En Mendoza, los casos de violencia en el noviazgo son cada vez más frecuentes. Aunque la gente ahora toma más conciencia y denuncia los casos de maltrato. La agresión es un delito y un grave problema social que existe en todos los países del mundo.
En más del 95% de los casos de violencia doméstica, el agresor es varón. Según Suli Di Blasi, Trabajadora Social del Instituto de Políticas Públicas para la Equidad ente Hombres y Mujeres (IPPEHM), la violencia intrafamiliar no distingue clase social, profesión, condición económica o cultural. Es un fenómeno que tiene que ver con un modelo aprendido, formado en la familia, en donde el machismo, la violencia y el autoritarismo son asimilados desde niños.
El 80% de las mujeres, que concurren a los grupos de violencia, fue maltratada desde los primeros tiempos del noviazgo y tiene la ilusión de que con el matrimonio se arreglará el problema. En una relación afectiva en donde los insultos o agresiones son esporádicos puede ser el comienzo de una relación violenta. Los gritos, tirones de pelo, insultos y cachetadas son las formas más comunes de agresión. La violencia psicológica casi siempre está presente en los casos de maltrato, se manifiestan a través de amenazas a los hijos, críticas, insultos y burlas.
Esta violencia es la que mayor secuela deja a la víctima, porque es la más constante. La persona violenta no es un enfermo ni un sádico. Lo que pretende es conservar el poder en el seno de la pareja y dominar al otro. En general, el individuo teme al abandono lo que lleva a que se comporte de manera obsesiva con su pareja. Las mujeres violentas obran como respuesta generalmente a la agresión de su pareja, esto se denomina violencia cruzada. La forma más común del maltrato hacia ellos es la descalificación o maltrato emocional.
Di Blasi sostiene que una de las razones que lleva a pedir ayuda a las mujeres está relacionada al sufrimiento de sus hijos cuando son testigos del maltrato físico o emocional. Cuando ellos son pequeños y no se dan cuenta de la situación, la madre tiende a disimular, calla, aguanta y lo mantiene a nivel privado. Pero cuando son testigos, o son utilizados como botín de guerra o como forma de extorsión, tiende a reaccionar y a pedir ayuda. La paradoja más significativa en estos casos, es que la mayoría de los hombres que maltratan a sus esposas la considera su mujer ideal.
La conducta violenta puede rehabilitarse siempre y cuando la persona agresiva comprenda y acepte su problema y decida resolverlo. En todo el mundo se realizan diferentes campañas para hablar sobre este tema, que aqueja tanto a hombres como a mujeres. En Mendoza el IPPEHM, ubicado en el 1º piso de la Casa de Gobierno, está llevando a cabo un programa de prevención de la violencia en el noviazgo. Tomando como foco de difusión las escuelas de la provincia con el objeto de que unos 1700 chicos tomen conciencia sobre el problema.
Cristina E. Mancin
Dpto. Sociedad