Historiador y académico chileno. Premio Nacional de Historia 2008.
El
académico de
Eduardo
Cavieres tiene una destacada trayectoria como docente e investigador, numerosos
títulos académicos y se especializa en la historia económica de Chile de los
siglos XVIII y XIX y en la historia regional de área andina la cual le sirve de
punto de partida para trabajar en el proceso de integración de las culturas
colindantes.
Sus
muchos vínculos con historiadores de América Latina, en especial de Argentina,
le permiten trabajar de manera colegiada para reforzar los lazos de Chile con
el resto de los países. De ahí, la lectura global que, en diálogo con MDZ, hace
de las celebraciones de los muchos bicentenarios que se celebrarán en toda
Latinoamérica, de los prejuicios que persisten en nuestras sociedades y de las
consecuencias de la actual crisis financiera.
-
¿Cómo se preparan Argentina y Chile para los respectivos bicentenarios?
-
Yo diría que hay dos situaciones que van confluyendo. Hay todo un proceso que
viene produciéndose desde hace una década que es hacer coincidir en Argentina y
fundamentalmente aquí en Mendoza un grupo de intelectuales chilenos y
argentinos, historiadores, analistas sociales y estudiosos de la literatura,
como para empezar a conocer nuestras historias, nuestros territorios, nuestras
sensibilidades y nuestras producciones intelectuales para de esa manera no
solamente producir un intercambio más efectivo entre las personas, sino para ir
aportando hacia proceso de integración.
-
¿Cómo está diseñado este proceso?
-
Este proceso viene madurando y se produce cuando nos acercamos a los
bicentenarios. Desde este punto de vista han sido planteados como bicentenarios
nacionales pero evidentemente son mucho más que bicentenarios nacionales e
implican a un cierto grupo de países que no solamente sus fechas de
independencia son cercanas, sino que sus procesos de liberación son similares y
conjuntos. En esto, uno de los ejemplos más específicos tiene que ver con Chile
y Argentina a partir de las acciones de un solo Ejército Libertador, a partir
de una sola dirección y objetivos.
-
¿Cómo se verifica en la práctica? ¿Cuál es la proyección real de estos
encuentros?
-
Creo que ya hay resultados concretos. Por ejemplo la publicación de Estudios Trasandinos,
ya lleva muchísimos números y se ha consolidado y bien conocida. En segundo
lugar, no sólo las relaciones académicas sino el conocimiento que hoy tienen
estudiosos chilenos sobre Argentina y estudiosos argentino sobre Chile es
efectivamente muchísimo mayor que hace diez o quince años atrás. A ello se
suman otras situaciones que son poco expresivas pero que no por ello no tienen
valor. Hoy, a lo largo de nuestras fronteras, a pesar de la cordillera, hay
unos diez grupos de trabajo que están constantemente, uniéndose, discutiendo,
investigando, logrando una integración muy efectiva. Por ejemplo, el crear la
cátedra O´Higgins aquí en Mendoza es hermana de la cátedra San Martín que
creamos en Valparaíso hace unos meses atrás. La constitución de esta cátedra es
otro paso efectivo para que todo este tipo de actividades y reuniones no queden
sólo como un ejercicio intelectual, que es muy importante, sino que tenga
proyecciones concretas. Nos interesa pasar de lo intectual a lo social por
ejemplo, porque hay construcciones socioculturales que tienen construir vías de
conocimiento entre nuestras sociedades pero también, y esto es quizás lo más
importante, tiene que ir derribando prejuicios que no podemos negar que
existen.
-
¿Qué tipo de prejuicios?
-
Prejuicios que se ven en los chistes, en el uso de ciertas palabras y tienden a
reflejar que somos más diferentes que semejantes. Hay muchos prejuicios que
están montados sobre momentos históricos de conflictos que tampoco podemos
negar. La integración se realiza a partir del reconocimiento de cuáles han sido
nuestros momentos de acercamiento, que son muchos y muy valederos, y esos
momentos de conflicto que hay que reconocer. La intención es conocer, analizar
e impedir que esos momentos de diferencias, entre Argentina y Chile, por
ejemplo, entorpezcan nuestra integración.
-
Desde la perspectiva de la historia, ¿cómo se interpreta que en este momento,
Argentina y Chile estén gobernados por mujeres?
-
Creo más importante que sean mujeres, no le resto validez al hecho, son las
políticas que se han venido enunciando y que tienen que ver con regímenes
democráticos en primer lugar, con regímenes legítimamente constituidos por lo
cual tienen una representación mayor y a partir de ello pueden tener muchas
mayores precauciones, mayor sigilo incluso, para llevar políticas que nos
conduzcan a mayor cooperación, mayor interacción evitando enfrentamientos
innecesarios. Ahora desde este punto de vista podría ser un buen elemento
adicional el que siendo nuestras mandatarias ambas mujeres tengan
sensibilidades especiales que no hayan estado presentes anteriormente en
nuestros gobiernos. No es por una cuestión de género ni de diferencia entre
hombres y mujeres, sino simplemente porque corresponden nuestras dos
presidentas a unos momentos y a unas etapas históricas como muy innovadoras a
través de la asunción por procesos democráticos a las primeras magistraturas.
-
¿Cómo lee la crisis financiera mundial a la luz de la historia?
-
Creo que la gente que es muy especialista en el tema no se atreve en este
momento a dar una opinión muy tajante respecto de adónde puede ir encaminándose
esta crisis. Pero sí creo que hay un par de cosas que si se anuncian y que
podrían ser importantes. En primer lugar, el mercado no se autorregula en términos
exclusivos y que por lo tanto el papel del Estado sigue siendo importante no
solamente para crear marcos institucionales para que el mercado se desarrolle
libremente, sino también para regularlo teniendo en consideración algunas
políticas sociales básicas. Desde ese punto de vista, el hecho de que en Europa
y Estados Unidos y también en algunos países de América Latina el Estado haya
tenido que asumir el papel del salvataje de la banca, del mundo financiero, es
para poder establecer un piso básico de marcación de reglamentos de consumo y
de crédito, pero también de la producción. Esto significa que en la práctica la
discusión que hemos tenido durante los últimos treinta años de que el Estado no
tiene meterse con el mercado era simplemente un discusión intencionada y, como
hemos visto, que no tenía ningún fundamente. Entonces esperamos que la crisis
no nos azote demasiado porque es evidente que si hay una crisis muy profunda,
sociedades como las nuestras, como las de Argentina y de Chile, y en general de
toda Latinoamérica, van a sufrir circunstancias muy penosas que esperamos que
no sucedan. Esperamos que haya un aprendizaje y una cierta generosidad de los
grupos financieros y empresariales para entender que la actividad privada tiene
todos los derechos a tener sus utilidades, pero también tiene responsabilidad
sobre esas utilidades. Deben comprender que esas pérdidas no las pueden
traspasar al Estado, porque así las traspasan a la sociedad. Yo creo que si
pudiésemos definitivamente relacionar en mejor forma el vínculo Estado-mercado
sería un gran paso. Lamentablemente estas cosas se aprenden a golpes duros como
esta crisis que estamos atravesando.