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El Sol: Futuro Incierto

Tanto los estudiantes que están por graduarse como los profesionales que hacen poco consiguieron el título universitario y todavía no tienen trabajo suelen tener miedo e incertidumbre por su destino laboral. Estos sentimientos son normales porque dejan de ser alumnos y pasan a ser trabajadores en un contexto laboral adverso. Dudas sobre la necesidad de estudiar.

02 de julio de 2004, 13:01.

Entre el miedo y la incertidumbre

La mayoría de los estudiantes que están por graduarse tienen estos sentimientos, al igual que los que acaban de obtener su título profesional. A la inseguridad natural por abandonar su rol de estudiantes, se suma el panorama laboral poco alentador. Pero hay un dato contundente: 8 de cada 10 estudiantes tienen empleo.

“Ahora que sos un graduado universitario viene lo peor: buscar trabajo. Tenés que demostrar que lo que estudiaste no fue en vano”. “La situación laboral está tan dura, que no sé si valió la pena haber ido a la universidad tantos años”. “Ni siquiera sé para dónde ir con el título en la mano”. “Me da un poco de pánico no poder laburar en lo mío”. Estas frases inundan los pasillos de las facultades. Son expresiones atravesadas por la incertidumbre y el miedo. Son enunciados que describen una realidad: la de una porción de los estudiantes universitarios próximos a recibirse y la de los graduados recientes. Es que normalmente a varios estudiantes, que no han tenido ninguna aproximación con el mundo laboral mientras cursaban sus materias, los paraliza el miedo de cambiar su condición de alumnos. A ese sentimiento hay que sumarle el adverso contexto laboral.

¿y ahora? “Siento incertidumbre al estar cercana a recibirme porque no sabés con qué te vas a encontrar. Puede que salgás justo y encontrés trabajo o que estés seis meses y no consigás nada. Entonces, te replanteás el hecho de haber pasado tantos años estudiando”, dice Laura, estudiante del Profesorado de Historia. A ella le faltan cinco materias para graduarse, lo que la lleva a pensar en su futuro profesional; el cual cree será, al principio, desilusionante. No son distantes las sensaciones de Carolina, flamante trabajadora social: “Siento, por un lado, miedo a ser rechazada en los puestos a que aspiro, a tener que trabajar gratis o a que te paguen una miseria. Por otro lado, me da alegría haberme recibido y poder aplicar lo que aprendí”.

Fernanda, al igual que Carolina y que Laura, tiene un dejo de miedo y de incertidumbre frente a su próximo egreso de la carrera de Comunicación Social: “Cuando estás en la facultad, te parece que estás seguro en tu rol de estudiante, porque a esa figura la desempeñás bien. Ahora te tenés que enfrentar al mundo. Si bien tenés las armas que te dio la carrera, sentís que salís a la nada”.

¿tiene sentido estudiar? “Algunos días me levanto y me pregunto eso. Creo que es algo que nos pasa a todos cuando vemos la situación del país”, explica Fernanda, y continúa: “Todo lo que aprendiste en la facultad te sirve para algo, te da una visión más analítica. Estudiar te libera, te permite entender que las cosas no son así porque sí, pues debajo de ellas hay una causa que no es natural y que no tenemos por que aceptar”.

En el mismo sentido, Andrea, diseñadora gráfica desocupada, señala: “A veces me hago el planteo de por qué estudié. Con todo el dinero que gasté en las cuotas de la facultad, me podría haber comprado una casa. Pero, más allá de eso, la educación te abre puertas”. Ella está convencida de que estudiar le sirvió. Por eso cree que se debe luchar para cambiar ese pensamiento que desanima a los estudiantes: “Hay que proponer soluciones y reclamar por los espacios que le corresponden a cada uno. Ese reclamo empieza por la lucha desde que sos alumno”. Ella lo hace todos los días desde su rol de presidenta del centro de estudiantes de su facultad.

Si bien los estudiantes se sienten frustrados, hay un dato que es contundente. Las estadísticas muestran que hay una relación directa entre el nivel de instrucción y la ocupación en la provincia de Mendoza, porque el 79% de los profesionales trabajan, según indican los números de la Encuesta Permanente de Hogares de mayo del 2003.

El trabajo que no abunda. Andrea hace cuatro años que se recibió de diseñadora gráfica. Sus palabras denotan desesperación y algo de resignación por estar sin empleo.

Ha realizado distintos trabajos pero no puede conseguir un puesto fijo relacionado con su profesión. En ciertas circunstancias, ha tenido que modificar su currículum para postular a empleos que requieren una preparación inferior. “Estoy cansada de que me humillen cuando voy a presentarme a algún trabajo. Me ofrecen un sueldo de 400 pesos por trabajar ocho horas; incluso, en uno me pagaban 2 pesos la hora”, dice apesadumbrada.

“No conseguir trabajo –agrega– me hace sentir la peor basura del mundo, me tira la autoestima al suelo. A pesar de eso, todavía tengo esperanza de que todo cambie. Todavía tengo fe”.

Las quejas de los estudiantes son válidas. Pero mientras las tasas de desocupación sigan elevadas, las condiciones del mercado laboral no van a cambiar. “Si no quieren estudiar por piedad, al menos háganlo por miedo”, decía Sarmiento. Hoy ese miedo, que antes era la falta de educación, está generado por la desocupación.

La situación de Sebastián es diferente de la de Andrea. Él trabaja en su campo de estudio, la economía, porque fue contratado luego de realizar una pasantía. “Buscaba trabajo y encontraba empleos golondrina, es decir no fijos. Por eso me bajoneaba y me planteaba irme a otro país o estudiar un posgrado. En ese momento pensaba que no era justo que uno finalizara una carrera y terminara trabajando de mozo”.

Las causas. Omar Gais, filósofo y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas, considera que esta situación de incertidumbre que se presenta, sobre todo en los estudiantes que están por graduarse, es la consecuencia de la finalización de una etapa: “Se deja de jugar el rol de estudiante, que tiene una cantidad de dependencias y de ausencias de autonomía para, aparentemente, ingresar en una situación que les daría independencia. Este cambio vital es, en la mayoría de los casos, angustioso, inquietante e incierto”.

Viviana Guardia coordina un curso, como parte de las actividades de la Secretaría de Graduados de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNCuyo), que intenta darles a los estudiantes que están por recibirse y a los egresados estrategias para afrontar la búsqueda de trabajo. Para ella, la situación de incertidumbre es propia de la finalización de los estudios. Sin embargo, esta sensación se acrecienta en los graduados que no han trabajado durante el cursado de sus carreras, situación que los obliga a dar un salto brusco hacia el mundo del trabajo.

Coincide con esto la psicóloga laboral María Elena Cavagnaro: “La incertidumbre es el sentimiento más generalizado en los recién recibidos. Puede ir desde bloquearse y después salir de ese bloqueo, lo que se traduce en la explicitación de excusas para no buscar o encontrar trabajo; hasta una ansiedad mediana que lleva al egresado a moverse y a tener éxito en la búsqueda. Por otro lado, la ansiedad puede transformarse en miedo con los mismos resultados”.

El compromiso. Si hay algo que tienen claro los estudiantes es el hecho de comprometerse con la realidad social. “Nosotros como universitarios queremos darle una respuesta a la sociedad. Devolverle la educación gratuita que nos dio. Por eso debemos colaborar con la construcción de esta nueva Argentina, desde nuestros lugares de trabajo”, explica Laura.

Carolina no se queda atrás: “Quiero promover un cambio a escala social y en las conciencias de las personas para que vean la problemática en la que nos encontramos y así ayudar a que resurjan nuevos valores”.

Tal vez comprometerse con un ideal sea una forma de atenuar la incertidumbre y el miedo.

Las palabras de Ernesto Sabato en su libro Antes del fin son esclarecedoras en ese sentido. Este autor describe la época actual como “un tiempo en que se han derrumbado los muros, pero aún no se vislumbran nuevos horizontes”. Quizá en este contexto sólo queda la esperanza de que todo futuro sea mejor, pero sin exageraciones.

“Hay que construir un perfil”

María Elena Cavagnaro es psicóloga laboral y selecciona personal para distintas empresas. En la entrevista da consejos para conseguir empleo.

¿Cómo se pueden atenuar las sensaciones de incertidumbre y miedo?

Lo que funciona es ir a la acción, más que reflexionar tanto. Salir a la calle. A veces los momentos críticos como los actuales son muy posibilitadores porque la misma situación te obliga a salir. Cuando salís, te das cuenta de que no era tan complicado como pensabas. Lo terrible, en muchas ocasiones, está dentro nuestro.

Por otro lado, hay que evitar la situación extrema de salir de la facultad sin haber hecho aproximaciones al mundo de trabajo. Por eso hay que aprovechar las pasantías, la generación de proyectos con pares y los grupos de orientación de cada facultad. Hay que aprender a vivir en la incertidumbre y sacar las posibilidades que están ahí. Hay que construir sobre la incertidumbre.

¿Cuáles serían las estrategias más adecuadas que deberían internalizarse para postular a un empleo?

Hay que preparar el camino antes de recibirse a partir de un trabajo personal. Es decir, ir conociendo cuáles son los valores diferenciales personales, que tienen que ver con saber qué me gusta, qué es lo que quiero. Hay que saber cuáles son mis fortalezas y mis debilidades. En síntesis, construir un perfil.

En segundo lugar, indagar sobre cuál es la demanda del mercado de trabajo. En tercer orden, desmitificar que se va a encontrar el aviso de trabajo que se adecue a uno. Hay que ser consciente de que todo tiene un ajuste.

En cuarto lugar, hay que tener flexibilidad. No cerrarse en una especialidad determinada. Ser flexible permite ver nuevas oportunidades.

También es básica la confianza en uno mismo.

¿Qué es lo que desaconsejaría hacer?

No salir al mercado laboral y encontrar lo que haya. Salir uno a elegir, no a que me elijan. Es decir, no ir tan de oferta, de liquidación. Lo que está tan accesible deja de ser apetecible. Por eso es importante que cada uno defina su propio perfil. Hay que entender que el trabajo, como la forma en que uno se realiza, muchas veces se pierde para convertirse en algo que me dan y me quitan. Si depende del dar y del quitar de los otros, uno pierde autonomía.

¿Cuáles son los valores que busca el mercado laboral en un graduado universitario reciente?

El dinamismo, la versatilidad y la flexibilidad son los más importantes. Se valora bastante la capacidad de aprender y aportar cosas nuevas.

Hay un poco de especulación con el tema de contratar recién recibidos que tiene que ver con pagar menos sueldo y con las facilidades de emplearlos a partir de pasantías. Es importante decir, también, que hay una revalorización de la gente con experiencia.

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