La nota de Los Andes sobre la creación y funcionamiento en la comunidad del Puerto, en Lavalle, produce en nosotros una reflexión, por una parte alentadora y, por la otra, preocupante.
Lo alentador de esta noticia es que una comunidad que sufre una exclusión por su ubicación territorial ha sido capaz -gracias a su organización y esfuerzo sostenido- de construir una escuela y seguir acrecentando su infraestructura. Por cuanto la única posibilidad para sus hijos era la Escuela Albergue, por lo que -de algún modo y en una edad en la que los hijos deben compartir su vida con la familia- éstos debían alejarse del hogar.
Las acciones realizadas muestran la fe que manifiestan en la educación como llave para un futuro mejor para sus hijos. Ello se ve abonado por el comentario de las autoridades de la escuela sobre la actitud de los padres y de los alumnos, consignada en el artículo: Las notas que pone el maestro Federico y la directora, Mirna Herrera, no se discuten. Cuentan con el respaldo de los papás y los chicos lo saben.
Por su parte, los estudiantes manifiestan ganas de aprender ante todo nuevo. “Están siempre motivados”, acota la docente. “Nos gusta venir a la escuela...”, comenta Aldana.
De esta posición surge una diferencia notable entre lo que opinan muchos docentes hoy, quienes, desalentados, permanentemente señalan la dificultad que encuentran para motivar a los alumnos en el estudio, a lo que podemos agregar el escaso apoyo de algunos padres que, lejos de acompañar al docente, lo increpan y niegan su autoridad cuando éste califica o reprende ciertas conductas desajustadas.
Lo que preocupa de esta noticia es lo que se dice sobre la actitud del gobierno escolar: “Los padres levantaron las paredes, construyeron la cocina y los baños. Debieron convencer a los funcionarios de la DGE que año tras año insistían en hacerlos desistir de la idea... El pueblo le cedió en comodato el establecimiento a la DGE, para que se ocupara de las terminaciones y de la construcción del comedor, pero hasta el momento la obra no se inicia”. Cabe acotar que los mismos padres han adquirido el material.
La función del Estado, como responsable de la educación, con equidad social y territorial es la de atender a todos los sectores sociales, pero primordialmente a la de grupos desfavorecidos. Una buena planificación territorial indica dónde se encuentran los que -por distancia excluyente o por situación socioeconómica también excluyente- necesitan que el Estado atienda sus requerimientos.
En síntesis, es el Estado el que debió ocuparse del tema, y si no lo hizo a tiempo, reparar con presteza el esfuerzo considerable de la comunidad, dotándolos de la infraestructura y apoyo necesarios.
Es preciso replantearse con seriedad el rol del Estado, ya que la mera sanción de leyes justas no asegura la equidad si no se cumplen. La mejor provincia no es la que tiene más casinos, es la que tiene más escuelas, menos fracaso escolar con la consiguiente deserción.
Es aquella en la que todos los niños y jóvenes en edad escolar tienen derecho y posibilidad de permanecer cerca de sus padres con una educación de calidad, con una infraestructura adecuada edilicia y tecnológica, con libros suficientes, con alimentación cuando carecen de ella, con apoyo en la misma escuela de docentes que los ayuden en los aprendizajes, así como en capacitarse laboralmente.
El conocimiento, la autoestima y la posibilidad cierta de un destino, evitarán la rebeldía y el flagelo actual de la droga.
* María Victoria Gómez de Erice. Ex-rectora y profesora emérita de la Universidad Nacional de Cuyo, DNI 4.134.175
La UNCUYO fue sede del Foro Energético Nacional
22 de noviembre de 2024