Impulsado por la Universidad Nacional del Litoral, el Argentino de Teatro se erige como un elogiable modelo de integración entre academia, artistas, prensa y público. Su reciente edición -la quinta- incluyó a los mendocinos de Nunca estuviste tan adorable, como parte de una grilla de muy buen nivel.
Un hombre en silla de ruedas, con apariencia de dandy texano mezclado con Ed Wood, sueña, imagina o recuerda dos historias que nunca se cruzan. Kosteki y Santillán, mártires de la democracia, reafirman sus sueños e ilusiones desde el más allá.
Un empresario cabaretero, decadente y afectado, intenta dar forma a su nuevo show. Tres primos se reencuentran en un pueblito costero y se confiesan cuestiones que aclaran al mismo tiempo que echan sombra.
Una familia de clase media transita dos décadas entre rutinas, pequeños halagos e insatisfacciones. Otra familia, violentada por los tiempos modernos, se desangra literalmente.
Tres hombres se juntan en el lavadero para blanquear ciertas manchas de su conciencia...
Todo esto, entre mucho más, se pudo vivenciar durante el V Argentino de Teatro, concretado como siempre en la ciudad de Santa Fe.
Este evento, que se integra a sus pares destinados a la Danza y la Literatura, lleva el sello de la Universidad Nacional del Litoral, entidad académica que viene demostrando desde hace tiempo su interés por potenciar los lazos culturales entre sociedad y artistas.
A modo de puente, y asistida por otras instituciones oficiales y privadas, la UNL recrea anualmente este ámbito de disfrute concentrando doce elencos a lo largo de cinco jornadas, como fruto de una curadoría atenta tanto a los consagrados como a los emergentes.
La “variedad homogénea”
Evidentemente, se busca miradas propias, conceptos, personalidades, una fusión sólida entre puesta, actuación y técnica. Y casi siempre se consigue. Así, a un grupo ya histórico como Los Macocos, que abrió el festival con su Don Juan de Acá (el primer vivo), le sucedió la joven y original Saga Teatral Argentina Arde, con dirección de Pablo Fossa y dramaturgia de Juan Pablo Giordano.
Este es un espectáculo rosarino en dos capítulos (El secreto y La transa), que de aquí a 2010 sumará dos más, y cuya dimensión poética vale tanto para retratar los chanchullos de una familia como los del país todo.
También estuvo presente la excelente intérprete Mónica Cabrera (Buenos Aires), con su unipersonal Arrabalera; y El trompo metálico (Buenos Aires), obra escrita y dirigida por Heidi Steinhardt, con su retrato de una familia envuelta en una descarnada competencia intelectual.
Cosas de familia
De Mendoza llegó invitada Nunca estuviste tan adorable, primera apuesta de la aún flamante Comedia Municipal de Godoy Cruz, ésa que irónicamente estrenó en Capital. Nunca estuviste..., biodrama de Javier Daulte dirigido por Sacha Barrera Oro, evoca pormenores de la familia del autor, en el período que va de los '50 a los '70.
Barrera Oro eligió una mirada neutra, apegándose al original, y consiguió verdaderos momentos de brillantez, asentados sobre todo en las actuaciones de Silvia Del Castillo y Laura Santos.
No obstante, en su paso por Santa Fe, vio empalidecer su tempo a raíz del cambio de uno de los actores casi sobre la hora y de un breve y violento temporal que puso en jaque tanto a la acústica del Teatro Municipal como a los oídos de artistas y espectadores.
Si de familia seguimos hablando, Una tragedia argentina (Santa Fe), de Daniel Dalmaroni y dirección de Lito Senkman al frente de la Comedia de la UNL, resultó un plato fuerte tanto en los resultados artísticos como en el enfoque macabro con que se revistió a lo cotidiano.
En un espacio acotadísimo, las vergüenzas de cada uno de los integrantes de una familia se van revelando como en efecto dominó. Reclamar detalles implica imbuirse en una tragedia cada vez mayor.
A la par, la agresión física casual sumerge al conjunto en un creciente charco de sangre. Las estupendas actuaciones (Raúl Kreig, Raúl Eusebi, Silvana Montemurri, Lucas Ranzani y Vanina Monasterolo) garantizan una hora de intensidad en una cocina hecha un infierno no exento de humor (negro, obviamente).
Dos gemas dos
Otras verdaderas gemas del festival fueron las propuestas porteñas Rodando y Algo de ruido hace. La primera nos enfrenta con un narrador en silla de ruedas (brillante Germán Rodríguez) que evoca dos historias de carretera desde una estructura dramática muy original, que termina plegándose en sí misma y, de ese modo, multiplicando sus lecturas.
El espectáculo ironiza sobre lo cinematográfico, al mismo tiempo que lo jerarquiza desde una mirada distinta, con sus lugares comunes (los del cine) puestos al servicio de una creación netamente teatral.
El diálogo del relator con la luz, la apropiada música melodramática y un ver con ojos nuevos las cosas viejas redondean esta propuesta dirigida por Alejandro Acobino, co-autor del texto junto al protagonista.
Por su parte, Algo de ruido hace remite al reencuentro de una chica con sus dos primos, suerte de emos sin jopo que viven recluidos en una casita costera sin relacionarse socialmente. El espectáculo es pura tensión, erotismo contenido y revelaciones a medias. Como en el cine de Lucrecia Martel cuenta la insinuación, la ambigüedad, incomodando para bien al espectador.
Tres actuaciones de primer nivel (Esteban Bigliardi, Pilar Gamboa y Esteban Sánchez Lamothe) se suman en este hallazgo ideado y dirigido por Romina Paula.
Politicabaret
La impronta más abiertamente política llegó con K. y S. (Kosteki y Santillán), oda al sueño y la ilusión de esos dos jóvenes asesinados por la espalda en 2002. Evocados/homenajeados por Jorge Villegas y el Zeppelin Teatro (Córdoba), el espectáculo resulta a la vez áspero y estilizado, con un texto-telegrama donde cada palabra es dura y significativa y una puesta que revierte clisés del mundo frívolo para otorgarles un contenido combativo y socialmente comprometido.
Por su parte, El rutilante cabaret, del Grupo Punto T (Rafaela), con dirección de Marcelo Allasino, nos sumergió en un submundo de decadencia y lentejuelas para reflexionar -desde el humor desbordado- sobre la pasión del artista, su vida en grupo y su proyección a la sociedad.
Aun con desniveles en el ritmo y en los textos (producto de la labor de muchos actores-autores), El rutilante... resulta atractivo y encierra una nostalgia, un algo querible que despierta fantasías. Las actuaciones de Mary Haspert e Inés Nosti tienen mucho que ver con los logros de este show que brilla a costa de sus deliberadas limitaciones.
Polémica snob
Sucio (Buenos Aires), con dirección de Ana Frenkel y Mariano Pensotti, fue la propuesta más polémica, o al menos la que mostró a la crítica más dividida.
La ¿historia? de tres hombres que se confiesan a lo largo de lo que tarda un lavado automático, resulta por momentos pretenciosa, y lo que se quiere contar se pierde en un chisporroteo técnico que, aunque bien logrado, huele más a snob que a otra cosa.
La solvencia de los actores-bailarines no impide que el todo derive en un show con destrezas y habilidades sueltas que a veces buscan vanamente fijar el interés en temas como la soledad, la obsesión, la frustración y la culpa.
El círculo
Este año, y como atractivo adicional, el Argentino de Teatro programó charlas abiertas con los elencos participantes y los integrantes de Critea (Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la República Argentina).
Periodistas especializados de distintos puntos del país expresaron sus valoraciones, al tiempo que los creadores les permitieron curiosear en lo que habían sido los procesos previos a las puestas. Así, la reflexión en conjunto se sumó a lo vivido en las salas y permitió cerrar un círculo imprescindible para que el teatro siga (parafraseando a una de las puestas) "rodando".
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22 de noviembre de 2024