Mendoza es la única provincia del interior del país en la que se investiga la capacidad de las células madre de revivir tejidos cardíacos muertos. Así, en el futuro podría evitarse el trasplante.
Una de las últimas luchas del actor de Superman, Christopher Reeve, fue convencer al Senado estadounidense de que permitiera a los investigadores trabajar con células madre, las cuales tienen la virtud de regenerar tejidos y podían ser una posibilidad cierta de que él volviera a caminar.
En el 2004 murió con ese deseo, que tomó cada vez más fuerza y en diversos países los especialistas comenzaron a implantar estas células en órganos como el páncreas, los huesos y la médula espinal, provocando que el ser humano haga algo similar a lo que hace la salamandra, capaz de reconstituir su propia cola.
En Mendoza, los especialistas no se quedan atrás y están aplicando esta técnica para regenerar tejido cardíaco muerto. Claro que está en una fase de estudio, por lo que no es una terapia que se ofrezca al público.
Lo significativo es que después del hospital Presidente Perón de Avellaneda, Buenos Aires, nuestra provincia es la única del interior del país que está invirtiendo en estos avances. Los encargados de hacerlo son profesionales de los departamentos de Cirugía Cardiovascular y Hemoterapia del Hospital Central, la Fundación Escuela de Medicina Nuclear, el área de Química Biológica de la Escuela de Medicina de la UNCuyo y el Instituto de Inmunología.
Mucho talento y pocos recursos
En una publicación del italiano Piero Anversa, en 1999, se rompe con el concepto clásico de que el corazón no se regenera. Él postula que “el corazón parece tener una capacidad ilimitada de rejuvenecer”.
Su teoría se sustenta en que existe una pérdida progresiva de 64.000.000 de cardiomiocitos (células del corazón) cada año. Pero, simultáneamente, en el plazo de 4 a 6 meses se remplaza aproximadamente una tercera parte de células cardíacas.
En 2 a 3 años se regenera el órgano completo, por lo que es probable que una persona de 50 años tenga un corazón en el que la mayoría de los cardiomiocitos no tengan más de 4 o 5 años.
Esta capacidad de regenerarse potenció la idea de que implantando células madre se podrían recuperar las zonas del corazón necróticas tras sufrir un infarto.
Y los resultados son asombrosos: en Mendoza hay cinco pacientes en estudio, quienes recuperaron el 36,6% de la zona infartada, más conocida como escara o tejido muerto.
La edad promedio es de 53 años, y tuvieron avances significativos a los 4 meses de ser implantados.
En el estudio, que comenzó en Mendoza el 29 de abril del 2004, inicialmente se incluyó a 12 pacientes: cinco fueron excluidos porque se estimó que no era conveniente y 2 fallecieron tras el implante por causas ajenas al estudio.
El doctor Roberto Bonafede, coordinador del Proyecto Cardio Implante, destaca que estas personas fueron pacientes que recibirían una operación de by-pass, y accedieron al implante de células madre luego de pasar rigurosos exámenes.
“No es una terapia que se esté ofreciendo, pues debe quedar claro que es una investigación que se desarrolla en diversos países y que está lejos de ser un tratamiento”, subrayó.
Aun así, explicó que la trascendencia de esta investigación es que en un futuro los implantes de células madre podrán hacer que el paciente no requiera de un trasplante, o llegue más tardíamente a esa necesidad. Visto así es una alternativa que podría reducir las listas de espera por la donación de órganos.
Hasta ahora uno de los obstáculos es que los investigadores dependen de un subsidio del Estado.
Bonafede detalló que les conceden $9.000 anuales y el gasto principal es en los estudios pre y posoperatorios que se hacen en la Fundación Escuela de Medicina Nuclear. Allí cobran por los insumos, que rondan en $3.400 por paciente.
“Este año no sabemos si nos van a otorgar nuevamente el subsidio, pues se elige entre otros proyectos de investigación. Ojalá se nos permita continuar, porque las muestras son más valiosas mientras mayor sea la población estudiada”, expresó.
El secreto celular
Las células madres se extraen del embrión, la espina dorsal, los huesos y hasta de los músculos.
En un adulto se conocen hasta 20 tipos de células madre, que son las encargadas de regenerar tejidos en continuo desgaste (como la piel o la sangre) o dañados (como el hígado). Las células madre hematopoyéticas de médula ósea (encargadas de la formación de la sangre) son las más conocidas. Su investigación es rechazada por los opositores a la clonación.
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