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Género: Las mujeres en el mercado de trabajo

Entrevista con la socióloga Patricia Collado, especialista en temáticas vinculadas con el trabajo. Cualidades del género explotados  en beneficio del capital.

13 de mayo de 2005, 18:59.

Para las mujeres el desarrollo personal en el trabajo es símbolo de conquista de derechos importantes respecto de la igualdad entre hombres y mujeres. Sus vidas ya no tienen como único horizonte la jornada de trabajo doméstico relegado al ámbito privado. Ahora pueden, y saben que pueden, lograr satisfacciones personales en el espacio público reservado histórica y culturalmente  al otro sexo.

Sin embargo, esta conquista se vuelve una nueva forma de explotación, doble explotación, debido a las condiciones de empleo existentes en la sociedad capitalista. Hablaremos sobre el caso específico de la mujer y para ello entrevistamos a la Lic. en Sociología, Patricia Collado, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CRICYT), quien ha hecho un estudio sobre demanda laboral en Mendoza.

Le preguntamos sobre la situación de discriminación de la mujer respecto al mundo del trabajo y ella nos dice que: “la situación de la mujer es siempre diferencial y vulnerable”. Entre las razones que dan cuenta de esta situación, dice la Lic. Collado que  podemos hablar del “paradigma de acumulación centrado en el neoliberalismo y en la acumulación financiera que impone condiciones de trabajo más precarias e irregulares”. En este marco  “el ajuste estructural” de la década del noventa ha expulsado masivamente fuerza de trabajo - sobre todo masculina - fuera del mercado. Para sostener a sus familias es que las mujeres aceptan formas de trabajo impuestas por las nuevas relaciones contractuales de empleo irregulares y precarias que facilitan el trabajo en negro e inestable.

Al indagar sobre las diferencias entre varones y mujeres nos cuenta que existen prejuicios. En primer lugar, una condición sine qua non para acceder a un trabajo es que la mujer debe  garantizar que sus hijos van a estar con alguien y que la propia persona se va a encargar de que no interrumpa el proceso de trabajo. Sin embargo, un hombre en la misma entrevista de trabajo se da por sentado que alguien se los va a cuidar. Luego, nos encontramos con otras diferencias referidas a los puestos de trabajo. Collado nos habla de Mendoza pero dice que se puede generalizar porque hay muchos estudios que se han hecho en América Latina y en el mundo en general sobre la precarización de las mujeres y de las diferencias en puestos de trabajo. Al respecto dice que: “las mujeres en los trabajos nunca accedemos a puestos de responsabilidad aún cuando tengamos las calificaciones y certificaciones para ello. En la mayoría de los casos no se les dan puestos de responsabilidad financiera. Lo económico, ‘lo serio’, digamos, manejar plata de una empresa queda restringida al grupo de varones. Mientras que las mujeres son mano de obra privilegiada para lugares donde hay manejo de recursos humanos. Todo lo afectivo, lo relacional, aquello que tiene que ver con el manejo y la gestión de las personas, en ello sí la mujer es reconocida y puede acceder a ese tipo de puestos. Aún en los mismos puestos de trabajo, en la industria vitivinícola, por ejemplo, que es fundamental en Mendoza hay diferencias salariales importantes entre mujeres y hombres”.

A nivel de las nuevas formas de organizar el trabajo hay otra característica atribuida culturalmente a las mujeres que hoy tiene valor de mercado y es la ‘polifuncionalidad’. Por una cuestión de roles impuestos hacemos más de una cosa a la vez. Esto es, mientras cocinamos: cuidamos a los niños, estudiamos, trabajamos, etc. Por lo tanto la mujer es más flexible a las nuevas exigencias de organización laboral de descentrar en distintas tareas. Pero esta exigencia de hacer más de una cosa a la vez no es reconocida a nivel salarial y esto involucra tanto a varones como a mujeres. Entre otras de las capacidades que adquieren valor en el mercado y que bien las desarrollan las mujeres debido a los roles  culturalmente atribuidos se encuentran la capacidad de comunicarse, capacidad de relacionarse, capacidad de ponderar a otro, es decir, poner en valor a otro no así misma. Estas capacidades se llaman ‘competencias laborales’ y se ven en situación de trabajo. Suponen un valor agregado para empresas de servicios, para la atención al cliente, etc. Son reconocidas en las mujeres por esta cuestión de ser más ‘afectivas’.

Al preguntarle a la Licenciada si existe algún problema en relación de que las mujeres tengamos estos aspectos positivos para ser fuerza de trabajo empleable, ella nos dice lo siguiente: “en estas formas de organización del trabajo aumentan la extorsión de la capacidad del trabajo. Por tanto, no están en función de la emancipación humana” y en este caso de la mujer, “sino que es predatorio de nuestras capacidades. Son condiciones que se utilizan en beneficio de la mercancía y, por tanto, del capital.”

 

Ivana Ilardo

iilardo@lab.cricyt.uncu.ar

Departamento de Sociedad y Movimientos Sociales

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