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Hoy por hoy: Desconfiados

09 de diciembre de 2008, 17:49.

Como ha ocurrido en otras oportunidades, una vez más diversas entidades empresariales se han juntado por preocupación ante la realidad (ver página 5). Esta vez están frente a una crisis que ya ha golpeado hacia adentro de sus empresas, mientras que en otras oportunidades se estaban adelantando. Posiblemente lo más arrojado que hicieron fue en su momento la Agenda de los Mendocinos, una buena idea que no se plasmó en nada concreto, porque el poder político la firmó cuando estaba con el agua al cuello en el tiempo del “que se vayan todos” para luego olvidarse del tema o directamente boicotearlo. Hubo un tímido intento de reflotar aquello a través de una solicitada que reclamaba la falta de acciones concretas, pero quedó en nada.

En su momento, también el Plan Estratégico 2010 fue una iniciativa que parecía potable e interesante, pero fue frenada por el desinterés y la desconfianza de la dirigencia política. También contribuyó que la Universidad Nacional de Cuyo, celosa porque la iniciativa se había concretado con la mexicana Universidad de Monterrey, salió a plantear el Marco Estratégico 2012. Una vez más la casa de altos estudios sirvió para no hacer ni dejar hacer a los demás. Cada vez que se ha opuesto a algo para dar a cambio una alternativa superadora ha contribuido muy bien a la destrucción del otro proyecto pero al día de hoy no ha generado nada en concreto. Eso sí, se han iniciado múltiples estudios. La Ley de Uso del Suelo o aquel “marco estratégico” para la Mendoza del futuro son dos ejemplos más que elocuentes.

Pero el fantasma que siempre ha estado presente es la desconfianza que le tiene el poder político al poder empresarial. Por eso han frenado incluso acciones interesantes como el Plan Estratégico, sin dar nada a cambio. Hay que recordar que la Ley de Responsabilidad Fiscal, tantas veces burlada, fue una iniciativa de aquella Agenda de los Mendocinos.

El Martín Fierro dice que no hay nada mejor para despejar a un mamao que un buen susto. Esto quiere decir que cuando las papas queman es quizás el momento para que los interesados se pongan a tono. Mientras los políticos y los empresarios desconfíen mutuamente unos de otros es poco lo que se puede alumbrar. Habrá que ver qué pasa esta vez, pero los antecedentes no son alentadores.

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