Los abajo firmantes, máximas autoridades del Rectorado y de las 12 facultades de la Universidad Nacional de Cuyo, nos dirigimos a la comunidad universitaria y a la sociedad mendocina para reafirmar los motivos por los cuales el Comité de Emergencia COVID-19 de esta Casa de Estudios, decidió suspender temporariamente la atención de la sala de internación “Dra. María Victoria Gómez de Erice”.
La decisión, avalada por el Consejo Superior de la Universidad, se tomó teniendo en cuenta la notable baja de casos positivos de Coronavirus en la provincia, que en estos días ha llegado a la mitad de ocupación de camas de terapia intensiva en el Gran Mendoza.
Esa situación provocó que nuestra Sala de Internación quedase sin pacientes, con una estructura ociosa y generando un malgasto de montos asignados, oponiéndose al principio de administrar ordenada y cautelosamente los fondos públicos.
Es importante dejar en claro que el hospital sigue funcionando como lo ha hecho hasta ahora, atendiendo incluso a pacientes que pudieran presentar síntomas de COVID-19.
Pero más allá de las interpretaciones que puedan darse sobre la decisión, como funcionarios responsables no podemos dejar pasar dichos que en el debate público han puesto en tela de juicio las razones y la gestión de los fondos del Hospital.
Tales expresiones carecen de fundamento, dañan la historia de la UNCUYO y el trabajo y compromiso de su comunidad, confundiendo a la opinión pública con sospechas infundadas y generando controversias donde sólo hay una responsable gestión de recursos siempre exiguos, en un contexto de crisis y de escasez presupuestaria.
En este duro año, la pandemia de Coronavirus que asoló al mundo, tocó las fibras más sentidas de la UNCUYO. La provincia nos necesitaba. Como antes y como siempre, debíamos hacer nuestro aporte.
El Comité vio la necesidad de poner a disposición nuestro hospital, ése que fue creado hace apenas 10 años y que nunca siquiera, tuvo sala de internación. Pero que siempre integró un proyecto que a largo plazo se podría concretar.
Consideramos que nuestro aporte podía ser, además de atender a todo el que lo requiriera, contribuir con el alojamiento de decenas de infectados.
Pero la coyuntura era también una oportunidad para avanzar en aquel proyecto. Y aportando a la salud pública mendocina, podíamos también hacer uno de los aportes más grandes para la educación: la concreción del hospital escuela, incluyendo internación y cirugía.
Fue así que se iniciaron las gestiones para avanzar en la construcción de la Sala de Internación. Recuperando viejas camas del hospital Ferroviario; aportando fondos propios ahorrados por el Hospital. Y buscando fondos nacionales adicionales.
La emergencia y una adecuada gestión con base en una administración ordenada, permitieron que en sólo 2 meses se pudiera inaugurar la ansiada internación.
La Universidad ponía así a disposición de la comunidad su sala para atender la emergencia. Pero se sabía también, que el proyecto estaba más firme que nunca. Cuidarlo, administrarlo con seriedad y promover las acciones para completarlo, era y es nuestra responsabilidad.
Finalizada la etapa de emergencia, ese proyecto es el que debe priorizarse. Los fondos invertidos, aún sin reponerse del todo, deben apuntar a ello.
La Universidad una vez más cumplió su compromiso de contribuir al bienestar general. Sin ser responsable del sistema sanitario provincial, hizo su aporte solidario. Y lo volverá a hacer si es necesario. La llegada de una posible “segunda ola” puede ser ese momento. Las conversaciones con el Gobierno provincial dirán si así debe ser.
Pero en estos días, con una marcada merma de casos, una ocupación UTI en baja (51% en Gran Mendoza, según datos oficiales), no amerita seguir atendiendo a pacientes COVID.
Por el contrario, lo que no debe esperar es el proyecto del hospital escuela, con una sala de internación de terapia intermedia, con terapia intensiva, quirófano, insumos y recursos adecuados. Garantizar administrativamente que los fondos ahorrados, obtenidos e invertidos tengan ese fin, es el compromiso mayor.
Mantuvimos la planta de profesionales. Nadie perdió su trabajo mientras duró su contrato. Pero hoy debemos guiar el camino hacia el proyecto que nos permitirá crecer académicamente. Y que redundará en la formación de mejores profesionales de la Salud.
Ninguna especulación de cualquier índole, mucho menos algún interés individual nos moverá de las razones y el mandato de cuidar los recursos públicos, pero también, de preservar el legado académico, científico, tecnológico, de investigación y extensión que distingue a nuestra querida Universidad Nacional de Cuyo.
Daniel Pizzi - Rector UNCUYO
Jorge Barón - Vicerrector UNCUYO
Arturo Tascheret - Decano Facultad de Artes y Diseño
María Flavia Filippini - Decana Facultad de Cs. Agrarias
Daniel Castro - Decano Facultad de Cs. Aplicadas a la Industria
Esther Sánchez - Decana Facultad de Cs. Económicas
Miguel González Gaviola - Vicedecano Facultad de Cs. Económicas
Néstor Ciocco - Decano Facultad de Cs. Exactas y Naturales
Roberto Miatello - Decano Facultad de Cs. Médicas
Claudia García - Decana Facultad de Cs. Políticas y Sociales
Fernando Pérez Lasala - Decano Facultad de Derecho
Ana Sisti - Decana Facultad de Educación
Ximena Erice - Vicedecana Facultad de Educación
Adolfo Cueto - Decano Facultad de Filosofía y Letras
Daniel Fernández - Decano Facultad de Ingeniería
Patricia Di Nasso - Decana Facultad de Odontología