimiento del riesgo sísmico a escala urbana y en detalle, así como las medidas de rehabilitación sísmica para las construcciones vulnerables.
Para el trabajo a desarrollar en el futuro las Líneas de Investigación acordadas son las siguientes:
1- Monitoreo local y/o regional de actividad sísmica.
2- Estructura de la corteza, existencia y geometría de fallas.
3- Deformación actual en la superficie (“on going deformation”).
4- Vulnerabilidad sísmica a escala urbana.
5- Vulnerabilidad sísmica a escala edilicia.
6- Vulnerabilidad sísmica en obras de infraestructura.
7- Evaluación y reparación de estructuras dañadas por sismos.