Fuente: Mariana Guzzante, para Diario Los Andes
En diciembre de 1991, Heinz Brücher fue asesinado en Ugarteche. Había llegado a Mendoza traído por la vasta red que albergó a los cerebros nazis en la época de Perón: era alemán, participó en la SS, y tuvo su papel en la guerra al adueñarse del ‘banco de semillas’ más grande del mundo. En la UNCuyo trabajó en proyectos genéticos relacionados con la botánica y diseñó un virus que, sorpresivamente, le resultó fatal.
El 17 de diciembre de 1991 lo asesinaron en una finca de Ugarteche, un predio llamado Cóndor Huasi que, desde los años ’50, se había convertido en su hogar y acaso en su laboratorio íntimo. Allí, Heinz Brücher murió argentino, maniatado y solo, a los 76 años de edad.
¿Qué pasó esa noche en Cóndor Huasi? Un supuesto expediente perdido y una tumba olvidada en el cementerio de Luján guardan el último secreto del SS exiliado. ¿Quién lo mató? Ése es sólo uno de los misterios...
Al hallar el cadáver, poco se dijo de su biografía: apenas que trabajaba en el Cricyt, que había pasado por la Universidad de Tucumán, que investigó las especies vegetales paraguayas y que su mujer y uno de sus hijos habían muerto accidentalmente en Caracas. Su otro descendiente, desde Córdoba, prefirió despegarse de esa finca mendocina donde sólo le quedaban pastos altos y un cóndor metálico idéntico al águila nazi.
Se sabe que, en un principio, cuadró la hipótesis del robo (aunque ningún objeto de valor faltaba), se sabe que alguien deslizó el nombre del Mossad... Pero pronto la teoría más turbia desviaría el caso hacia senderos insospechados: la muerte de Heinz Brücher habría sido, al parecer, un narcocrimen.
Que un científico nazi muera en Mendoza a manos de los narcos supone, al menos, un insólito esquema de espionaje. ¿Cuál sería la razón del homicidio?
Matar la coca
Así comenzaba el programa de higiene racial: no alcohol, no smoke, no drogas. Hay que saber, de entrada, que el nazismo impregnó las ideas de Brücher acerca de la ciencia, en especial de la etnobotánica (aquella que estudia la relación de las plantas con las culturas), y que de esa visión, precisamente, se nutrieron sus experimentos.
Así lo entendió Daniel Gade (profesor emérito de la Universidad de Vermont), quien conoció a Brücher en Paraguay y entabló un intercambio personal con él mucho antes de sospechar su pasado SS.
Gade, al tanto de las investigaciones de Brücher sobre las especies suramericanas, fue vislumbrando poco a poco su curiosa ambición. Supo que el alemán no sólo se dedicaba en el oeste argentino a estudiar las posibilidades de las papas salvajes; Heinz intentaba, además, crear un virus capaz de exterminar las plantas de coca. Se trataba del ‘stella’, un agente letal para la materia prima de la cocaína que podía actuar sobre sus plantaciones sin afectar otras especies.
En su artículo sobre las investigaciones de Brücher, Gade desliza que la DEA intentó introducir el ‘stella’ en la ruta de la droga andina. Obviamente, Bolivia y Perú devolvieron un diplomático ‘no’.
Sabemos que los ’90 fueron años menemistas, en los que trascendieron mediáticamente los crímenes mafiosos. Las sombras en la finca de Ugarteche debían abarcarlo todo, Brücher vivía solo, custodiado apenas por la estatua de la entrada. Asfixiado por unas cuerdas lo encontró el casero -que avisó a la Policía- al que llamaban ‘El Paraguayo’.
Detrás de la ciencia
Sigamos las pistas. Brücher trabajó para la UNCuyo entre el ’54 y el ’58, específicamente en el Departamento de Investigaciones Científicas, un organismo que por entonces tenía como director al meteorólogo alemán Walter Georgii, nada menos que el líder de los espías nazis durante la Segunda Guerra.
¿Camaradas SS? Por ahora eso es improbable. En todo caso, ambos llegaron a su nuevo país sin la soledad del inmigrante. Tuvieron contratos, cátedras, y conferenciaron en varios cenáculos del país.
Paréntesis: sí se sabe que Georgii era muy muy amigo de la mujer-piloto Ana Reitsch, con quien había planeado un viaje sin motor hasta la Patagonia, con la idea de tramitar el exilio argentino de Hitler. Bonus curioso: en el departamento de San Martín hay un aeroclub que lleva su nombre.
La reciente investigación del Lic. Pablo Pacheco sobre esta escena académica local -por cierto diversa y no siempre fascista- conecta la historia de los dos cerebros nazis en Mendoza.
A ver: no es ninguna novedad que muchos de ellos llegaron al país amparados por la presidencia de Perón y que nuestro manto de amnesia ocultó a personajes como Josef Mengele, alias “El Ángel de la Muerte”. Pero lo cierto es que en las listas de criminales de guerra importados, Brücher no figura como tal. Sí aparece, en cambio, en la nómina de los “Biólogos bajo Hitler”, de Deichmann.
Como sea, su prontuario europeo como miembro de la "Unidad Especial de Ciencias" de la SS Ahnenerbe registra un dato crucial: fue él quien dirigió la operación militar que se apropió, durante la ocupación de Ucrania, del ‘banco de semillas’ de Vavilov: un tesoro genético-vegetal de la humanidad, reunido durante más de media vida por el genial genetista ruso.
El destino de esas semillas es otro de los grandes misterios de esta historia. Existe el rumor de que, al venir a Suramérica huyendo de la Alemania devastada, Brücher trajo parte de ese tesoro con él, pero... quién sabe.
Años después de su muerte, casi no queda rastro: apenas unos escritos oscuros en la biblioteca de la UNCuyo y una especie de papa silvestre que, curiosamente, lleva su nombre.
Semillas de la discordia
Hubo un tiempo en que la humanidad tuvo un tesoro invaluable. Un enorme ‘centro de vida’ que había sido legado por un científico fabuloso llamado Nikolái Vavilov. Botánico y genetista, Vavilov fue un rastreador incansable de la biodiversidad, el que recolectó semillas silvestres y cultivables por todas las regiones del planeta, incluso en los sitios más inaccesibles donde jamás había pisado un científico occidental.
Los centros Vavilov se instalaron en varios puntos de la URSS, albergando especies para favorecer investigaciones incalculables sobre las posibilidades alimentarias del mundo.
Mientras tanto, en junio de 1943, el teniente SS (Nº 3.498.152) de 27 años, Brücher, es comisionado con una expedición a la URSS. ¿De qué se trató la misión? En estas expediciones, los nazis efectuaron “la requisa, transporte y preservación de las enormes colecciones mundiales de germoplasma vegetal que fueron parte del legado de Nikolái Vavilov”. El dato está, incluso, en internet.
Al parecer, la legión de Brücher sólo se apropió de uno de los centros, el que estaba ubicado en Ucrania. Desde allí, el material genético se transfirió al "Instituto de Plantas de las SS", en el castillo de Lannach, cerca de la ciudad de Graz en Austria. Se supone que allí los nazis pretendían desarrollar un plan de hibridación para crear semillas que se pudiesen cultivar en terrenos y climas extremos.
En el verano boreal de 1943 encontramos a Brücher sembrando varias muestras de cebada y de trigo, con la idea de conseguir semillas mejoradas.
Pero en el ‘45, recibe la orden de destruir los 18 centros de investigación, para evitar su segura captura por las fuerzas soviéticas.
Tiene un momento de lucidez, se niega. A partir de allí, la caída, la deserción y la Alemania destruida. Luego de la guerra, la historia de Brücher se escribe en la Argentina.