Obviamente, todavía quedan muchos problemas que dejó esa década por resolver. Pero es alentador el dato de que haya aumentado entre 15 y 30% la matrícula en escuelas técnicas, de formación profesional y de nivel superior. Es que en la década pasada, esos sistemas de educación fueron prácticamente desarticulados. Además, los alumnos que se interesaban en esos oficios no tenían salida laboral por el proceso de desindustrialización que vivía el país en general y la provincia en particular. La apuesta en ese momento pasaba por lo financiero.
Hoy, en parte por la recuperación económica que vive el país y que ya lleva dos años creciendo al 8,8%, las industrias y las pequeñas empresas de nuestra provincia están tomando nuevamente mano de obra calificada. Cuando lentamente comenzaron a recuperar la actividad productiva, varios empresarios se quejaban porque no tenían gente preparada para darles trabajo, y eso era porque nadie se había capacitado, ya que, en realidad, no tenía sentido: todos sabían que no tendrían trabajo.
Así, entonces, vemos que el modelo económico elegido está siendo acompañado también por el sistema educativo. Si los alumnos que egresan logran integrarse laboralmente, tendremos un síntoma de que la provincia y el país comienzan a ser lugares predecibles para nuestros jóvenes, que tratan de no marearse entre tanto desconcierto.