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Es compleja la inserción de los jóvenes después del secundario

23 de diciembre de 2008, 17:01.

Reina la indecisión a la hora de elegir una carrera y la falta de herramientas para conseguir trabajo.

EDUCACIÓN. El final de los estudios secundarios significa en los jóvenes el final de un ciclo que no pasará inadvertido por sus vidas, más allá de las más variadas experiencias y sensaciones por las que hayan atravesado en la escuela.

Al final de este camino se abren las puertas del futuro. Momento soñado, deseado, anhelado. Pero no es sencillo ser un joven en el mundo de hoy: incertidumbre, ansiedades, temores se desatan a la hora de pensar en ese mañana que ya se empieza a vislumbrar como un presente.

En general, las expectativas sociales, y las personales también, están signadas por la continuidad de los estudios superiores o por la búsqueda de un trabajo. Y fuera de esas expectativas, también hay jóvenes que se encuentran sin horizonte, sin proyecto.
Para quienes encaran el desafío de los estudios superiores, tienen que dirimir en primer lugar su “vocación”. Pero esta vocación que siempre se entendió como la inclinación, las aptitudes para ser médico, ingeniero, docente o abogado, entre las tradicionales, estuvo atravesada, primero, por la construcción social y su valoración de este tipo de profesiones, pues fuera de estas, no hay estatus.

En segundo lugar, la influencia estuvo signada por las nuevas formas de relaciones de producción, principalmente por lo que implicó el neoliberalismo en la posmodernidad. Lo rápido y lo comercial incidieron en la elección: carreras cortas y generalmente vinculadas al comercio y a las novedades del mercado. Esta última manifestación está más cerca de una forma de “consumir educación”, que de una elección relacionada con el propio deseo de autorrealización.

No podemos dejar de mencionar la brecha existente entre las competencias con las que se egresa del nivel secundario y las que exige la universidad, manifestándose en el déficit que presentan los alumnos en cuanto a la expresión oral, la comprensión lectora y la resolución de problemas. Esta es todavía una deuda pendiente de la política educativa, que necesita activar una mejora sustancial en la calidad de educación que se está brindando, especialmente en el nivel primario y secundario.

Pero también están aquellos que buscan hacer cursos de capacitación que les permitan mejorar sus chances de conseguir un empleo. En general, su oferta no está basada en un estudio de las economías locales y de los tipos de demanda de trabajo, de modo que los cursos que se ofrecen tengan la mejor proyección hacia una salida laboral efectiva.

Ante todo este análisis acerca de la formación, debemos decir que la educación formal, por sí misma no garantiza empleabilidad, pero sí aumenta el rango de oportunidades y opciones a la hora de buscar trabajo. Si la opción ha sido iniciar la trayectoria laboral, es importante señalar algunos aspectos, como el referido a los contextos históricos, pues en las generaciones de nuestros padres, con un estudio secundario se accedía a empleos calificados y bien remunerados.

Esto fue cambiando por el avance de las tecnologías y por la profundización de las capacidades para convertirse en especializaciones en los distintos sectores de la economía. Actualmente se necesita más que el secundario, pues las exigencias no son las mismas que hace treinta o cincuenta años atrás.

Además, el modelo neoliberal generó cambios sustanciales en el aparato productivo, debilitando los procesos de industrialización y favoreciendo el crecimiento económico, no a través del empleo y la distribución del ingreso, sino a partir de la especulación financiera y la concentración del capital en manos de pocos.

Frente al paulatino desmantelamiento y cierre de fábricas y empresas, comenzó a crecer el sector terciario, es decir los servicios. En este marco surge un nuevo ranking de profesiones y ocupaciones demandadas, donde aquellas referidas al marketing, negocios y comercialización ocuparon los primeros lugares, seguido por las vinculadas al rubro informática, y aquellas que son servicios pero que significan mano de obra literalmente (mantenimiento, empresas de limpieza, etc.)

Este es un asunto que los adultos no podemos dejar de atender, como padres y docentes debemos acompañar e incentivar a los jóvenes en la construcción de su propio proyecto de vida para que el futuro no parezca tan lejano e incierto.

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