Sin embargo, en los metideros políticos suelen decir que el ex funcionario bordonista, como todo petiso, es medio agrandado y fanfarrón. Tanto es así, que hoy en los cafés justicialistas juran que el hombre perdió todas las acciones en la bolsa patagónica.
Al parecer, había vendido en la Rosada que la rectora Gómez de Erice ya había aceptado la candidatura a diputada. Grande fue la desilusión en los despachos presidenciales cuando se enteraron de que lo de Fernández sólo era un ofrecimiento y nunca había sido aceptado.