Es un hecho: el virus de COVID-19 puede circular por el aire y contagiar mucho más allá de los dos metros. Existe un mayor riesgo en espacios cerrados. Por este motivo, y para colaborar en la prevención de la enfermedad, el Instituto de la UNCUYO entregó a escuelas técnicas de Río Negro materiales para la creación de medidores de dióxido de carbono.
“Esos medidores permiten evaluar la calidad del aire y, de forma indirecta, estimar la probabilidad de contagio y saber cómo debe ventilarse un aula, por ejemplo, de acuerdo a la cantidad de ventanas y estudiantes. Es importante señalar que no se trata de medidores de monóxido de carbono, ya que esos no cumplen la función requerida para la prevención”, destacó Patricia Mateos, secretaria de Extensión y Cultura Científica del Instituto Balseiro.
Asimismo, la funcionaria detalló que durante la primera quincena de septiembre se entregaron sensores de dióxido de carbono a 12 escuelas de Rio Negro, como una primera etapa del proyecto. Estos dispositivos son el corazón y la parte más delicada de los medidores de ese gas. “El dinero para la compra lo aportó la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y fue gestionado por la Fundación Balseiro, con el acompañamiento del director del Instituto, Mariano Cantero”, señaló.
Esta iniciativa arrancó en junio con una charla virtual que tuvo como expositor a un docente del Balseiro, Alejandro Kolton. Para esta actividad, la Dirección de Educación Técnica y Formación Profesional del Ministerio de Educación y DD.HH. de esa Provincia convocó a escuelas.
Durante ese webinar, se explicó cómo se puede fabricar de forma sencilla un medidor del mencionado gas para evaluar la calidad de renovación de aire en ambientes cerrados y así prevenir contagios de COVID-19. Se trata de un equipo optimizado por Kolton, también investigador del CONICET junto Eduardo Jagla y Pierre Arneodo Larochette.
En este encuentro, Mateos explicó que se visibilizó el interés de las escuelas por hacer los medidores, “incluso algunas ya estaban haciendo pruebas”. Y agregó: “Vimos la importancia de colaborar con esta iniciativa que, por un lado, permite mejorar la prevención de contagio y por otro, aporta a las prácticas profesionalizantes en los establecimientos educativos”.
Además, la licenciada en Física señaló que los sensores entregados son de tipo NDIR, según sus siglas en inglés infrarrojo no dispersivo, que tienen una sensibilidad específica para el dióxido de carbono. E indicó también que existen otros sensores más económicos, como los electrolíticos, que no son específicos para ese gas y por lo tanto no están recomendados.
“Kolton a su vez destacó –en la charla online- la importancia de medir la calidad del aire en espacios cerrados, a través de la concentración de dióxido de carbono, ya que esta información permite ventilar de manera óptima, medida fundamental que, acompañada por el uso correcto de barbijo, distancia y lavado de manos, reduce la posibilidad de trasmisión de COVID-19”, cerró Mateos.
En esta primera etapa, se distribuyeron 12 sensores. Dos para cada una de las siguientes escuelas técnicas: CET 2 y CET 28 de Bariloche, CET 30 de Cipolletti, CET 21 de Catriel y CET 12 de Sierra Grande. Si bien cada establecimiento educativo recibió dos sensores, uno es para esa escuela, y el segundo para otra de la misma zona que proveerá el resto de insumos que hacen falta para la construcción de su medidor, en un trabajo colaborativo entre las instituciones. Además, en breve se repartirán otros 8 sensores para otras escuelas técnicas rionegrinas.
Una mirada desde la escuela
El profesor Sergio Pérez, quien es jefe general de Enseñanza Práctica del CET 28 de Bariloche, compartió estas palabras respecto de los sensores que entregó la secretaría de Extensión y Cultura Científica del Balseiro: “Desde lo educativo, este aporte suma un componente indispensable para la construcción de los dispositivos que los estudiantes en su carrera, Técnicos Electrónicos, se encuentran desarrollando en la asignatura Prácticas Profesionalizantes”.
Asimismo, el docente comentó que el potencial que aporta al proceso de enseñanza aprendizaje es clave, y suma a la expectativa de los estudiantes al ser partícipes del control de la calidad del aire en la institución donde conviven los integrantes de la comunidad educativa.
Desde lo institucional, para Pérez contar con dichos sensores garantiza, en un primer momento y una vez construido el dispositivo de unidades de control de dióxido de carbono, la calidad del aire dentro de los distintos espacios formativos, previendo de esta manera la ventilación y aireación de los mismos. “Es un tema no menor en cuanto a la calidad del aire que respiramos en tiempos de pandemia”, reflexionó.
La secretaría de Extensión y Cultura Científica del Instituto Balseiro realiza otros aportes en la comunicación pública de medidas de prevención de COVID-19. Por ejemplo, participa de la campaña “AIREATE, no respires coronavirus”, articulada con el Instituto Nacional de Nanociencia y Nanotecnología (CNEA-CONICET) y el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (UNRN-CONICET).
Se puede acceder a los diversos materiales desde los siguientes links:
- Webinar sobre fabricación de medidores de dióxido de carbono publicado en el canal de YouTube del Instituto Balseiro.
- Repositorio con toda la información necesaria sobre el tema abordado y las especificaciones para la fabricación de los medidores, que cuenta con contactos para realizar consultas
- Texto breve de divulgación sobre la transmisión de COVID-19 por el aire y la necesidad de ventilar
- Póster sobre prevención y ventilación (se puede imprimir en A3 o A4).