El elenco del que te hablo está formado por estudiantes de las carreras que la Uiversidad Nacional de Cuyo tiene en San Rafael. Son carreras relacionadas con las ciencias naturales. Venciendo sus miedos y prejuicios, trabajan desde hace un año y medio en el taller de teatro de la Casa de la Secretaría de Bienestar Universitario (Clic para leer las notas anteriores: Ulises se queda en San Rafael, “Todos en primer año se deprimen”, Serás ingeniero o no serás nada, Lo que vamos a hacer, es jugar, Tengo diez minutos libres, ¿en qué te ayudo?). El taller de teatro funciona como centro de contención y de formación de valores solidarios. Y se hace arte. Y muy bien: los estudiantes-actores acaban de presentar la obra Ánima bendita, nada más y nada menos, en el Encuentro Nacional de Teatro Universitario, en San Luís.
La obra es de creación colectiva. La profesora de teatro es Verónica Fantauzzi. El argumento, lo cuenta la coordinadora del grupo, Eliana Oliva:
—Partimos de la posibilidad de recuperar a través la creación colectiva, el universo simbólico, aquellas prácticas y representaciones en torno a la ‘religiosidad popular’. Intentamos recobrar la memoria colectiva en relación a las canonizaciones no oficiales, aquéllas que tienen por objeto de culto personas que han sido santificadas por el pueblo, sin que en estos procesos haya intervenido la Iglesia Católica como institución. Es más, la iglesia reprueba estas muestras de fervor religioso que suele definir como ‘supersticiones’. Este trabajo describe las circunstancias de cómo y por qué una persona que llevó una vida común -incluso a veces hasta "reprobable" desde la "moralidad oficial"- se convierte luego de su muerte (generalmente trágica) en un objeto de culto, debido a que se cree que su alma se encuentra en la gloria y que puede adquirir un poder sobrenatural capaz de hacer milagros.
Vos te preguntarás, como nosotros, qué personas son las que cultivan esta religiosidad popular. Responde Eliana:
—En la obra representamos el encuentro de "ánimas" (cada una con su pasado terrenal, con sus historias de vida, en un interjuego de recuerdos, habilidades curativas, capacidades de intercesión ante las "deidades oficiales": Gilda, la Telesita, Vairoletto, el Gauchito Gil, Mate Cocido), con seres humanos comunes. Con seres vulnerables y vulnerados, cansados de que ni Dios ni el diablo vivan donde ellos están sufriendo, escépticos ya. El contexto socio-histórico está caracterizado por la falta de oportunidades, la violencia, la exclusión, la represión y la eliminación física y/o simbólica de aquél que piensa diferente. Y a la vez, la necesidad de seguir creyendo como un sostén para poder seguir viviendo.
Germán Darío Fernández
Para ¡en contActO!, boletín de la Secretaría de Bienestar Universitario
UNCuyo – 2007
encontacto@uncu.edu.ar