El departamento de Malargüe se ubica en el ángulo suroeste de la provincia, a 421 km. de la ciudad. Limita con San Rafael, Río Negro, La Pampa y Chile.
La naturaleza ha dotado a este lugar de magníficos recursos naturales, convirtiéndose en una zona privilegiada de Mendoza. Es el dueño del centro invernal de esquí Las Leñas (que deja bastante dinero a la provincia debido a la afluencia de turistas de todas las latitudes), del mágico Pozo de las Ánimas, de bosques petrificados, en Malargüe también se realiza el Festival Nacional del Chivo; posee aguas termales, la Caverna de las Brujas, el Observatorio Astronómico y una montaña, casi milenaria, de residuos de uranio.
Es un departamento envidiable, no?
El 40% de los yacimientos denunciados en Mendoza se encuentran en este departamento. Esto permite el desarrollo de industrias de base minera afincadas en Malargüe, como también una gran cantidad de residuos de uranio, provenientes de la minería, que contaminan en exceso al medio ambiente.
“Estos residuos hace más de 15 años que se encuentran esperando bajo el viento, la lluvia y la nieve de Malargüe”, enfatizó Jennifer Ibarra de la Fundación Cullunche.
Los políticos, invariables en su labor, hacen oídos sordos a los reclamos realizados por los vecinos de la zona.
Según las palabras de Ibarra, puede verse “una enorme pileta que contiene en su interior un líquido verde fluorescente”, que sin proponérselo, está contaminando y deteriorando no sólo las bellezas naturales mencionadas, sino que también, perjudica la salud de los habitantes del departamento.
Los residuos de uranio se ubican muy cercanos a la plaza principal de Malargüe.
Pero no somos la única provincia “favorecida” en tener aguas verdes-brillantes. Los restos de la minería de este metal están presentes, también, en Salta, Chubut, Córdoba, San Luis y La Rioja. Y al igual que en nuestra provincia siguen esperando un tratamiento adecuado.
Por otra parte, la empresa rionegrina INVAP (Investigaciones Aplicadas), que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica, realizó una propuesta al gobierno de Australia que consiste en la venta de un reactor de investigación nuclear. Una de las cláusulas de este negocio era recibir los residuos radioactivos, que Australia se quiere sacar de encima, y procesarlos para su posterior reenvío. Algo así como una cooperación nuclear con Australia.
Esta basura iría a parar a Ezeiza, provincia de Buenos Aires. Pero como es de imaginarse, en Argentina no hay tecnología suficiente como para realizar este tipo de tratamiento; que sí pueden efectuar países como Francia, dirigidas por un gobierno más sólido capaz de decir que no.
Lo paradójico es que la Constitución Nacional, menciona en su artículo 41, que está prohibido el ingreso al país de residuos actual o potencialmente peligrosos, como también radioactivos.
Sin embargo, este proyecto ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación.
Mientras tanto, la Red Nacional de Acción Ecologista de la Argentina (RENACE) le reclamó a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) que priorice los trabajos de tratamiento y remediación de áreas con residuos de uranio procedentes de la! minería, como es nuestro caso, y remarcó su política contradictoria al promover el procesamiento de residuos radiactivos de otros países cuando todavía no solucionó qué hacer con los propios.
En los últimos meses, diversas personalidades han adherido a la campaña de las ONGs como Mempo Giardinelli, Pedro Aznar, Lito Vitale, Víctor Heredia, Juan Carlos Baglieto, Miguel Mateos o Eduardo de la Puente, al igual que más de 140 organizaciones ambientalistas. El ex-secretario de Medio Ambiente de la Nación, Carlos Merenson, también ha expresado su desacuerdo, precisamente por considerarlo inconstitucional.
Marcela Flores
marplate82@yahoo.com.ar
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22 de noviembre de 2024