Lo cierto es que el nivel de los alumnos, por más de cien motivos –hay que ser justos-, es cada vez más paupérrimo y ya no sólo no tienen conocimientos específicos, sino que sus nociones de cultura general son altamente patéticas, transformando aún en más preocupante el futuro de estos chicos.
Hoy, debe haber apenas tres o cuatro por ciento de alumnos que terminan la EGB y sean capaces de sortear con éxito, no ya un examen de física o química, sino de la más básica o elemental cultura general.
Lo cierto es que la preocupación legislativa y de las autoridades universitarias para comenzar a trabajar en achicar ese abismo es apenas un primer paso, insuficiente, pero correcto de un camino que se debería haber comenzado a transitar hacía mucho.
Nunca es tarde para empezar, pero ahora el trabajo será mucho más largo y difícil que si el toro hubiera sido tomado por las astas en el momento adecuado.