La universidad tendrá desde este año su tercer colegio secundario. Tendrá un perfil técnico y funcionará en el predio de las facultades de Veterinarias y Agronomía. Al igual que en el Buenos Aires y el Pellegrini, el 6º año será optativo y servirá para ingresar a una carrera.
Por Julián Bruschtein
El próximo lunes 16 de marzo la Universidad de Buenos Aires pondrá en funcionamiento la flamante Escuela de Educación Técnico Profesional de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria, la primera de este tipo en la ciudad. Será el tercer colegio secundario dependiente de la UBA, que ya cuenta con el Nacional de Buenos Aires y la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini. “Ahora la única rama que nos va a faltar es la industrial”, dijo a Página/12 el rector de la universidad, Ruben Hallu.
Las clases comenzarán a dictarse en un edificio reformado en dependencias que comparten las facultades de Ciencias Veterinarias y de Agronomía, hasta que finalice la construcción de la sede oficial del colegio, en el barrio de La Paternal. “El objetivo es acercar a los aspirantes al mundo agropecuario: si hay que agarrar una pala para armar una huerta, hacerlo, al igual que si hay que ir al galpón de (gallinas) ponedoras a juntar los huevos. Para chicos de ciudad es una experiencia diferente”, dijo Marcelo Míguez, decano de Veterinarias.
En la nueva escuela, la formación constará de seis años divididos en dos tramos: primero, un ciclo básico de tres años y, después, otros tres de formación técnica. “El primero y el segundo año van a apuntar más a una idea de granja familiar, y en la última etapa al conocimiento técnico, con intensificación de las materias específicas”, explicó el director de la nueva escuela, José Miguel Brihuelas. Al término de la cursada, los egresados obtendrán el título de técnico profesional de nivel medio en producción agropecuaria y agroalimentaria.
Igual que en el Buenos Aires y el Pellegrini, el sexto año será optativo y equivalente al Ciclo Básico Común que la UBA exige como primer año de sus carreras universitarias. “El sexto año sería el ingreso a la universidad. La idea es que los egresados puedan entrar a la facultad y que el que no quiera tenga las herramientas necesarias para desarrollarse en el mundo del trabajo”, explicó Míguez.
Durante todo el año pasado, unos doscientos aspirantes, todos estudiantes de séptimo grado, se anotaron para el curso de nivelación. Los alumnos asistieron a cuatro horas de clases los sábados, una experiencia que “en el último año de la primaria les da la oportunidad a los estudiantes de darse cuenta si es lo que les gusta o no”, consideró el decano. La cantidad de alumnos que se habían previsto para el primer año se anclaba en sesenta, divididos en dos cursos.
“El nivel de los alumnos fue una sorpresa, fue más alto de lo que pensábamos. Tuvimos que ampliar el cupo”, contó. Al final, el número de ingresantes se elevó a 76, que comenzarán las clases en las próximas semanas. “Pero, además, llegamos a un acuerdo con escuelas agropecuarias de la provincia de Buenos Aires para que los alumnos con vocación que no pudieran entrar a la UBA por el cupo no encontraran problemas en estas otras instituciones”, agregó Míguez.
Los profesores fueron seleccionados mediante concursos y el director de la escuela fue nombrado por las autoridades de Veterinarias. Este procedimiento tuvo carácter provisional, “hasta que se regularice la estructura institucional –explicó Hallú–. Entonces la escuela pasará a regirse por las mismas reglas que los otros colegios”, donde los rectores son designados por el Consejo Superior de la UBA. Además, una vez que se desarrollen los claustros y haya egresados se podrá conformar el consejo de la escuela.
“Hace años que Veterinarias tenía el proyecto de crear un establecimiento de enseñanza media. En la facultad recibimos gran cantidad de cartas de padres que pedían una escuela agropecuaria en la Capital”, dijo el rector de la UBA. Finalmente, a partir de este ciclo lectivo la casa de estudios podrá contar con un secundario que atienda las expectativas de un sector de la población, en sintonía con la política pública de estímulo a las carreras de ingeniería: por eso, las autoridades de la UBA y de la facultad destacan que el proyecto “se pudo realizar en conjunto con el Ministerio de Educación nacional”.