Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“Estamos metiendo al país en una trampa de pobreza”

“Lo que hay a partir de la devaluación es un cambio en el lugar donde las empresas más importantes realizan sus ganancias extraordinarias”, afirmó el economista y Diputado Nacional Claudio Lozano. Agencia Taller lo entrevistó durante el Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales que se realizó en Mendoza. Este es su análisis de la Argentina de hoy.

22 de agosto de 2005, 15:23.

Por María Laura Salvo

Departamento de Política

lulisalvo@hotmail.com

Además de su cargo legislativo, Claudio Lozano es Director del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).  

“Si nosotros no miramos adecuadamente el momento actual, en realidad estamos metiendo al país en una verdadera trampa de pobreza; en la cual, como somos pobres hoy, pretenden que terminemos más pobres mañana. Frente a esto es importante el debate sobre democracia y desigualdad” dice.

- ¿Se han presentado cambios en el modelo de acumulación de la Argentina?

- No hay cambios sustantivos en el régimen de acumulación. En todo caso, lo que hay a partir de la devaluación es un cambio en el lugar donde las empresas más importantes realizan sus ganancias extraordinarias. Mientras que  la convertibilidad le otorgaba especial relevancia a la ganancia proveniente del ámbito financiero, donde los bancos y  las empresas privatizadas ocupaban un papel central, a partir de la devaluación son los sectores del capital concentrado más vinculado a la salida exportadora del país y los grupos empresarios que controlan el mercado interno local, los que gobiernan el proceso económico actual. Estos ingresos descomunales tienen como impacto el mantenimiento y la profundización de la desigualdad en la Argentina. Y, al mismo tiempo, pueden tener rentas a través de sus poderes de mercado sin necesidad de inversión. Eso hace que el país tenga tendencias rápidas al proceso de estancamiento. De hecho a pesar de que se recuperó la actividad económica, la Argentina tiene hoy el mismo producto por habitante que tenía en el año 74. Durante estos treinta años hubo muchos aumentos de recuperación de la actividad, seguidos por profundas caídas.

- ¿Entonces, cuál es la discusión que debería darse?

La única discusión que se puede plantear es en qué medida se están tomando definiciones que permitan pensar que la recuperación actual se va mantener en el tiempo. En tanto no capturen las ganancias de estas empresas para ampliar el mercado hacia un mayor consumo popular, no creo que se pueda hacer. El gobierno es hijo de una nueva política. Esta surgió en el 2001 en el marco de un fuerte proceso de cuestionamiento popular a lo que existía. Este gobierno produjo algunas modificaciones institucionales. Sin embargo, lo ocurrido en los últimos tiempos indicaría una suerte de pérdida de iniciativa por parte del gobierno. El país sigue sosteniendo un régimen de acumulación que se basa en colocar naturaleza barata en el mercado mundial. O abastecer el consumo en los sectores de más altos ingresos. En consecuencia, la recuperación de la actividad se base en actividades dentro del sector  inmobiliario o en la renovación del parque automotriz. Estos son tipos de recuperación que ya vivió la Argentina, los cuales no tienden a resolver los problemas urgentes como el problema del trabajo, del ingreso digno y la atención general del consumo popular.

- ¿Los grupos económicos beneficiados con este modelo  de acumulación son los mismos o han cambiado?

- Se ha producido un cambio donde el rasgo más importante es el avance de la extranjerización en la cúpula empresarial. Son muy pocos los grupos de empresarios locales que han quedado. Del grupo empresarial local, una proporción muy alta ha vendido porciones significativas o totales de lo que disponía. El 70% de las ventas lo aportan las empresas extranjeras y apropian el 80% de las utilidades. Eso hace mucho más compleja la discusión del desarrollo porque claramente nadie puede pedirle a una empresa trasnacional que piense en términos de nación.

- ¿Entonces?

La tarea central es construir un área de economía pública social que actúe como un líder del desarrollo, en ausencia de una burguesía nacional. Para lo cual se exige una revisión de lo actuado en el proceso de privatizaciones y se exige fortalecer, potenciar y darle marco a las experiencias de economías solidarias. Además, plantear el problema de la propiedad rural, de la tenencia de la tierra, como así también los procesos de asociativismo y cooperativismo entre los pequeños y medianos empresarios.

- Según las estadísticas del Gobierno nacional, se ha demostrado una reactivación en la clase media y en las empresas crediticias ¿Cuál es su opinión al respecto?

- Hay una recomposición limitada de los ingresos medios de la población. Por lo general, cuando se compara cada crisis con el momento posterior, éste es mejor. En la actualidad se hace una comparación con el año 2002 que es el pozo de la crisis. Y, evidentemente, hay una precomposición de ingresos de una parte de la población, pero los ingresos están por debajo del promedio de los noventa. Este es el tema central: nunca uno está peor que en el momento más profundo de la crisis, que constituye la nueva etapa. Es una comparación inadecuada.

- ¿Kirchner lleva adelante políticas económicas que generen un cambio hacia una nueva distribución de la riqueza?

- No hay políticas expresas que replanteen las condiciones de desigualdad imperantes. El mercado de la economía argentina esta constituido por el consumo de los sectores de más altos ingresos, que tiene una alta proporción de consumo importado. Por lo tanto, eso indica que mucha de la reactivación se fuga al exterior. Pero si se distribuyera el ingreso, permitiendo ampliar el consumo popular de los 16 millones de pobres, la inversión sería otra y el consumo de importados disminuiría. En tanto no se replanteen estos cambios es muy probable que la lógica de la Argentina siga siendo procesos de estancamiento y de crisis recurrentes. Y en donde cada crisis, a su vez, es una crisis más empobrecedora

- ¿De qué manera las Organizaciones Sociales podrían plantear este cambio en la distribución de la riqueza?

- La única forma es con mayor democratización de la sociedad. Lo que está en discusión es  el sistema institucional que tiene una elevada permeabilidad con el poder económico y una dificultad muy seria para integrar la demanda popular. Mientras, el poder económico vota todos los días porque tiene múltiples mecanismos de presión y de lobby que le permite condicionar las políticas vigentes. Del otro lado, votamos una vez cada dos o cada cuatro años. Este desequilibrio en la decisión se expresa luego en la redistribución. Es necesario un modo más permanente de participación. En ese sentido, los consejos barriales y rurales que resuelven los problemas de la organización de la propiedad rural en el campo y los procesos productivos; los consejos de fábrica que involucran a los trabajadores en la gestión de las empresas son consejos que sirven para llenar de contenido las diferentes políticas públicas. Y la aplicación de sistemas de participación en la formulación de presupuestos que permitan que los servicios públicos se asignen con discusión participativa. Estas son las cosas que garantizan la existencia de regulaciones en lo público.

- ¿Cómo las Organizaciones sociales podrían participar en un recambio de la política?

- No solo hay que pensar en cambiar la institucionalidad existente, sino crear una nueva institucionalidad. Las Organizaciones Sociales tienen que pensar como si fueran gérmenes de nuevas instituciones en el ámbito en el que actúan. Deberían ser un elemento institucional de regulación. El grado de poder que tienen las empresas transnacionales sobre nuestros países es de tal magnitud que exige una presencia mucho más sistemática de la población en las decisiones.

- ¿Cómo se han planteado estos problemas en el escenario latinoamericano?

- Los gobiernos de la región han surgido por fuertes cuestionamientos de las sociedades latinoamericanas en relación a la experiencia neoliberal de los 90.Como el triunfo de Lula en Brasil, el de Tabaré Vázquez en Uruguay, en el cambio discursivo y político que la Argentina obtuvo a partir del 2001 y los gobiernos de Venezuela y Bolivia. Sin embargo, en el terreno específico del MERCOSUR hay más declaraciones que concreciones. Es muy difícil pensar que nuestros países puedan discutir en serio una estrategia regional, sino ponen en el centro de su estrategia una negociación conjunta con los organismos de crédito. En segundo lugar, sino se incorpora una estrategia explícita de carácter regional que restrinja el libre movimiento de los capitales en la región, es muy difícil. Si nuestros países en lugar de comerciar entre si como prioridad poniendo en marcha reestructuraciones productivas que se basan en complementarse y no en competir. Lo que hacen es tener prioritarias relaciones con otros países, de fuera de la región. Eso rompe la integración, Argentina tiene 53 tratados bilaterales de inversión y acuerdos comerciales con otros países por fuera del acuerdo MERCOSUR. Por ende, el MERCOSUR se convierte en una fantasía.

Contenido relacionado