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Fruta amarga

La no aplicación de las políticas culturales existentes en Mendoza puede afectar severamente su identidad y ponerla en riesgo de homogeneizarla. Desinterés e ignorancia de actores políticos seducidos por espejismos primermundistas.

20 de mayo de 2005, 16:49.

“Cuando germina una semilla, el primer órgano que aparece es la raíz, de su vigor depende el tallo.”(*)

“¿Tiene sentido hablar de culturas nacionales cuando en la gran mayoría de los casos la cultura del poder - mestiza y urbana- coexiste con otras estructuras culturales diferentes y a veces hasta violentamente opuestas?” se preguntaba Julio Cortázar en la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales de la UNESCO, realizada en México en 1982. Una lúcida profecía de lo que hoy llamamos “globalización”,  un fenómeno que avanza sobre el tablero y nos aniquila todas las piezas para imponer su monarquía bajo un yugo implacable. En este marco, es donde actualmente se discute qué políticas deben ser las adecuadas para la administración de la cultura de una sociedad. Pero antes que nada, conviene repasar un breve historial sobre la evolución en el campo de las políticas culturales.

Ayer nomás

En algunos países africanos y asiáticos y en los europeos y latinoamericanos, los estados- nación eran los protagonistas principales de la política cultural. Eran responsables de administrar el patrimonio histórico, tanto material e inmaterial, o sea, todas las manifestaciones simbólicas distintivas de una nación.

En algunas naciones como Argentina, esta cohesión nacional se realizaba casi exclusivamente en torno de una cultura de elite europea que se transmitió a la población por medio del sistema escolar. En nuestro caso particular este período concuerda con el proyecto de la generación del 80 y su modelo de país. Otras, en cambio, incluyeron en sus políticas diferentes elementos de la cultura popular, como así también la investigación arqueológica de su pasado y la creación de centros históricos, museos y publicaciones con una finalidad netamente de resguardo y estímulo de la memoria colectiva. Entre los países que adoptaron esta modalidad están México, Bolivia y Cuba.

Otros, en particular Estados Unidos, la iniciativa privada desempeñó desde siempre un papel importante en el desarrollo cultural y educativo. Otro tipo de actores que también promueve políticas culturales son los organismos independientes: ONG, uniones vecinales, etc.

Si bien estos modos de administrar la cultura fueron muy desarrollados en su momento, en la actualidad han perdido vigencia al mezclarse con otros y su presencia se ha trasformado. Sin embargo, hay un sector creciente de la producción cultural que es industrializada, circula en redes transnacionales de comunicación y le llega a una gran masa de consumidores.

En el mismo lodo

Lejos de cumplir con su promesa inicial de progreso y bienestar por la difusión de las nuevas tecnologías, la globalización internacionalizó el modelo neoliberal, con todos los aspectos negativos que siguieron a su instauración. La mundialización y su efecto polarizante se intensificó con las grandes transformaciones producidas por la implementación de las políticas neoliberales. El resultado de éstas debilitó la integración social, rompió los lazos colectivos y solidaridades preexistentes, con la consabida pérdida de la credibilidad y representación por parte de los políticos.

La oleada neoliberal, no solo se puede notar en los cuerpos dirigentes, sino también en la paralización de muchos artistas que se unen solo cuando los problemas les tocan de cerca. Cineastas por lado, bailarines por otro, han conformado pequeños grupos individuales en defensa nada más que de sus intereses particulares, cuando se debería conformar un frente de batalla y hacer frente a los intereses corporativos.

La globalización se produce por una interacción funcional de actividades económicas y culturales dispersas, generadas por un sistema con muchos centros, en el que la velocidad para recorrer el mundo y las estrategias para seducir a los públicos son más importantes que las tradiciones históricas locales. Esta fase se sustenta en una poderosa base de las redes de comunicación electrónica y virtual.

En su texto “La tiranía de la comunicación”, Ramonet explica que la doble revolución que tuvo lugar tanto en el ámbito tecnológico como en el económico repercutió fuertemente en el contexto cultural. En la actualidad la comunicación tiene una clara tendencia  a absorber y hasta “sofocar”  la información y la cultura. En nuestro país, como en el mundo en general, se constata que la única cultura existente es la de masas, subyugando ésta a todos los regionalismos que enriquecen una zona  en particular. La información y la comunicación ya han dejado de tener una función cívica e incluso ética, para responder a intereses económicos que  las manejan.

Y así, en este virtual escenario, América Latina, se ha convertido en uno de los centros de mayor discusión a cerca del avasallamiento cultural globalizante. La ley cíclica, otra vez, se cumple con una pretendida nueva conquista, a 500 y tantos años de la anterior. Sin blasones y cruces a la vista pero con el silencio como espada.

Si bien a la hora de campañas electorales, las políticas culturales, no han sido de las promesas más recurrentes, si han sido utilizadas luego como forma de legitimar las gestiones. “Para los políticos la cultura es la frutillita de la torta, la usan para eso, para festejar determinadas cosas, para sacarse fotos, porque queda bien, porque la cultura da prestigio” afirmaPablo Montiel, especialista en producción y gestión cultural.

Las políticas culturales en gran parte de la Argentina, no son otra cosa que una mala fotocopia de la original europea. La traspolación de políticas (un verdadero cáncer nacional), es ineficaz y resulta de imposible aplicación cuando las características peculiares de las naciones son tan disimiles. Mendoza, tampoco está al margen. 

¿Imagen o semejanza?

“La raíz es un órgano con función de fijación, absorción, conducción, de reserva y excreción.” (*)

La imagen de nuestra provincia en el resto del país es muy buena respecto al ámbito cultural. “Mendoza es un pueblo muy culto”, “hay artistas hasta debajo de las piedras”, son solo algunas de las frases que a menudo se suelen verter a favor de la situación cultural de Mendoza, y por ende, de los encargados de administrarla. Aunque siempre es recomendable quedarse más de un fin de semana largo o sacarse la bermuda y las gafas oscuras de turista para ser más certeros en los comentarios.

Hoy en día, el rol de la subsecretaría de Cultura ha quedado a la sombra de la de Turismo. Prueba fehaciente de esto lo es la creación del Ministerio de Turismo y Cultura, por medio de la ley 6366, bajo la gestión del gobernador Cobos. A simple vista solo es un cambio semántico o sintáctico de dos palabras, aunque en este caso el orden si altera el producto. La cultura es el eje transversal a todas las actividades humanas, y para los Estados, debe ser un elemento de primer orden a la hora de gobernar. Por ejemplo, si hay medidas económicas o del orden de la producción, su aplicación debe ser tamizada por la cultura.

Tampoco se intenta tirar abajo la industria turística, que dentro de sus ofertas tiene la de los bienes culturales de una región.  Pero esta oferta no debe confundirse y creer que la cultura hoy solo sirve para los contingentes de jubilados. El concepto de cultura es mucho más amplio y no se lo puede meter en la misma bolsa con el turismo. Es más, en todo caso el turismo, como una empresa con fines de lucro, deberá regirse por patrones culturales que respeten y protejan nuestra cultura. No hay que olvidar que la cultura primero es nuestra, igual que lo es de los franceses que exigen tramitar en su idioma los papeles de ciudadanía. Néstor García Canclini define a las Políticas culturales como: “El conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, empresas o instituciones para el desarrollo simbólico, satisfacer necesidades y establecer el consenso”.

Sin embargo, las brujas no existen, pero que las hay las hay. Y desde hace algún tiempo un fantasma ha pretendido amenazar aún más la vida de las culturas latinoamericanas. En enero de 2004, el antropólogo Néstor García Canclini, escribía en la Revista “Ñ” del diario Clarín: “La mejor política estatal es la que no existe?. Escuche decir esta frase en versión afirmativa, sin signos de duda, a políticos colombianos y chilenos que se oponían a la creación de ministerios de cultura, a empresarios de varios países preocupados de  que lo Estados limitaran sus negocios y, por su puesto, a especialistas estadounidenses en mercadotecnia cultural”. Si bien el avatar planteado no es tal, hay que empezar a sospechar de los acuerdos con empresas, de los que ya se están hablando en los pasillos del Ministerio.

Sobre este tema, el Licenciado Marcelo Padilla afirma, en su texto “Las Industrias Culturales en América Latina. Utopías, mercados y políticas”, que lo cultural  funciona de la misma manera que en resto de las áreas – salud, educación, etc.-  dejando librado al mercado la resolución de oportunidades. Es en respuesta a estos mismos intereses económicos que en los últimos años las diferentes ramas de la cultura promueve sus productos con las mismas técnicas que se promueve la venta de cualquier artículo comercial. Es en este mismo sentido que, como dice David Blanco “la cultura o las manifestaciones más elaboradas del conocimiento se puedan mantener solamente desde el espectáculo que, creo, es la base de la política actual: una política de espectáculos y no una política cultural” concluyendo con la idea de que “los gobiernos mendocinos han tenido solo una “intencionalidad” de democratizar la cultura, pero no “intención política”, sino intencionalidad, que es muy distinto”.

Mucho vino y pocas nueces

El cultivo de la vid por parte de los primeros inmigrantes franceses y la producción de vino, acarreó el festejo de la Vendimia. Por aquel momento en gran parte del territorio mendocino abundaba este fruto y la elaboración vitivinícola. Luego, esta celebración despojada de intenciones pecuniarias, se agrandaría hasta empezar a ser parte del calendario provincial. La cualidad de las elegidas era, igual que ahora, la belleza, nada más que la soberana representaba a una cuadrilla de cosechadores, y éstos los que las votaban. Casi un cuento. Aunque, un cuento, hoy suena distinto.

La Fiesta Nacional de Vendimia es considerada una de las más grandes del mundo, junto a mega- eventos como el Carnaval de Río de Janeiro, y por ende representa una de las mas añejas tradiciones nacionales. Sin embargo, el tacho no lo hombrean  los políticos, sino el pueblo. “En el año 2004 ingresaron a la provincia 640 millones de pesos generados por la actividad turística, y en los 3 primeros meses de este año, ya habían entrado 380 millones de pesos. Calculemos que en concepto de impuestos, esos 380 le generan al gobierno un 20 %”,  dice David Blanco, y se pregunta: “¿Pero ese gran monto lo hemos logrado solamente vendiendo postales del Aconcagua o de cuándo los turistas visitan la Plaza Independencia?. Para nada. Eso  proviene específicamente de la Vendimia” El problema entonces pasa por la relación que existe con la inversión destinada al área de Cultura: de los 380 millones de pesos, 80 son de impuestos por la actividad turístico cultural, mientras que para este año el presupuesto para Cultura son 28 millones de pesos, mucho menos de la mitad.  Y para terminar de coronar este carrusel, Blanco agrega: “Según la Ministra Mariana Juri, ese presupuesto se divide mitad a Cultura y la otra a Turismo. Pero este tiene una infraestructura mucho menor que el área de Cultura. Puesto que el primero tiene 43 empleados, y el segundo  mas de 300, además de sus dependencias como, salas, museos y bibliotecas.”

La sucesión de gobiernos mendocinos nunca cuidó el verdadero germen vendimial: pequeños y medianos agricultores, cosechadores, la gente de la tierra. Ellos fueron los iniciadores de la “Fiesta Mayor de los mendocinos”, aunque hoy los Sociólogos los incluyen dentro de los sectores marginados, si bien no viven en villas periféricas, hoy apenas si sobreviven sin jubilación ni obra social, debiendo vender sus pocas hectáreas a grandes empresarios que terminan contratándolos con sueldos tan negros como su porvenir. De ahí que resulten patéticos los eslóganes vendimiales que celebran “los frutos del trabajo del hombre de campo”, cuando un cosechador de Las Catitas en su vida podrá comprar una entrada al Acto del Frank Romero Day. Es un uso descarado de la figura del vendimiador por parte de una elite que no soporta ni 15 minutos al sol (salvo en Reñaca).

Y ni hablar de la fashionización de la pisada de uvas. Un rito ancestral hoy banalizado por top- models que emulan esa tarea.. No será descabellado entonces, pensar una versión de la Marcha Vendimial cantada por Diego Torres y Soledad con la producción de Emilio Estefan. Si Pamela David pisó uvas...

Estos y otros factores, los vean o no nuestros representantes, borran con atrocidad  el sentimiento de querencia que la gente de las zonas rurales tiene por su terruño. Son muchos los analistas oficiales que sostienen que estos sectores son “los más vulnerables a fenómenos como la “cumbia villera” o la “penetración de la TV”, y  algo de certeza tienen, pero hay que ver porque sus valores primarios han desaparecido. Deberían ser éstas las primeras minorías protegidas, las que primero dejaron su cuerpo y sangre tras un arado. Jesús Martín Barbero, explica esta situación como una experiencia de desarraigo, (...)“a medio camino entre el universo campesino y un mundo urbano cuya racionalidad económica e informativa disuelve sus saberes y su moral, devalúa su memoria y sus rituales” (...) Este proceso de inclusión/exclusión a escala planetaria está produciendo no sólo reacciones y atrincheramientos sino una disyunción profunda y creciente entre la lógica de lo global y las dinámicas de lo local. La manifestación más visible y honda de esa disyunción es la presencia en la experiencia cotidiana de la gente de un sentimiento compartido de impotencia, es decir de que su trabajo, su entorno y su propia vida, escapan aceleradamente a su control”

Salas en terapia intensiva

“A cierta distancia de su extremo  lleva numerosos pelos denominados absorbentes, cuya función consiste en absorber los jugos de la tierra.” (*)

Respecto al Teatro, es escaso el apoyo a las producciones locales, no sólo en lo económico sino también por los pocos espacios concedidos en los escenarios provinciales, además de su  magro mantenimiento, como el caso de las tres salas del edificio de Turismo. Aunque no hay que olvidar, que al momento de asumir, el Subsecretario de Cultura, Marcelo Lacerna,  dijo que éstas salas serían refaccionadas; puestas en condiciones, para transformar la Subsecretaría de Turismo en un centro cultural provincial. Sin embargo, como tantas veces nos ha ocurrido a los argentinos, las promesas no se cumplen y estos sitios siguen en el mismo estado en el que se encontraban.

En este sentido, el caso excepcional es el del Teatro Independencia, en el que sí se invirtió un elevado presupuesto para ser reabierto. Según su directora, Marcela Montero, en declaraciones al diario Los Andes adujo que, “se trabajó en el mantenimiento edilicio, seguridad y equipamiento”, y agregó, “es un espacio para la comunidad artística pensando en la gente”, alegando también que su gestión busca equilibrar los criterios de participación para darles un lugar a todos los artistas de distintas disciplinas, foráneos y locales.

Sin embargo el libreto no parece ser el mismo para algunos hacedores culturales locales, que denuncian que no se dan las mismas oportunidades para todos y que con esta nueva gestión, muy pocos grupos e individualidades se benefician con los espacios, auspicios, subsidios o cualquier otra forma de ayuda.

Desgraciadamente este tipo de políticas y turbios manejos obstaculizan las arterias de los corazones creativos. Entre tanto, las realizaciones teatrales, hoy, son formadas bajo la noción de espectáculo televisivo y ofrecidas como una alternativa para el turismo. Incluso son muchos los grupos que están dejados de lado la investigación y la experimentación a favor del espectáculo. Al respecto Walter Neira, director del teatro Viceversa escribió en  Los Andes, “no se trata de transar con los códigos del comercio y del marketing. Para poder continuar nuestra labor de búsqueda e investigación, hoy es indispensable para nosotros que nos vea más gente. Una estrategia de publicidad y de promoción fue representar textos muy conocidos como “Esperando la Carroza” y esto despertó interés en los medios y en el público.”

La cuidad más limpia del país

De la misma forma en que los políticos culturales pujan por potenciar al gran Mendoza, y principalmente su capital, es también aquí donde la desmedida y nueva pasión por  el turismo alcanza sus más altos niveles.

La  política Federal, (por el jabón), aplicada por el municipio de Cichitti, que intenta limpiar de sus calles a los artistas callejeros, es una de estas claras ordenanzas que llegan al punto de la represión física.  Tal es el caso de artistas callejeros, como los malabaristas o artesanos que “tiran la tela” (expresión utilizada para la venta de artesanías en el piso sin pagar derecho alguno). Si bien el ventarrón se calmó, estos, alguna vez fueron echados de su lugar de trabajo con excusas poco claras. “Querían darnos un trabajo y capacitarnos en teatro. A mí no me hace falta, yo quiero hacer malabares. Me parece que es una forma de caretearla, de sacarnos de la calle porque estéticamente no se ve bien. Igual a mí nunca me echaron de una esquina”, afirma Pablo (22) malabarista.

Similar situación han padecido los “bikers” y skaters” ya que se les prohibió practicar su deporte en plazas u otros lugares públicos, fundamentando que rompían las instalaciones y ponían en peligro a las personas que circulaban por las mismas. Al respecto, Fabián (18), biker, se defiende, diciendo que “nos corren de todos lados. Nosotros pedimos andar en lugares de piso liso, pero la policía dice que estorbamos a la gente”. A lo que Nicolás (18), agrega “yo estuve en la manifestación que se hizo hace un tiempo y nos  dijeron que iban a arreglar la pista del parque O`Higgins, pero hasta ahora no han hecho nada. Además ese lugar es inseguro, hay muchos borrachos. Lo mismo nos pasó con un gimnasio que nos ofrecieron, y no se concretó nada”.

La voz del interior

“El crecimiento de la raíz se verifica por la formación de nuevos tejidos originarios de los viejos.” (*)

Es muy común visitar otras provincias y observar el legado aborigen plasmado en su vida cotidiana, en su toponimia y hasta en las marcas comerciales. En Mendoza, el exterminio indígena fue feroz, al punto tal de, prácticamente, quedar muy pocos apellidos nativos. Los aborígenes al sur de las márgenes del Diamante, fueron absolutamente exterminados. En cambio, al norte de dicho río vivían los pacíficos huarpes, que terminaron arrinconados al norte mendocino, en el departamento de Lavalle, sin protección y en el olvido.

En 1492, en el prólogo de la primera gramática castellana, el humanista Antonio de Nebrija advertía que siempre la lengua fue compañera del imperio. Mientras que muchas lenguas desaparecen, otras invaden, conquistan tierras y se instalan. En Mendoza el Milcayac y el Allentiac son los únicos dialectos autóctonos y están clínicamente muertos. “La lengua Huarpe, ya prácticamente ni se habla. Sólo algunos ancianos de la comunidad intercalan palabras huarpes con el castellano, pero no se habla una oración entera en nuestro idioma. Los animales si son los únicos llamados por el nombre que le dieron los antepasados. Pero la lengua no se transmitió de generación en generación desde que llegaron los colonizadores”, comenta Ángel Suárez (21), descendiente de Huarpes y estudiante de Geografía en la Universidad Nacional de Cuyo.

Frente a la triste realidad que atraviesa la lengua de los laguneros, ni este, ni los anteriores gobiernos provinciales han puesto en marcha ningún mecanismo de protección y conservación de este idioma como parte del patrimonio cultural. Con relación a esto, la Declaración Mundial de la Diversidad Cultural de la  UNESCO (2001) entre sus principales objetivos, fija en los puntos 13 y 14 respectivamente, lo siguiente:  (...) Elaborar políticas y estrategias de preservación y valorización del patrimonio cultural y natural, en particular del patrimonio oral e inmaterial (...) (...) Respetar y proteger los sistemas de conocimiento tradicionales, especialmente los de las poblaciones autóctonas (...)

La profesora Olga Rodríguez es una de las tantas personas  que anónimamente trabaja en la zona de Guanacache. “Las políticas culturales de nuestra provincia se encuentran desdibujadas respecto a la protección de la lengua materna” afirma la investigadora e integrante de Edipam (Equipo Diocesano de Pastoral Aborígen de Mendoza).

La devolución de la tierra a estos antiguos pobladores es otra brasa entre las manos para esta gestión de gobierno. “Mendoza es la única provincia que sancionó la Ley de Expropiación para entregar las tierras a los Huarpes, pero aún hoy no lo cumple, poniendo un montón de argumentos para nada sólidos y muy rebatibles. Lo que demuestra una falta de voluntad política. Y esa es una incoherencia porque si bien este no fue el gobierno que sancionó la ley, si fue el mismo Cobos el que la llevó adelante como Ministro de Obras y Servicios Públicos  en el 2001.”

Si bien la ley no se vetó, si se cuestionaron 6 artículos como inconstitucionales, aunque las argumentaciones no son del todo firmes. La respuesta a este hecho, a lo mejor, se puede encontrar en los dueños de estas 700 mil hectáreas: Cartellone, Pescarmona y Tecnicagua.

Despierta Mendoza!

El tallo es la parte de la planta que sostiene las ramas, las hojas, las flores y los frutos”. (*)

Desde este texto no se pretende brindar soluciones mágicas, sino simplemente colaborar y advertir sobre los riesgos que se corren cuando se relega algo tan primordial como la cultura.

Según la Organización Mundial del Turismo, esta actividad: “En los últimos 50 años,  tuvo un crecimiento positivo anual del 4 a 5 por ciento. Sudamérica casi duplicó esta tasa, al crecer al 8 %”.  Por esta razón, será necesario calcular muy bien los costos- beneficios, medir los impactos sobre sociedades vulnerables como la nuestra donde las diferencias de clase están marcadas y es un solo sector el que domina el balón.

Para que no se siga trabajando en las Vendimias distritales con papel creppe y cartulina, hay que hacer cambios profundos, sanear la raíz. Para que nuestra vendimia no se conozca erróneamente por la cosecha top del aeropuerto. Con más olor a perfume francés que a orujo. Con más oboes que guitarras.

La cultura no es una señora encorvada de alhajas en muestras burbujeantes. Ni el político con sonrisa Colgate cortando la cinta.

Tampoco lo son los grupos folclóricos cuyanos  que hacen diez chacareras, 7 chamamés y 1 tonada para el turista estival. Ni un obeso curador de paletas consagradas.

Las dudas son muchas respecto a una cultura democrática en Mendoza, pero ¿qué beneficios de la Subsecretaria de Cultura recibe un joven de Paso de la Carretas? ¿Cuántas muestras pictóricas llegan a la Villa Antigua? o ¿cuántas veces un grupo de alumnos de Ranquil Norte puede visitar un museo?. Pobladores mendocinos que tienen el mismo derecho que los habitantes del Gran Mendoza, pero que jamás han recibido los beneficios de la industria turística.

Las raíces deben ser replantadas y cuidadas de principio a fin. El Estado es responsable de la ausencia de políticas culturales eficientes, pero no es el único. Nosotros también merecemos el veredicto de culpable. La lucha es de todos, no de unos pocos.

¿De qué sirve, además la aplicación de políticas culturales cuando los individuos no están instruidos?. Habría que empezar a sanear la raíz, y no alimentar tanto a las demandas de los sectores más poderosos. Es ahí donde siempre se gestó la cultura. No dejarse engañar por  llamados abiertos para la Fiesta Central de la Vendimia y luego varar por diez meses.  

La cultura no es privilegio, o no debería serlo, solamente de las clases altas. La cultura se debe transmitir a todas las esferas sociales y todos debemos participar para que ello ocurra.

Quizás deberíamos replantear, antes de que sea demasiado tarde, nuestra concepción de cultura, y entender que ella abarca un espectro mucho mayor que lo que se presenta en las fiestas vendimiales. Se trataría enfocar el concepto cultura como todo aquello que nos hace diferentes, que nos definen como región, como mendocinos.

Al fin de cuentas, como dice García Canclini, “las políticas no crean cultura, pero favorecen o perjudican las condiciones de su comunicación”. Es todo lo que pedimos.

 

(*) Sección Botánica. Enciclopedia Autodidacta Quillet. 1952. Tomo 4

 

Departamento de Cultura

 

 

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